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Milei, más neoliberal que anarco capitalista

Con aires noventistas, el libreto del nuevo gobierno incluye ajuste fiscal, privatizaciones, desregulación de mercados, y liberación de precios. El propio presidente usó el eufemismo "estanflación" para advertir que habrá alto desempleo y la inflación será mucho mayor.

“Una agrupación no madura y fácilmente infiltrable”. Así calificó Mauricio Macri a La Libertad Avanza en el cierre de campaña de Patricia Bullrich rumbo a las elecciones generales de octubre.
Las dos primeras semanas de Javier Milei como presidente electo confirman de facto la definición. La inexperiencia al momento de comunicar, la desprolijidad en la negociación de cargos, y el notorio giro discursivo respecto a la campaña electoral, hablan de una evidente adolescencia política libertaria.


En solo 15 días y cuando aun no asumió el poder, el presidente electo ya tuvo dos titulares de ANSES, dos presidentes del Banco Central renunciados, una ministra de Seguridad que luego fue ministra de Trabajo y volvió a ser de Seguridad, y un ministro de economía que está en las antípodas de lo que Milei prometió que venía a hacer.


A ello hay que agregar que el perfil del presidente aun no asumido Javier Milei comienza a tener manifiestos aires noventistas, y el perfil de su gobierno empieza a ser más ortodoxo que libertario. La designación de Luis Caputo es en sí misma la capitulación de Javier Milei en relación a la dolarización y a la intención de “prender fuego el Banco Central”. Es buena noticia. Al momento de enfrentar la gestión económica, la racionalidad le gana al discurso para la tribuna.


Las ideas disruptivas quedarán guardadas para una mejor ocasión, o para un escenario político más propicio. En lo inmediato en cambio, las medidas que el propio presidente electo comienza a desplegar, se parecen mucho más al neoliberalismo del Consenso de Whashington que a las ideas anarco capitalistas con las cuales los libertarios accedieron al poder.


Más finanzas, menos economía real



Si hay una idea que logró instalar Javier Milei como base de sustento de propuesta política, es que hace falta iniciar un proceso de revisión del gasto público, reducción de partidas y dependencias del estado, y eliminación del déficit fiscal. A priori se trata de nobles objetivos.


Con todo, la figura de Luis Caputo al frente de economía, es toda una señal de concepción ideológica acerca de cómo gestionar la macro. Se trata de un banquero de estrechos vínculos con las finanzas internacionales y de extensa trayectoria en fondos de inversión norteamericanos.

Elegido. El financista al que Milei supo endilgar el «despiole de las Leliqs» es el designado para conducir la economía.


En pocas palabras, lo que viene es una mirada financiera de la economía en la que las tasas de retorno, los flujos de capitales, los instrumentos de inversión financiera, las opciones de colocación de deuda o los fondos de inversión, tendrán prioridad por sobre la capacidad instalada de la industria, la logística de proveedores, el nivel de empleo, o los incentivos a la producción de bienes y servicios.


“Mi prioridad es evitar la hiperinflación”, manifestó Milei esta semana. Su enfoque se posa únicamente en la matriz monetaria y en la necesidad de desactivar “la bomba de las Leliqs”.
Lo que sorprende, es que para desactivar la “bomba” designe como ministro a uno de los encargados de crearla.


En una nota publicada por diario El Cronista el 30 de octubre de 2018, el actual presidente electo Javier Milei expresaba: “Las Leliq no nacieron de un repollo, sino que las mismas se han convertido, junto a la venta de dólares, en uno de los instrumentos utilizados por el BCRA para desarmar la posición de Lebac.

La solución que Caputo parece traer abajo del brazo, no es otra que aquello que mejor sabe hacer: tomar deuda.

En este sentido, el stock a inicios de 2018 de Lebac de $ 1,1 billones fue desarmado con una emisión de dinero compensada con venta de dólares por $ 480 MM y colocación de las Leliq en bancos por 620 MM”. En el lapso citado por Milei, Luis Caputo fue ministro de finanzas y presidente del Banco Central.


A fines de ese mismo año en una recordada entrevista televisiva, Milei fue mucho más explícito. “Caputo se fumó más de u$s 15.000 millones. Terminamos en el FMI, se fumó u$s 15.000 millones de reserva irresponsablemente, y ahora nos deja este despiole de las Leliqs”, sentenció en su habitual tono exaltado.
Es esa misma persona, la que el presidente acaba de designar para solucionar el problema que, según Milei, el propio Caputo ayudó a crear.


La solución que Caputo parece traer abajo del brazo, no es otra que aquello que mejor sabe hacer: tomar deuda. En su gira por los EEUU, el futuro ministro se dedicó a tender puentes con fondos de inversión, a fin de obtener los u$s 20.000 millones que estiman, serían necesarios para desactivar las Leliq y abrir el cepo cambiario.


Nueva era: menos estado



El desmantelamiento del estado que planea llevar a cabo Milei, no se trata solo de partidas presupuestarias o desregulación de los mercados. Es más bien un cambio de paradigma integral en relación al rol del estado, que alcanza a la economía como una parte esencial, pero que abarca también la seguridad, la salud, la educación y la matriz social.


Quien mejor expresó esa nueva concepción esta semana, fue la futura ministra de relaciones exteriores Diana Mondino. En un evento realizado por la Unión Industrial Argentina (UIA), la futura funcionaria desafió a los empresarios presentes de cara a lo que se avecina.

“Por qué en gasoducto tenía que ser estatal. Uno del público que me diga una razón. Son empresas petroleras grandotas que se lo venden a empresas de energía grandotas. ¿Por qué el caño lo pagamos entre los 47 millones de argentinos”, los interpeló la futura canciller.


Minutos después redobló la apuesta y les advirtió: “En enero y febrero el que no tenga un generador, vaya comprandoló eh… Porque si se llega a reactivar un poquito la industria, no hay pa’ todos”.


Las definiciones de Mondino omiten el hecho de que esas empresas “grandotas” jamás tuvieron un atisbo de intención de invertir por cuenta propia en el gasoducto. La razón es sencilla, no entra en sus ecuaciones de costo beneficio. Por el contrario es el estado el único capaz de advertir que una inversión semejante permite ampliar la infraestructura para la prestación de un servicio esencial como el gas. Es la razón por la que el gasoducto se paga entre todos.

Ninguna empresa petrolera “grandota” hubiese incurrido en el costo hundido en el que se embarcó YPF para dar el puntapie inicial a Vaca Muerta.


Mal que les pese a los cultores de la renovada ola privatista y privatizadora, tal fue la secuencia que dio origen a lo que hoy conocemos como Vaca Muerta. Ninguna empresa petrolera “grandota” hubiese incurrido en el costo hundido en el que se embarcó YPF para dar el puntapie inicial sobre el que luego se montaron las empresas privadas.


El gobierno que viene pondrá en marcha una retirada masiva del sector público de todos aquellos lugares en los que el estado supo participar, intervenir y opinar en los últimos años. El estado dejará de estar presente, y dejará en manos del mercado la asignación de los recursos.


Nafta sobre el fuego



Con un estado que se presentará a sí mismo como “ausente”, una pregunta recurrente durante las últimas dos semanas, es “qué habría sucedido con la economía si el resultado del balotaje hubiese sido el inverso”. ¿Había otro camino hacia adelante que no sea este que avizoramos?


El interrogante no solo es imposible de responder, dado que se trata de un ejercicio contra fáctico. También es inútil. No tiene sentido siquiera pensar que “qué hubiese pasado si…”.


“La economía ya era un incendio antes de las elecciones de noviembre”, expresó esta semana un conocido analista. Difícilmente alguien puede discutir demasiado la sentencia. Nadie puede desentenderse del estado de situación que ya arrastraba la economía. A saber, cepo cambiario, tarifas atrasadas, inflación del 150% anual, pobreza del 42%.

La batería de medidas que ya anuncia Milei en materia de precios, habilitan a pensar que sobre el fuego existente caerá material inflamable.


Sin embargo, hay diferentes formas de intentar apagar un incendio.
Alguien podría decir con razón que las estrategias utilizadas hasta el momento para contener el fuego de la inflación, no dieron el resultado esperado. Lo cierto es que la batería de medidas que ya anuncia Milei en materia de precios, habilitan a pensar que sobre el fuego existente caerá material inflamable.


Vale la pena repasar brevemente lo que el presidente electo ya ha anunciado para comprender el impacto real que tales medidas tendrán al ser aplicadas todas juntas luego del 10 de diciembre próximo.


Se desregularán los precios de los servicios públicos y se eliminará todo tipo de subsidios sobre las tarifas. Ello implicará de inmediato aumentos de la luz, el gas, y la electricidad.


•Se liberará el precio de la medicina prepaga y de los servicios de comunicación como internet y tv por cable.


Se actualizará el precio de los combustibles para colocarlos en un nivel acorde al precio internacional. Ello impactará en el precio del transporte, tanto de pasajeros, como de mercaderías, lo que se trasladará al precio en góndolas de todos los bienes, en especial de la canasta básica.


Se derogará la ley de alquileres, liberando el precio a la negociación entre partes y en la moneda que las partes designen.


Se unificará el tipo de cambio, lo que implicará una fuerte devaluación del tipo de cambio oficial, que sin duda se trasladará a precios.


No hace falta ser especialista para advertir que se avecina un complicado primer semestre en 2024. Carlos Rodriguez, uno de los asesores económicos que abandonó el barco de la libertad antes de zarpar, molesto con el papel protagónico de Macri, lo expresó con crudeza en una entrevista con Luis Novaresio: “Yo prefiero que todo se vaya a la santa m… pero que todos paguen acá adentro. Que sufran. Hay que sufrir para que se aprenda que las cosas cuestan”, afirmó.


Estanflación y herencia



Otra de las definiciones de Milei esta semana, fue su pronóstico de “estanflación”. No tardaron en abundar las definiciones respecto al significado de la palabra, y su interpretación en la actual coyuntura.
La lectura más común señaló que hace una década que Argentina no crece y que a la vez mantiene una inflación promedio de 25% anual.


Las reacciones se enardecieron aún más cuando fue la actual vice presidenta Cristina Fernández la que refirió al tema, citando un discurso en la Universidad de Río Negro, en el pasado mes de marzo, cuando anticipó que podía avecinarse un escenario de estanflación. Economistas, periodistas y futuros funcionarios, no tardaron en señalar la responsabilidad de Cristina en el estado actual de la economía.


No obstante, resulta que la definición más estricta de de estanflación no refiere solo a la falta de crecimiento económico combinada con una elevada velocidad de incremento de precios. Describe más bien a una situación de fuerte aumento de la tasa de desempleo en combinación con altas tasas de inflación.

Cuando Milei anuncia estanflación, lo que está anticipando es un escenario con desempleo de dos dígitos e inflación de cuatro cifras.


Stop. Tal definición no encuadra en la descripción de la coyuntura actual. Si algo ha logrado sostener la economía argentina en los últimos años, incluso con la salvedad de la informalidad laboral, es el nivel de empleo.


En otras palabras, cuando Milei anuncia estanflación, lo que está anticipando es un escenario con desempleo de dos dígitos e inflación de cuatro cifras. Se trata de un estado de situación mucho más difícil que el que pueda endilgarse a cualquiera de los gobiernos en la última década y media.


En vísperas de la asunción del nuevo gobierno, y ante el tenor sus propios pronósticos, resulta al menos inocente imaginar que se apele a “la herencia” como único relato de situación.
Quienes durante cuatro años se negaron a aceptar el “ah pero Macri” como matriz argumental, probablemente encuentren serias dificultades para instalar el “ah pero Massa” como fundamento para las consecuencias de un programa que se anticipa prematuramente dañino al tejido social.


El interrogante es el costo de oportunidad de afrontar el proceso de ajuste. Qué, quiénes y cómo quedarán en el camino. “La única billetera abierta será la del ministerio de capital humano, para poder contener a los caídos del ajuste”, indicó Milei esta semana. Elocuente.
Es la hora de la verdad. El momento en que Javier Milei deberá asumir la metamorfosis que emprendió rumbo al poder. El costo de la praxis de gobierno es sin duda mucho más alto que el de las opiniones en un panel de televisión o en una pieza de Tik Tok.

Dato

1.800%
Uno de los pronósticos de inflación anual que ha realizado el presidente electo de la Nación, Javier Milei.

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