Deudas de Malvinas

A pocas horas de que el país conmemore los 36 años del inicio de la guerra de Malvinas, es positivo ver que los estados argentino y británico pudieron ponerse de acuerdo para comenzar a saldar al menos algunas de las deudas humanitarias que dejó el conflicto.

El emocionante viaje relámpago que realizaron hace unos días 214 familiares y allegados a soldados argentinos caídos en combate junto a funcionarios de gobierno para la ceremonia en el cementerio de Darwin, donde se logró identificar a 90 combatientes argentinos enterrados hasta entonces en tumbas anónimas (entre ellos tres rionegrinos), representó un acto sanador para sus seres queridos y la comunidad en general, que siguió de cerca esta reparación histórica.

El acto fue la coronación de un impresionante trabajo realizado por el Equipo Argentino de Antropología Forense, con ayuda del Comité Internacional de la Cruz Roja, que durante más de un año exhumaron 121 tumbas y analizaron 122 cuerpos para ponerles nombre y apellido a quienes estaban enterrados bajo la leyenda “soldado argentino sólo conocido por Dios”. La tarea fue posible gracias al enorme empeño del militar británico Geoffrey Cardoso, que en 1983 se ocupó de enterrar los cuerpos; el excombatiente argentino Julio Aro, principal impulsor de las identificaciones; la periodista Gabriela Coffici, quien logró involucrar al músico y cantante Roger Waters en promover la iniciativa, y el empresario Eduardo Eurnekian, quien financió el viaje. Un acuerdo político entre los gobiernos británico y argentino, consensuado con los kelpers que habitan las islas, le dio el marco institucional a la tarea.

La ceremonia culminó un proceso de años, con trabas y contramarchas, pero que finalmente permitió dar respuestas y un cierre al duelo de cientos de familiares de los caídos, muchos de ellos ya ancianos y que arrastraron durante toda su vida la incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos que en 1982 fueron llamados a combatir, en varios casos con escasa preparación militar, en una aventura bélica improvisada por una dictadura en decadencia que buscaba legitimarse apelando a una causa histórica sentida por los argentinos.

Si bien los contactos comenzaron durante el gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, no fue sino hasta la administración de Mauricio Macri que la iniciativa logró avances palpables. El gobierno de Cambiemos dio un giro respecto de la política dura y confrontativa sobre Malvinas del kirchnerismo, buscando retomar el diálogo con el gobierno británico y establecer puentes de confianza con los isleños. Un acuerdo firmado en el 2016 trazó una “hoja de ruta” de acercamiento con Londres que tenía como ejes la identificación de los soldados NN, la cooperación en materia pesquera e hidrocarburos y la reinstalación de los vuelos al continente. El texto fue muy criticado por el kirchnerismo, que esta semana volvió a acusar al gobierno de usar políticamente el viaje humanitario y de “poner en riesgo la soberanía nacional” y la reivindicación de territorios argentinos del Atlántico Sur “para beneficiar intereses británicos”.

Más que la retórica y la intransigencia nacionalista, es claro que el diálogo constructivo y la diplomacia son la única forma de lograr avances sustanciales en las deudas que aún tiene el Estado argentino con quienes dieron su vida en Malvinas. Entre ellas la identificación de 31 cuerpos que aún permanecen como NN y una conexión aérea directa entre las islas y nuestro país. En este punto, reconocer a los kelpers como actores políticos luce inevitable, sin que ello implique abandonar el irrenunciable reclamo de soberanía en todos los foros internacionales.

Y a nivel interno, definir políticas de Estado hacia los veteranos y sus familias, como la actualización y reconocimiento de pensiones entre 1982 y 1992, cobertura social y contención a quienes sufrieron traumas en el conflicto (que aún provocan graves enfermedades y suicidios entre los excombatientes) y agilizar las respuestas de PAMI, Anses y el Ministerio de Defensa a quienes defendieron con heroísmo nuestro país.


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