¿El fin de la «revolución»?

Análisis

Con una muchedumbre enardecida en la calle reclamando su renuncia, el año 2021 parece una meta bastante lejana para el presidente Hugo Chávez, alma, vida y corazón de la «revolución bolivariana, pacífica y democrática».

Alguna vez el mandatario fijó el 2021 como el año de su retiro político. Chávez no imaginaba que en apenas tres años y dos meses tendría que enfrentar una ola opositora que estalló ayer poderosa en la calle. El mensaje era uno solo: «Vete ya».

El combustible que inflamó la nueva manifestación opositora fue el conflicto laboral en la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), cuyos empleados rebeldes se negaron a aceptar la imposición de una junta directiva encabezada por un economista que por años despotricó contra la empresa, Gastón Parra.

Como Zeus desde su trono, Chávez despidió el domingo a través de una cadena de radio y televisión a siete gerentes rebeldes y jubiló a otros 14. «Muchas gracias, están despedidos», dijo Chávez, con una inmensa sonrisa de triunfo. Ni con la convocatoria a una huelga general cambió de actitud.

Ya Chávez había mostrado su tozudez el 10 de diciembre pasado, cuando la organización empresarial Fedecámaras llamó a una huelga de un día para pedir la rectificación de un paquete de leyes aprobadas por el gobierno. La respuesta fue un ruidoso «no». En esta ocasión, empresarios y sindicalistas se unieron en una protesta ampliada por tiempo indeterminado.

Después de tres años de fustigar a la oposición, a los medios de comunicación, a la Iglesia Católica, a sindicalistas, a estudiantes, a empresarios, a Chávez le resulta difícil negociar

Chávez siempre basó su fuerza en la presencia de sus partidarios en la calle, en el apoyo popular, pero ante la marea opositora el respaldo al gobierno comenzaba a flaquear. Apenas en septiembre pasado Chávez contaba con un 80% de popularidad, que le permitió ganar siete elecciones, aprobar una nueva Constitución, reformar las leyes y hasta cambiarle en nombre al país por el de República Bolivariana de Venezuela.

Sin embargo, su personalidad explosiva, su carácter intolerante y sus simpatías por modelos socialistas como el cubano le hicieron perder apoyo.Hoy, el líder de la revolución bolivariana está cercado por un creciente movimiento opositor y el descontento en las Fuerzas Armadas.

Sólo un drástico cambio de rumbo le permitiría sobrevivir en el gobierno al autoproclamado «defensor de los pobres».


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