El problema de la inequidad impositiva

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Las políticas sociales se financian, como todo gasto, con impuestos, presentes futuros. Es interesante observar la estructura tributaria, de modo de ver no si se pueden aumentar impuestos en medio de una recesión –sería un error que ahondaría el problema– o si se deben aumentar los impuestos a la salida de una recesión –como ocurre en la actualidad– sino si se puede revisar su estructura a mediano plazo. El sistema tributario nacional se centra en algunos impuestos como IVA, Ganancias, retenciones a las exportaciones e impuesto al cheque, más las contribuciones a la seguridad social. Entre los cinco aportaron en el 2009 el 89,3% del total. Ninguno de los impuestos grava stocks de riqueza y todos gravan la actividad económica, es decir la producción, y por ende, directa o indirectamente, el empleo. Desde una perspectiva de equidad, sería oportuno que el sistema tributario fuera más progresivo, y para ello, los impuestos a la riqueza son los más justos y a la vez no distorsivos, pues no afectan las decisiones de inversión de los agentes económicos. En este caso, en nuestro país el impuesto a los Bienes Personales ha aportado en el 2009 apenas el 1,3% del total recaudado por la AFIP, con $ 4.041 millones, sobre un total de $ 304.930 millones. Las provincias también gravan riqueza sobre automotores y propiedades, pero recaudan apenas algo más que la Nación. Esto deja en evidencia las inequidades del sistema impositivo y los consecuentes límites de la política social. El efecto es doblemente negativo desde la teoría tributaria. Es ineficiente pues se grava poco los stocks y en su lugar se recarga el gravamen sobre los flujos (impuesto a las Ganancias de Sociedades). Por otro lado, es inequitativo, pues los más carecientes pagan más por los impuestos indirectos y los más ricos pagan menos por su riqueza. En definitiva, existe margen para modificar esta situación, pasando a una estructura tributaria más competitiva, eficiente y equitativa que estimule la inversión, el empleo y la equidad en lugar de gravar tibiamente el stock de riqueza.