Lo masculino, en el Día del Padre

En esta oportunidad, la psicopedagoga Laura Collavini nos invita a reflexionar sobre el cambio de la paternidad a lo largo del tiempo.

Redacción

Por Redacción

Masculino y femenino. Se convive dentro de cada ser. Desde épocas remotas, el hombre ocupó el lugar masculino. Desde ahí comenzó a construirse un espacio cultural que obedeció probablemente a costumbres pre históricas. Salía de casa a buscar el sostén de una manera aguerrida, para defenderse de los ataques exteriores. Mientras tanto, la mujer, con su aspecto femenino con mayor relevancia, se quedaba en las cuevas, cuidando.


Sin duda ambos aspectos son sumamente importantes para la humanidad. Hoy podemos darnos el permiso de observar en cada persona, lo masculino y femenino con mayor naturalidad. Cada ser puede comenzar a vislumbrar con qué aspectos se siente más identificado sin que eso, a priori, signifique una condena.

En relación a la crianza, históricamente el hombre debía ser padre en una determinada edad. La obligación de mantener su casa económicamente era su mayor peso, y luego podía disfrutar de libertades que claramente la mujer nunca tuvo.

En el día de hoy, se puede decidir si es un deseo la paternidad, con quién se quiere construir y cómo. Sin embargo, aun los hombres mantienen el mandato de sostén económico y la mujer del cuidado. ¿Qué pasa cuando no es así?

Todo movimiento supone una crisis. Los cambios no pueden ser de un día para otro, y lo primero que debemos superar son nuestros prejuicios. La mirada social cuando se rompen parámetros es muy cruel. A lo nuevo lo desprestigiamos, atacamos, juzgamos y hasta excluimos, en una clara actitud de defendernos del miedo que nos supone salir de nuestro lugar de confort.


“Está mal eso” acusamos rápidamente con el dedo, desconociendo que desde ese puño cerrado desde el cual sólo mostramos el índice, nuestros propios dedos apretados nos señalan.

Ahora veamos el lugar paterno. Es manifiesto e interesante el nuevo rol en estos tiempos. Padres más amorosos, que llevan a sus hijos a las plazas, hacen las tareas con ellos, se encargan del baño y la comida. Comparten actividades sin dificultades.

Es una época de transición. La paternidad se vive de diversas formas. Tratando de derrocar a esas palabras aprendidas que decían que el macho alfa era el hombre y que en casa se hacía lo que él decía. Estar a la par hombres y mujeres, respetándose y cuidándose, es el desafío de la especie humana. Uno de los primeros pasos tal vez sea conocerse cada uno, respetarse en su lugar, siendo conscientes de nuestra existencia. Saber nuestras limitaciones, anhelos, temores. De dónde venimos para diseñar el camino que quisiéramos seguir.

Otro desafío para los hombres masculinos, ex machos alfa, es poder hablar de las emociones. Poder registrar y expresar qué sienten, dónde están sus malestares del corazón, sus alegrías, sin tener que salir disparados como primates a gritar o golpear. Decirlo, sin maltrato.


Por supuesto que esto no es de un género en particular, lo que sucede es que a las mujeres en líneas generales nos pusieron una muñeca para cuidar desde pequeñas y eso también estimuló a la empatía y la suavidad, sumado a las curvas y ritmos. Nuestra tarea es cómo incluir a nuestra faceta masculina sin bronca.

Todos estos aspectos se conjugan en las nuevas generaciones, nuestra infancia que crece con padres muy diferentes a los nuestros. Ya sin corbatas ni trajes. Padres cancheros, con más sonrisas y chistes. Con mayor protagonismo y actividad. A estos padres que juegan a no envejecer y en ocasiones se vuelven niños.

En estos movimientos tan interesantes sociales, desde el lugar que me ocupa el desarrollo de los niños, aliento a mirar nuestro nuevo lugar de autoridad.

Ya lejos de las épocas del chirlo, encerrar en el baño o en el cuarto, a leguas de “vas a ver cuando venga tu padre”, la autoridad es importante. Es la que marca un rumbo. Como la del semáforo o la barrera que nos ordena.


Sin castigos corporales ni maltratos psicológicos, con autoridad. Orden es autoridad, pero es principalmente amor. A veces con consensos, otras no, debatiendo con la otra parte.

Incluir la paternidad amorosa, las relaciones cuidadas, las que protegen y contienen es la nueva paternidad. En qué épocas de desafíos decidimos vivir, será que podemos transitarla.

Feliz día padres, a los que eligieron acompañar el crecimiento de otro ser.


Por Laura Collavini (laucollavini@gmail.com).-


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