Eduardo Sacheri presenta en Neuquén «Demasiado lejos», su novela sobre los días de Malvinas
Eduardo Sacheri presenta este viernes en la Feria del Libro de Neuquén su última novela, un relato coral sobre los días de Malvinas. En una entrevista con Diario RÍO NEGRO, el autor, uno de los más leídos de la Argentina, habla del libro que lo trae a la región, de la historia y de cómo hacer ficción con la historia.
“Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Envalentonado, Leopoldo Fortunato Galtieri, teniente general, presidente de facto, dictador, le dice a una multitud impensada reunida allí en Plaza Mayo que están dispuestos a ir a la guerra. Que si los ingleses vienen a intentar recuperar lo que no les pertenece, pues acá habrá batalla. O lo que es lo mismo: una guerra.
No dijo guerra, dijo batalla. ¿Es acaso lo mismo para Galtieri y la Junta Militar que preside? ¿Pensaban que una guerra por Malvinas era posible? No dijo guerra, dicen en un bar cercano a Plaza de Mayo. Pero dijo batalla, ¿no es acaso lo mismo? La misma duda también atraviesa a dos familias con hijos clase 62: no dijo guerra.
Es diez de abril de 1982 cuando Galtieri, envalentonado por una multitud a la que dos semanas antes reprimió con gases, palos y balas de goma, dice que si quieren venir que venga, total acá le presentarán batalla. ¿Por qué sucedería tal cosa? Porque hace ocho días que Argentina recuperó las Malvinas, desembarco militar mediante.
Eduardo Sacheri toma la primera manifestación popular contra la dictadura del Proceso, el 30 de marzo de 1982, como punto de partida para su más reciente novela Demasiado lejos (Alfaguara), donde aborda la guerra de Malvinas en su totalidad.

Y lo hace construyendo un relato coral hecho de voces comunes, las de simples ciudadanos de a pie que se enteran de la noche (del primero de abril) a la mañana (del dos), literalmente, que Argentina acaba de recuperar Malvinas. Todo es sorpresa y euforia, felicidad y patriotismo hasta que ese diez de abril Galtieri, envalentonado vaya a saber por qué, dice lo que dice. Y lo que dice es batalla.
Eduardo Sacheri presentará Demasiado lejos este viernes, a las 20, en la Feria Internacional del Libro de Neuquén. En un extenso diálogo telefónico con Diario RÍO NEGRO, el autor, entre otros best sellers, de La pregunta de sus ojos, cuya adaptación cinematográfica dirigida por Juan José Campanella ganó el Oscar a Mejor Película Internacional en 2010, habló de su última novela, entre otros temas.
P: ¿Cómo te fue apareciendo esta novela sobre Malvinas?
R: La novela abarca en realidad desde los días previos al desembarco argentino y se extiende a lo largo de toda la guerra. La novela termina en el mes de junio del 82, luego de la rendición de las tropas argentinas. Y el tema de Malvinas, de la guerra de Malvinas, me parece un tema que nos ronda a los argentinos. La cuestión de Malvinas, la causa de Malvinas nos importa, nos sigue interesando, sigue siendo parte de nuestra identidad y nuestra simbología para los que tenemos cierta edad.
Yo personalmente tenía 14 años en el momento de la guerra. El acompañamiento que hizo la sociedad argentina de la guerra, el compromiso que asumió, esa difícil vecindad que implicó cuando el gobierno militar me parece que son temas interesantes sobre los cuales viene bien regresar desde la ficción.
La cuestión de Malvinas, la causa de Malvinas nos importa, nos sigue interesando, sigue siendo parte de nuestra identidad y nuestra simbología para los que tenemos cierta edad».
Eduardo Sacheri
P: ¿Cuándo empezaste a tener esta historia que finalmente terminaste escribiendo?
R: Es un proyecto que tendrá unos 3 o 4 años de preparación porque me exigió documentarme con profundidad acerca de la guerra. A veces cuando los temas son contemporáneos con nuestra propia vida, uno puede cometer el error de basarse en su propia memoria, basarse con sus propios recuerdos, y en realidad cuando se trata de procesos históricos tan complejos, es muy importante, me parece, documentarse con todo lo que fue la parte diplomática, la parte militar, la parte de los medios de comunicación, la parte de las reacciones de la sociedad. Todo eso lleva tiempo y es un background que necesitas para después, sobre eso, construir la ficción.
P: Teniendo en cuenta que sos licenciado en Historia y profe de Historia, ¿este trabajo previo te hizo descubrir cosas o ver cosas que no habías visto o algo que te sorprendiera o alguna novedad del tema a partir de esta elaboración? ¿Te encontraste con algo que te hizo mirarlo de otra manera?
R: Siempre te pasa porque la historia no es la memoria, la memoria es sobre todo una vocación sentimental, fragmentaria que condensa apenas en unos pocos elementos procesos mucho más complejos, y cuando uno se pone a investigar encuentra un montón de matices y un montón de momentos diferentes dentro de ese momento vertiginoso. Es decir, cuando el 2 de abril Argentina desembarca en Malvinas, nadie tiene demasiada idea de que vaya a provocarse una guerra contra los ingleses, lo que se siente, lo que se piensa, lo que se confía, es en que las Malvinas fueron recuperadas y punto. Y uno puede decir, pero ¿cómo? ¿Fuimos así de ingenuos de suponer que eso iba a tener una solución diplomática y que los británicos no iban a patalear militarmente? Bueno, pero así fue, recién con el transcurso de las semanas el ejército tiene que ir improvisando, porque no le cabe otra palabra, un dispositivo bélico de grandes proporciones y fracasan las acciones diplomáticas y la sociedad argentina va convenciéndose de que lo que se le viene encima es una guerra. Pero es un proceso, recién para fines de abril y te diría que recién cuando empiezan a caer las primeras bombas navales y aéreas británicas, el 1 de mayo del 82, es cuando se toma realmente conciencia de la hondura del conflicto y de que ese conflicto ha desembocado ni más ni menos que en una guerra.
P: La novela comienza con una manifestación en Plaza de Mayo, con disturbios, corridas, gases e inmediatamente viene la noticia sobre el desembarco en Malvinas. ¿Pensaste esa secuencia de manera deliberada, que Malvinas fuera una respuesta a ese descontento social creciente?
R: Probablemente en los planes de la dictadura militar no estuvo esa inmediatez que se dio en los hechos, porque realmente la primera gran manifestación de la CGT es el 30 de marzo y tres días después, el 2 de abril, es el desembarco. El gobierno militar viene preparando ese desembarco desde el mes de diciembre de 1981 y finalmente lo vienen practicando, lo vienen desarrollando Infante de Marina en la Patagonia, maniobrando y ensayándolo pormenorizadamente.
Es decir, la decisión de desembarcar en Malvinas es muy anterior a esa manifestación del 30 de marzo, pero lo que sí es indudable es que el clima social y político de la Argentina de marzo del 82 ya es un clima de fuerte antagonismo contra la dictadura en términos de reclamos salariales, en términos de reclamos por los derechos humanos, en términos de reclamos por llamar a elecciones, pero lo que genera el desembarco en Malvinas es que todo se pone en pausa y realmente se pone completamente en pausa hasta el final del conflicto. Son dos meses y medio de tregua absoluta.
La historia no es la memoria, la memoria es sobre todo una vocación sentimental, fragmentaria que condensa apenas en unos pocos elementos procesos mucho más complejos, y cuando uno se pone a investigar encuentra un montón de matices y un montón de momentos diferentes dentro de ese momento vertiginoso».
Eduardo Sacheri
Cuando uno analiza los papeles militares del asunto, la decisión estaba tomada. En realidad, lo que precipita el desembarco el 2 de abril es más que nada algo que en la novela yo no llego a tratar porque serían demasiados temas, pero unos días antes del 2 de abril, en las Islas Georgias, se presenta un conflicto diplomático porque unos marinos mercantes argentinos, que tienen que ir a desarmar una estructura metálica en las Georgias, izan una bandera argentina allí. Eso genera una protesta británica y el gobierno militar teme que eso genere un refuerzo de las defensas militares en las Islas.
Te diría que ese es el motivo que precipita un desembarco que a lo mejor hubiera tardado un mes más. De todas maneras, el desembarco, propiamente dicho, el 2 de abril, resulta exitoso desde el punto de vista militar. Lo que resulta un fracaso rotundo son las acciones diplomáticas que Argentina implanta en los días sucesivos porque la actitud en Naciones Unidas y en la OEA resulta ser absolutamente hostil hacia la Argentina, no solo por parte de Gran Bretaña o de los Estados Unidos, sino que en general la mirada europea y mundial, en general, no es favorable a la acción argentina y le cuesta mucho a la Argentina explicar diplomáticamente los fundamentos de la acción que acaba de tomar. Ahí es donde la Argentina pierde claramente la iniciativa.
P: Yendo a la estructura del libro, es un relato coral de ciudadanos comunes, de lo que uno podría llamar ciudadanos de a pie, unos parroquianos en el bar, dos o tres familias, cuyos hijos van a ser convocados como reservistas y eso une las historias. Uno tiene un taller, el otro una inmobiliaria, viven una vida cotidiana, incluso hombres comunes dentro de los militares porque el personaje de Molinero también es un militar muy común, por fuera de toda órbita importante, que va logrando ciertos aciertos. ¿Por qué la pensaste así, qué buscaste narrativamente en este coro de voces de ciudadanos comunes?
R: Era una opción contarla desde los grandes líderes y desde las personas con poder de decisión, digamos Galtieri, que era el militar presidente, o Costa Méndez, que era el canciller, o los otros militares miembros de la Junta, como Margaret Thatcher, o bien contarlo desde la gente común que también vivirá atravesada por la guerra. La guerra no sucedió a todos. Por supuesto que fundamentalmente a los soldados que debieron ir al sur a protagonizarla y a padecerla, pero la sociedad argentina de 1982 se vio completamente involucrada, todo el mundo. Y en ese todo el mundo, a mí me suelen interesar esos personajes pequeños, mucho más que los grandes personajes, digamos, que quedan en los libros.
P: Y en ese caso, ¿cómo trabajaste esa tónica, teniendo en cuenta tus primeras palabras en esta entrevista, la diferencia entre memoria e historia? ¿Cómo fuiste construyendo estos personajes? ¿Qué fuiste tomando?
R: Ese trabajo documental que te mencionaba más temprano, esto de leer los diarios, leer las revistas, ver los noticieros, te va permitiendo asomarte al sentido común de la época, a las reacciones más habituales, independientemente de que los personajes son inventados, y eso, un ámbito donde a mí me gusta jugar, me gusta crear, me gusta poner mi propia inventiva.
Sí me interesaba que hubiera una coherencia, digamos, entre esos personajes inventados y la gente de verdad que vivió en ese momento. De hecho, si yo lo pongo en relación con la gente de mi barrio, la gente de mi familia, la gente de mi colegio te diría que la enorme mayoría tranquilamente pudo tener actitudes y reacciones como las que se ven en la novela.
Me encanta que se junte un montón de gente alrededor de los libros, gente que lee mucho, gente que lee de vez en cuando, gente que lee poco, pero encuentra en las ferias del libro la oportunidad de leer un poco más».
Eduardo Sacheri, sobre la feria del libro.
Yo creo que lo que sucede en la novela es que parte de mis personajes son familiares de combatientes, unos cuantos de los personajes que aparecen en la novela, y naturalmente si vos tenías un hijo, un hermano, un novio en las islas, tu perspectiva sobre lo que estaba pasando en las islas se iba a cargar de preocupación, de dramatismo, de nervios y de temores.
Ahora cuando el personaje de Molinero se hace cargo de los mensajes que emite la dictadura militar, y cuando en el bar revisan lo que es la prensa, y lo que los diarios proyectan sobre la sociedad, yo creo que sí hay una imagen de triunfalismo muy marcada.
P: ¿Cómo habías pensado la estructura coral? Porque es un recurso que nos llevas de un escenario a otro, que de a poquito se van relacionando entre sí, pero contás los hechos desde distintos lugares muy diferentes unos a otros.
R: Sí, la idea es generar esa cosa polifónica en todo caso, de diferentes miradas y diferentes puntos de vista, y de las diferentes situaciones, no es lo mismo la fila de personas que están comprando en la verdulería, o los chicos que están en un acto patrio de una escuela, que una empleada de cancillería formada como personal diplomático, que naturalmente puede leer entre líneas la gravedad de los reveses que va recibiendo Argentina, y el modo en que la guerra se va encaminado hacia la derrota.
P: Estás formado en historia, pero escribís ficción basado en hechos históricos de la Argentina, ¿qué sentís que te permite contar una ficción?
R: Creo que la palabra clave es la libertad. Cuando uno escribe historia, un libro de historia, o da una clase de historia, intenta, porque es obligatorio, digamos que es lo que debe hacer, un rigor, un método, una consulta de fuentes, un revisar los trabajos de colegas que han escrito antes, y en todo caso ver qué puede aportar, y qué debe sostener de eso que han dicho los colegas. Es un discurso científico mucho más rígido, y eso no es una crítica, es una característica propia de la ciencia.
La literatura es un lugar mucho más libre, mucho más de creación, mucho más de juego, donde uno puede pensar en cosas del pasado reciente, pero de manera más emocional, más sentimental, más evocativa, y donde cada uno puede reaccionar por el lado que más le plazca, y poner eso que está leyendo en relación con sus propias ideas, sus propias vivencias, sus propios recuerdos.
P: Y sentís que, en el caso de este libro en particular, que te permite esa libertad que te da la literatura y la ficción, a vos te permitió contar cierto tipo de Malvinas que quizás no podrías hacerlo, o tendrías que hacerlo de otro modo, si lo escribieras como un libro de historia, ¿te diste la posibilidad de contar tu Malvinas o tu versión del 2 de abril, o tu forma de vivir y de contar esos sucesos históricos?
R: Sí, creo que la misma libertad que puede disfrutar el lector, la disfruta quien escribe. O sea, en el sentido de que no hay una pretensión de verdad, no hay un rigor metodológico, y eso también a mí me permite ser mucho más libre en cuanto a los caminos que voy buscando.
P: Publicaste Los días de la revolución (2022) y Los días de la violencia (2024), dos libros de historia justamente, ¿cómo sigue ese proyecto?
R: Hasta ahora publiqué dos, que abarcan la primera mitad del siglo XIX, y que tienen que ver con una gran pregunta, que es cómo se construyó la Argentina como país. El proyecto abarca otros dos libros, o sea, un cuarteto de libros en total, que llegan a principios del siglo XX, respondiendo precisamente a esa pregunta de cómo fue que se construyó la Argentina como país. De modo que probablemente el año que viene se publique el tercero, y luego el cuarto, como para terminar ese proyecto de divulgación histórica en su conjunto.
P: Y la misma pregunta recién, pero al revés, parados desde la otra vereda, si se quiere. Cuando tuviste que sentarte a escribir esos dos libros de historia, y pensando en estos dos que vienen, ¿qué cosas dejás, porque has escrito mucha más ficción que libros de historia, en los términos que estamos hablando, estos libros de historia, qué sentís que dejás de lado como escritor, ya no como historiador, a la hora de decir, bueno, esto no lo tengo que ficcionar, esto es historia.
R: Yo creo que la mayor exigencia es justamente tratar de explicar, esa es la palabra clave, llevarle a un público que no es experto en historia, un conocimiento complejo, arduo, difícil, lleno de matices, que en general se maneja dentro de una pequeña comunidad de especialistas que usamos una terminología muy específica y leemos una bibliografía muy específica y nos entendemos sólo entre nosotros. Sacarlo de ese pequeño círculo de expertos y ponerlo al alcance de un público masivo es muy difícil. Ahí está la dificultad principal de los libros de historia, respetar al mismo tiempo la complejidad de los académicos, que se han tomado un enorme trabajo investigando lo que han investigado, pero ponerlo al alcance de un público que no tiene por qué manejar ese nivel de especificidad. Creo que el gran desafío de la buena divulgación es ese, porque hacer mala divulgación es fácil, hacer buena divulgación no digo que yo lo logre, pero sin duda es un extraordinario desafío este difícil equilibrio entre proponerle al lector conocimientos profundos y complejos, pero de un modo llevadero, cercano y entendible.
P: ¿Qué significa para vos ser parte de una feria del libro?
R: A mí me gusta mucho, no creo que a todos los autores les guste en la misma medida, hay gente que es más tímida o retraída, y estas multitudes propias de las ferias del libro, a algunos nos gustan y a otros no tanto, yo pertenezco a los que sí, me gustan mucho, me encanta que se junte un montón de gente alrededor de los libros, gente que lee mucho, gente que lee de vez en cuando, gente que lee poco, pero encuentra en las ferias del libro la oportunidad de leer un poco más. Y además lo que nos une a lectores y autores es que nos gusta leer, y entonces ponernos a hablar de eso me parece que siempre es una excelente ocasión, porque la lectura en general suele ser una actividad silenciosa, introspectiva, individual, uno suele ser a solas y en silencio en general, entonces esto de juntarte, verte las caras, poder hablar de libros, no solo de los míos, sino de cosas que hemos leído, cosas que nos gustaría leer, me parece que es muy estimulante y yo lo disfruto mucho.
“Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Envalentonado, Leopoldo Fortunato Galtieri, teniente general, presidente de facto, dictador, le dice a una multitud impensada reunida allí en Plaza Mayo que están dispuestos a ir a la guerra. Que si los ingleses vienen a intentar recuperar lo que no les pertenece, pues acá habrá batalla. O lo que es lo mismo: una guerra.
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