La maravilla de conocer Valcheta en primavera
El escritor de la localidad, Jorge Castañeda, repasa los encantos de su pueblo natal, e invita a visitarlo.
Al acercarse la primavera, Valcheta se viste de fiesta: comienzan a brotar los almendros y durazneros; el agua vuelve a correr por las acequias regando huertas y jardines; las norias sobre los canales cantan su canción de vida en los cangilones; los espacios verdes invitan al descanso y al sosiego, y es bajo la sombra de sus arboledas donde las familias comparten unos mates; el arroyo está más cantor de nunca; desde el mirador natural del Cerro de la Cruz totalmente remozado se puede observar una panorámica única de belleza y tranquilidad; los vecinos como buenos viandantes caminan por las vías hasta el viejo puente ferroviario; el bosque petrificado ofrece sus maravillosos atractivos contemplando a los visitantes desde sus sesenta millones de años de historia; los paseos con maquinarias y esculturas cuentan la historia fecunda de la colonia agrícola; el Museo Provincial “María Inés Koop” se engalana para recibir a los visitantes para mostrarles parte de la historia del pueblo; se pueden retirar libros de los escritores y poetas locales en la Biblioteca “Ceferino Namuncurá”; apreciar los tejidos, labores y artesanías de nuestras tejedoras y artesanos; y si uno desea probar los platos típicos como corderos y chivitos: y sí, habrá llegado al lugar indicado.
También en un establecimiento artesanal se pueden adquirir dulces regionales con frutos del lugar. La miel de Valcheta es ambarina, deliciosa y ecológica. Y como estamos en primavera se pueden probar unas cerezas de gran calidad y sabor.
En la frescura de sus plazas y paseos se encontrará con verdaderas sorpresas: ingenios de arte cinético, esculturas, casitas para pájaros, murales alusivos, troncos tallados, fuentes, y miles de sorpresas más.
Se podrán visitar los parajes cercanos de la colonia con sus chacras y sus rodeos de hacienda vacuna; visitar a la mojarrita desnuda “que vive cautiva allá el rincón”; recorrer los diques y canales, y gozar en los pozones y remansos de la frescura del arroyo homónimo.
Si el forastero quiere llenarse de nostalgia y de adioses, a un tiro de piedra del pueblo está emplazada la hermosa estación de ferrocarril, perfectamente conservada, igual a como fue construida a principios del siglo pasado. El ojo implacable del redondo reloj funcionando a la perfección, las palancas de cambio esperando el arribo de los trenes, los brillantes y bruñidos mostradores; y en la cómoda Sala de Espera, sentarse y entornar los ojos al pasado porque todo está como era entonces…
En los talleres artesanales de los maestros Rodolfo Astrada (artesanías en madera) y Javier Mora (en hierro) se podrán apreciar trabajos de exquisita factura, muchos de los cuales están emplazados en los paseos públicos.
Hay que conocer Valcheta y disfrutar a pleno una comunidad de gran belleza y sobre todo tranquilidad; las manos son francas y las casas de puertas abiertas.
Siempre se suele decir que Valcheta es el “oasis de la Región Sur” por el profuso arbolado de su ejido urbano y porque “todos los caminos conducen a Valcheta”. Y también en el corazón de la Plaza San Martín al lado de una escultura de metal a nuestras emblemáticas artesanas, está emplazado el tótem con las distancias a los lugares más atractivos con las correspondientes distancias.
Y allí, en lo alto de los sauces y de los mimbres, se escuchará el alborotar de las loradas que conversan a los gritos vaya uno a saber qué cosas.
Ya lo dijo el poeta: “Aunque la vida me lleve/ preocuparme para qué/ por más lejos que me vaya/ a Valcheta volveré”.
Un verdadero paraíso para conocer y disfrutar.
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