El nivel de ejercicio adecuado

La vida sedentaria es perjudicial para la salud en general y para la cardiovascular en particular, pero desplegar una intensa actividad física de repente y sin control puede terminar siendo un factor más de riesgo.

No es difícil imaginar a un oficinista de 40 años, tal vez algo excedido de peso, que a sabiendas de que el sedentarismo es un factor de riesgo cardiovascular piensa de pronto: «Voy a cuidarme, empezaré a hacer ejercicio», y sale a jugar un partido de fútbol el fin de semana. Tampoco es difícil imaginar que este hipotético señor sea fumador y encienda un cigarrillo mientras espera entrar a la cancha. Además, recién acaba de almorzar, y no poco (es un día de fin de semana); y de entrenamiento previo, ni hablar: ¿Es la suya una buena forma de reducir el riesgo cardíaco?

Efectivamente, todo lo contrario. Para decirlo crudamente, fumar antes de ese partido aumentará 7 veces su riesgo de sufrir un infarto en la cancha, y no haber hecho una buena digestión, entre 2 y 3 veces más.

«Estadísticamente es un riesgo hacer ejercicio sin ningún tipo de control –advierte el Dr. Roberto Peidro, médico cardiólogo, Director del Centro de Vida de la Fundación Favaloro –, aunque esto depende de las características de la persona. Si hace 20 años que está inactivo y además tiene algún otro factor de riesgo, tiene que hacerse evaluar antes».

«El ejercicio y el deporte son buenos para la salud, son factores de prevención, y de ninguna manera hay que limitar eso, pero la persona tiene que conocerse antes de iniciar el ejercicio». Es que para una persona de 25 años que no fuma ni tuvo problemas de colesterol, de presión ni de diabetes, las probabilidades de sufrir un episodio cardiovascular serán muy bajas (aunque «lo ideal es que también se controle», según aclara el especialista), pero con las circunstancias cambia el panorama: «Lo primero que se debe hacer es chequear al paciente para ver si puede realizar el ejercicio físico que desea, y darle las pautas para que deje de fumar y para que pueda bajar de peso y adoptar estilos de vida que le permitan llevar una vida más saludable y rendir más en el deporte que va a hacer», explica el Dr. Peidro.

 

La intensidad justa

Más que los deportes altamente vigorosos, es el ejercicio de un nivel «moderado» hacia «intenso» el que más beneficios ha demostrado. Peidro explica que «según ciertas definiciones, jugar un partido de fútbol a la semana sin tener entrenamiento previo es sedentarismo –e incluso, como se vio, puede aumentar el riesgo– porque hacer ejercicio sería hacerlo en el tiempo libre dos veces por semana o más».

Otro de los parámetros que dependen de cada persona en particular es el nivel y las características del ejercicio que hay que realizar para que sirva verdaderamente como factor de prevención: «Cualquiera puede practicar deportes como tiro o golf, pero en los de moderada estática y dinámica es necesaria una evaluación previa, sobre todo si tiene más de 35 años». Una de las escalas que permiten conocer la intensidad del ejercicio es la de Borg, en la que «1» representa un nivel de ejercicio muy leve (tal como caminar mirando vidrieras). El Grado 2 ya implica sentir algo de cansancio, pero permite seguir hasta 2 horas.

Los grados 3 y 4 coinciden con el llamado «umbral anaeróbico»: por debajo de eso se está actuando con metabolismo aeróbico, oxidativo, y se obtienen los mayores beneficios. Son los más efectivos en la prevención de la enfermedad cardiovascular.


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