El fiasco energético argentino

ANDRÉS OPPENHEIMER (*)

Un año después de la nacionalización de YPF, la empresa petrolera más grande de Argentina, lo que muchos temíamos se ha vuelto realidad: la producción de la compañía está cayendo, sus deudas aumentan y sus directivos acaban de darse un generoso aumento salarial. Es una película que ya hemos visto muchas veces –de manera más reciente en Venezuela, Bolivia y Ecuador–, pero el hecho de que haya tantos gobiernos latinoamericanos que insistan en medidas seudonacionalistas que han fracasado en todas partes no deja de ser sorprendente. Según los datos oficiales de YPF, la producción de gas de la empresa cayó un 3,7% en el primer trimestre de este año, mientras su producción de petróleo lo hizo en un 0,7% en el mismo período. En el último año la producción de energía de YPF cayó un 0,6% a partir de niveles ya bajos del año anterior, según las cifras oficiales. Esto dista mucho de las promesas de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de que la estatización de YPF haría aumentar la producción de la empresa, pondría fin a las importaciones de energía y permitiría “recuperar nuestra soberanía”. Para empeorar las cosas, un artículo del diario “Clarín” señala que la junta directiva de YPF se acaba de asignar un aumento del 67%. Fuentes de la compañía me dicen que en realidad la suba real fue menor (el cálculo de un 67% surge de comparar los salarios de este año con los de un período de nueve meses del año pasado), pero sigue siendo significativa para una empresa en apuros. Es cierto que la decadencia de YPF no empezó cuando Cristina Fernández de Kirchner nacionalizó gran parte del paquete accionario del grupo español-australiano encabezado por la compañía española Repsol a principios del año pasado. La producción de YPF había estado cayendo durante varios años y siguió haciéndolo después de que el grupo encabezado por Repsol la compró en el 2008. Argentina –que antes era un país exportador de energía– tuvo que empezar a importar hidrocarburos en el 2010. El gobierno de Fernández dice que Repsol había “vaciado” YPF, sin invertir en nuevas exploraciones y retirando excesivas ganancias. Repsol, a su vez, afirma que los controles de precios del gobierno asfixiaron sus finanzas pero que la empresa española, no obstante, invirtió abundantemente en exploración y descubrió los campos de Vaca Muerta, la reserva de gas más grande de Argentina. Repsol está demandando a Argentina por una cifra que se cree que podría alcanzar los 10.500 millones de dólares. En el primer aniversario de la expropiación de YPF, ocho exministros de Energía de Argentina publicaron una declaración conjunta denunciando que la política energética de Fernández y su difunto esposo Néstor Kirchner ha sido “consumir irresponsablemente sin invertir para reponer stocks”. Como consecuencia, dijeron, Argentina está produciendo un 25% menos de petróleo y un 13% menos de gas que en el 2003. Aunque critican la administración de Repsol, los ocho exfuncionarios dijeron que “la expropiación del paquete mayoritario de las acciones de Repsol el año pasado no ha resuelto el problema y va camino a empeorarlo”. Debido a que Fernández no pagó por la expropiación, al país le resultará difícil atraer inversores para la exploración de petróleo y gas, dijeron. En un testimonio reciente ante el Congreso de Estados Unidos, el experto en energía de la Universidad de Texas Jorge R. Piñón advirtió que “si se le permite a Argentina implementar estas políticas sin tener que enfrentar las consecuencias, el Estado de derecho se verá seriamente debilitado y se creará un efecto dominó en otros países latinoamericanos”. Ahora el gobierno argentino está anunciando triunfalmente que Chevron invertirá en los depósitos de Vaca Muerta (lo que prueba una vez más aquello de que las empresas petroleras no se guían por la ideología sino por la geología). Pero fuentes de la industria dicen que la inversión de Chevron, si se concreta, será muy inferior a la que necesitará Argentina para revertir su declive energético. Mi opinión: aunque hay casos de empresas petroleras estatales que son exitosas, como Statoil, de Noruega, la expropiación argentina de YPF es un caso de manual de lo que ocurre cuando un gobierno populista con pocos contrapesos institucionales nacionaliza una gran empresa. Uno podría pensar que la mala experiencia de la estatización de YPF, así como el fiasco de la nacionalización de Aerolíneas Argentinas, le habrían enseñado una lección a Cristina Fernández. Pero mientras escribo estas líneas estoy leyendo que la presidenta acaba de expropiar la compañía ferroviaria Tren de la Costa. No hace falta perder mucho tiempo tratando de adivinar cómo terminará eso. (*) Analista internacional


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