Por qué lo que le pasa a la anchoíta y a la merluza debería importarle al turista

Los científicos consideran que el Golfo San Matías es un “socioecosistema” que se debe protege

El Golfo San Matías es para los investigadores científicos un “socioecosistema”: tiene componentes naturales y sociales. Es como una “palangana” con agua salada, especies animales que van desde las ballenas hasta los delfines y seres humanos que hacen usos de los recursos, a través de la pesca, de la navegación o el turismo.

Se trata de una cuenca semi-cerrada de aproximadamente 19.700 kilómetros cuadrados de superficie con profundidades máximas que rondan hasta los 200 metros.

La declaración de Río con su Agenda 21, en 1992, enfatizó el concepto de sostenibilidad y desarrollo sostenible, recordaron los autores de la guía de identificación de Mamíferos marinos del Golfo San Matías. Algunos años más tarde, la Convención de la Biodiversidad ubicó al concepto de “ecosistema” como un pilar en los principios para el manejo ambiental.

A través de ese enfoque, se busca desarrollar una estrategia para el manejo integrado de la tierra, el agua, y los recursos vivos, que promueva la conservación y el uso sostenible en forma equitativa. De esta manera, se integra a la población humana como parte del ecosistema y no como un simple observador.

Para el equipo de investigadores que publicaron la guía, “los mamíferos marinos que habitan el ecosistema del Golfo San Matías, representan parte de su biodiversidad, e interaccionan con la actividad pesquera, ya que pueden competir por recursos o influir en la abundan cia de algunas especies de interés para las pesquerías”.

También los mismos mamíferos son utilizados como recursos por la actividad turística. Por lo tanto, son parte de esta compleja red de interacciones del “socioecosistema”.

Los delfines comunes y oscuros junto con varias especies de aves marinas se alimentan principalmente de anchoítas, y los lobos marinos tienen a la merluza como parte importante de su alimentación.

Por lo tanto, la pesca puede tener efectos sobre el ecosistema, advirtieron los científicos. Si el número de anchoítas o de merluza se reduce, puede impactar directa o indirectamente sobre el resto de los componentes, como aves, delfines y lobos marinos, y a su vez sobre la actividad turística.


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