El maestro de la escuela albergue que busca el regreso de los alumnos

Hace casi dos meses que la rutina de Ramiro Chazarreta cambió. Pasó de despertar a los 15 niños y niñas de entre seis y 12 años que asisten a la escuela albergue 173 de Huantraico para que vayan a desayunar a pensar cómo lograr que vuelvan a tener clases. Es que a fines de junio, una pérdida de gas provocó un incendio que consumió la cocina y el comedor.

Desde ese momento se han sucedido las reuniones entre funcionarios, aunque ninguna solución momentánea parece ser la adecuada. Entre las opciones que barajaron estuvo la de que la escuela funcione en el “patio salesiano” de Chos Malal, pero desde la comunidad educativa respondieron que las instalaciones no eran las adecuadas para que los estudiantes vivan.

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Sin embargo, hay un problema mayor que llevó a rechazar la oferta y es que Chos Malal se encuentra a 120 kilómetros de la escuela. El tema de la lejanía no es menor en el norte neuquino. Para que cada chico llegue a estudiar se hacen traslados que duran entre 10 y 12 horas. Una sola camioneta 4 x 4 en la que viajan el chofer, la docente y hasta tres alumnos va y viene entre las casas y el colegio, atravesando caminos escarpados y muchas veces cubiertos de nieve.

Los chicos pasan más tiempo en la escuela que en sus casas. Cada 10 días vuelven con sus familias, donde se quedan cuatro. Los docentes también, pero en el caso de Ramiro el tiempo con la familia no se divide por el trabajo, ya que su pareja, Katia Jarpa, es la maestra de música, por lo que comparten su vocación conviviendo con el hijo de ella y la hija de ambos.

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Pero su familia es más extensa que ellos cuatro. “La escuela albergue no es solamente la parte pedagógica, se entablan lazos, estamos las 24 horas con los chicos”, sonríe Ramiro y resaltó que en los parajes las escuelas albergue son los lugares de socialización porque, cuando están en sus casas, el vecino más cercano está a unos 10 kilómetros.

Enseñar a hacer las camas, controlar que todos se laven los dientes y que hagan las tareas es parte del trabajo diario, aparte de las clases que arrancan cuando suena la campana. Después del almuerzo llega la hora de educación física, música o plástica. A la merienda le siguen caminatas, talleres de educación sexual integral y un momento de ocio con un libro o viendo una película. No hay un minuto para aburrirse.

“La escuela para nosotros es un hogar”, coincidieron los trabajadores y los pequeños alumnos.

Viajaron 400 kilómetros para llevar su reclamo al CPE

Ayer a la mañana madres, docentes y alumnos se subieron a una camioneta y recorrieron los casi 400 kilómetros que los separaba de Neuquén capital para poder hablar de su escuela con autoridades del Consejo Provincial de Educación.

Después de una hora de reunión, se acordó que las autoridades vayan hoy a la escuela 173 para pensar soluciones y retomar las clases, lo que debería haber ocurrido el 6 de agosto. Un incendio que acabó con la cocina y el comedor a fines de junio lo impidió.

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“Hace tiempo que venimos denunciando el estado de las escuelas rurales. En este caso el siniestro se produjo cuando hacía un mes que se reclamaba la recarga de gas. Finalmente se hizo y se produjo el incendio”, explicó el secretario de ATEN Chos Malal, Sergio Mendoza y agregó que los controles posteriores encontraron pérdidas de gas en la red.

A este problema se le suman otros que esperan resolver con la visita oficial de hoy: demoras en la recarga de los zepelín, falta de transporte y de combustible para el grupo electrógeno.