La historia de Andrés, entre el yoga y el remo

El canotaje competitivo vive un recambio en la región. Andrés Ameglio, reconocido instructor de yoga que vive en Balsa Las Perlas, se sumó hace poco a la actividad. Aquí explica cómo se conjugan esos dos mundos, que a simple vista parecen opuestos.

Entre los cientos de remeros y remeras que corrieron la última regata del Río Negro, hubo uno que llamó la atención de sus pares y de los que miraban desde la orilla: “¡Mirá como va sentado, bien derechito!”, coincidían en los comentarios. Ese “derechito” es Andrés Ameglio, neuquino, un representante del nuevo canotaje. De los que se suman con una mirada que va más allá de competitivo.


La alineación con la que rema se explica porque practica yoga desde hace años. “Ahora hago las asanas pero arriba del bote”, le explicó con una carcajada a RÍO NEGRO. Con sus 32 años, Andrés se ve demasiado joven como para que le digan maestro, pero tiene un profundo conocimiento sobre la disciplina oriental.

Dicta clases a diario, se capacitó en la India y forma instructores en la región. En el 2020 empezó con el canotaje desde un K1. En enero pasado se dio el gran gusto de correr y completar la regata del Río Negro, con mínima experiencia previa. Ganó hace un par de semanas la del Limay, pero no olvida que el año anterior llegó último y se dio vuelta varias veces.

Andrés describió como se conjugan los dos mundos: el contemplativo del yoga y el de la competencia en velocidad del canotaje.

P – ¿Qué tienen en común el yoga y el kayakismo?
R –
Saber relajarse, saber mover el cuerpo de una manera íntegra. No es un deporte de brazos, como piensan a simple vista. En el kayak trabajas todo el cuerpo y mucho la rotación del torso con eje en la columna. Todo lo que cultivé internamente con el yoga, en la soledad de las asanas (posturas) y pranayamas (ejercicios de respiración) me fortalecieron para ir al mundo de la competencia desde un lugar más sano. El yoga te habilita para aprender rápido, y para hacerlo desde un lugar positivo.

Ameglio, en una de las asanas; posturas que lo ayudan luego en el río.


P – ¿Cómo surgió la decisión de agregarle canotaje al yoga?
R –
Muy natural, porque vivo cerca del río, en Balsa Las Perlas. Hace seis años, con quien era mi compañera, nos compramos un kayak doble para pasear. Así conocimos el río y sus islas desde adentro. Fue algo recreativo. Hace un año me compré un bote individual. Primero me daba vueltas, pero es hasta que encontrás el equilibrio. Me anoté a lo kamikaze en una carrera. Se me ocurrió meterme en la regata del Limay para conocer el mundo del canotaje y vivir la experiencia.

P – ¿Y cómo resultó la experiencia de competir?
R –
Es como cuando te tirás a nadar y apenas sabés flotar. Llegué último y me di vuelta varias veces. Fue un desafío mental, adrenalina y nervios. Ahí me dije: tengo que aprender. Era una necesidad de expandirse, porque en yoga estás mucho para adentro.

P – ¿Aprendiste solo o tuviste un maestro en canotaje?
R –
Así como aprendí yoga y su técnica con un maestro, lo mismo pasó con el remo. Di con Pascual Orellana, que ha corrido mucho en alta competencia y creó el Club Río Limay en Las Perlas. Lo tenía ahí, cerca de casa. Lo primero que te enseña Pascual es a alinearte en el bote. Dice que desde la cabeza hasta el asiento te atraviesa un eje y que tus movimientos tienen que ser de forma natural, relajados. Es lo mismo que nos planteamos en yoga.

P – Explicanos cómo es tu vínculo con el río.
R –
Es algo que siempre me atrajo mucho. Pasear por las islas, el silencio; o el ruido del agua y los animales que cruzás. Desde el río te movés con muchos elementos: agua, sol, viento, conocés las corrientes, todo eso es muy potente. El río templa el carácter de las personas, estás en un marco ideal, al aire libre en medio de la naturaleza y sin tiempo.

A sus 32 años, se siente joven para que le digan maestro, pero tiene un profundo conocimiento sobre la disciplina oriental.


P – ¿Cuándo conectaste con el yoga?
R –
Empecé hace 12 años y llevó 8 enseñándolo. Le dedique mucho tiempo a la exploración en asanas. Yoga tiene el objetivo de comprender al ser humano. Algo que también me aporta el deporte y todo lo que uno vive. Cómo interactuás con el resto. Con el yoga adquirís mucho autocontrol, eso me dio mucha facilidad, pero también me dieron ganas de explorar en otras disciplinas. Por eso ahora digo que practico mis asanas arriba del bote”.


Un club con mirada social



Club Río Limay.- Andrés Ameglio rescató el rol social e integrador que cumple el Club en balsa Las Perlas, un barrio frente a Neuquén que tiene un crecimiento y donde hay mucho por hacer.

Todos los clubes de canotaje están en el centro de la ciudad y Río Limay se concentra en la población ribereña. Apunta a abrirse hacia el oeste neuquino, con cuotas accesibles para los remeros.


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