Entrevista a Pablo Trapero: La historia atrapante de la aparente familia normal

Pablo Trapero habló con “Río Negro” sobre su último filme.

ENTREVISTA

Pablo Trapero tenía trece años cuando estalló el caso Puccio. Desde entonces, la historia le quedó dando vueltas en la cabeza. “Lo que más me sorprendía era cómo la familia entera estaba sospechada. Era como cualquier otra, pero secuestraba gente del barrio -incluso amigos- y la tenía cautiva en su casa”, cuenta el director de “El clan”, la película que ya fue vista por más de un millón y medio de espectadores en Argentina y que la próxima semana tendrá su presentación internacional en el festival de Venecia. “La expectativa es muy grande porque la película es una de las más importantes de la programación. Para mí tiene la doble satisfacción de ser mía y que es un honor porque hace décadas que el cine argentino no compite por el León de Oro”. Trapero reuerda el caso Puccio como una noticia que se desarrolló como en una novela antigua. “De las que salen en capítulos. Primero era un secuestro, después se supo que eran más. A lo largo de los años se fueron conociendo los detalles de la historia. Los amigos que durante muchos años apoyaron a Alejandro y decían que había una confusión. La novia de Alejandro que lo visitaba en la cárcel por años y decía que era un error. Hasta el día de su muerte, Arquímedes sigue dando que hablar y niega los crímenes”, dice el director. -¿Tenías la intuición de un éxito así? -Es muy intuitivo el proceso de hacer películas y es algo que a mí me hace sentir un privilegiado porque desde mi primera película sentí el respaldo del público en diferentes niveles. Cada película fue generando sorpresas. “Leonera” y “Carancho” ayudaron a que saliera una ley. “Elefante Blanco” influyó en que salieran unas reglamentaciones para reorganizar el tema de las villas. Las películas provocaron un montón de cosas que exceden el evento cinematográfico y pasaron meses hasta que eso ocurriera. -Lo de “El clan” es diferente. -Sí, lo que está pasando es inmediato. A dos días del estreno, los números nos dejaron a todos muy sorprendidos. Intuitivamente sentía que había una buena historia y durante muchos años peleé para hacer la película. Ahora hay un libro que salió hace poco. Pero cuando empecé a investigar no había nada de información. La dimensión de lo que está pasando no la podíamos ni prever, porque rompió todos los récords que podía. Estamos en un millón y medio de tickets en dos semanas. Eso no pasa con grandes películas americanas. Incluso (el semanario estadounidense) Variety sacó un comentario comparando el desempeño de “El clan” contra “Misión imposible”, explicando que al final del recorrido “El clan” va a vender más tickets. Ese nivel no lo imaginábamos. -¿Por qué pensás que se dio así? -Cuando es algo provocado por el morbo, dura solo un fin de semana. Cuando lo provoca la publicidad, dura un par de días más. Cuando entre la primer semana y la segunda solo baja un cinco por ciento la cantidad de espectadores, es inédito. Es porque la gente se siente conmovida por la película, que le gusta. Las más taquilleras bajan de a un treinta por ciento de una semana a la otra. A su vez, el boca a boca no lo logra ninguna publicidad ni nada externo a la película. Eso depende solo de la relación del público con la película. -¿En qué elementos se enfocaron más en la investigación? -Fue un trabajo largo. Hay perfiles distintos de la historia y frentes que analizar. Está cómo Arquímedes articulaba con una situación política y con espacios de poder un poco oscuros. La dinámica de los secuestros. Cómo era la relación de la familia con el contexto y cómo era hacia adentro. Lo más atractivo que tiene la película es que, además de contar el caso policial y estar muy documentada, el corazón emocional es la relación de la familia, principalmente en Arquímedes y Alejandro. -¿Por qué? -Ese vínculo es la puerta de entrada a esta historia tan angustiante. A través de esa relación padre-hijo, todos podemos entender un poquito más la historia. Fue muy sorprendente descubrir, como decían en el barrio, que era como una familia cualquiera. Los hijos estaban integrados a la sociedad y eran tipos queridos en el barrio. La mamá era profesora de una escuela muy tradicional. Una de sus hijas daba clases en un colegio de la zona. Alejandro era un rugbier famoso. Arquímedes se presentaba como contador y en el barrio lo máximo que podían decir era que estaba un poco obsesionado con la escoba (barría constantemente la vereda). Es la aparente familia muy normal pero que está completamente fuera de la normalidad. Ese contraste hace que el público se conmueva. Ve vínculos que como espectadores podemos entender. Es un caso único que se estudia en las universidades de criminología, pero lo que no es único son esos vínculos que pasan puertas adentro.

Juan Ignacio Pereyra – pereyrajuanignacio@gmail.com


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