Chapelco: vida y obra

Por Luz Sapag

Qué sucede con el Complejo Chapelco, motor económico y turístico con que se nutre San Martín de los Andes?

En apariencia sucede lo mismo que en la oficina que presidía aquel personaje de Charles Dickens, sir Remus Titus, la oficina de los circunloquios, en la cual sir Remus estaba encargado de que nada sucediera ni se hiciera, y cuando algo se hacía, estaba obligado a que se hiciera mal, so pena de ser amonestado por sus superiores.

En el caso del complejo, la similitud con la oficina de la que nos da cuenta el escritor inglés, se encuentra en que una cantidad importante de temas ambientales ha sido tratada como antiambientales. Y, sistemáticamente, se ha desconocido que somos parte de un mundo que se debate por pervivir y ello, en buena medida, a causa del desinterés por el cuidado del medio ambiente. Por cierto, en esta materia, el complejo no ha querido quedarse atrás respecto de los responsables de haber llevado las cosas a tal estado. Desde allí el aporte fue algo más que un granito de arena, ha sido un cascote de barro infeccionado. Pero valga la aclaración, tal vez, esto se hizo con el único objeto de que el mundo se preocupe algo más por lo medioambiental.

En rigor de verdad, lo que viene sucediendo se relaciona en forma directa con la sustentabilidad del negocio del cerro. Por hacer sustentable el negocio se hacen insustentables el territorio, el agua, el suelo, la fauna, la vegetación y el aire de la comunidad de San Martín de los Andes. Ni qué hablar de la preservación cuando un número significativo de actividades de distracción y deportivas necesita de una logística que va contra todos los principios de la ecología, tanto natural como humana: trineos arrastrados por perros, cabalgatas, uso de vehículos todo terreno, vuelos de helicópteros para traslado de quienes hacen esquí de alto riesgo y otras cosas de tal talante con su correspondiente impacto ambiental. Lógica consecuencia de ello es que el cerro entre en emergencia ambiental.

Además, para llegar a la emergencia ambiental se sumaron factores con precisión milimétrica: construcción de obras inútiles en la base del cerro, que al tiempo de colapsar han sido reemplazadas por baños químicos, camión atmosférico y la clausura de obras mal planificadas y peor construidas. ¡Todo un bochorno!, como diría mi tía abuela al enterarse de que los franceses iban a inaugurar una pirámide frente al Museo del Louvre. Pero la diferencia es que lo que ocurre en el cerro es, en verdad, un bochorno.

Si la realidad es bochornosa, el discurso no lo es tanto, se escucha decir: salvamos la temporada porque sabemos dar la imagen de que el centro invernal Chapelco, inmerso en un paisaje natural privilegiado, está cercano a la aldea ecológica de montaña San Martín de los Andes. Ciertamente, el discurso no es bochornoso, simplemente es torpe.

¿Cuáles son los próximos pasos que se deben dar? ¿Es bueno callar hasta el fin de la temporada? ¿Debemos entrar al problema y tomarlo lo más pronto posible con seriedad y responsabilidad? Tal vez, o sin tal vez, la cuestión clave radique en dar respuesta acabada y con sentido común a la pregunta siguiente: ¿cuándo se entenderá de que las cosas hay que hacerlas, y hacerlas bien, sin caer en lo fácil de echar culpas a algún otro?

Si seguimos como hasta ahora, sin voluntad de acción por parte de los concesionarios de resolver problemas que les vengo planteando desde hace más de un lustro, si las autoridades provinciales y municipales no exigen ni obligan a una planificación clara y con la correspondiente ejecución de obra y no fiscalizan rigurosamente, seguramente vamos a repetir el error. La decadencia será la que triunfe y la ineficiencia, la dueña de la administración del cerro.

En el cerro Chapelco, el Estado no debe perder la iniciativa, debe ser actor consciente y eficiente, participar como regulador ambiental, controlador y fiscalizador, debe fijar políticas de desarrollo socioeconómico y promover medidas de estímulo y mantenimiento de inversiones públicas y privadas, sobre todo de aquellas que son generadoras y multiplicadoras de fuentes de trabajo.

Para nuestra querida provincia del Neuquén, esto tiene alto grado de significación, puesto que es dar pie para tener un futuro menos errático que el angustioso presente que vivimos. Para entrar en un futuro digno debemos afianzar actividades económicas alternativas que tengan rentabilidad, al tiempo en que se agoten o no sean rentables nuestras reservas gasíferas y petrolíferas.

Turismo, preservación de recursos naturales de los que se nutre, forestación y otras actividades del tipo, son a futuro algunas de las áreas estratégicas. Estratégicas, claro está, siempre y cuando alguien tome la decisión de que la oficina de sir Remus Titus no figure más en el organigrama.

Senadora nacional (MPN)


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