Jarred A. Jones y Crockett vinieron de Texas

Por Francisco N. Juárez

La primitiva casona de troncos en las nacientes del Limay, fue construida años antes que el almacén de cinc, hoy restaurante y parrilla junto a la ruta 237. Es el paraje Nahuel Huapi que fue puesto y albergue de Jarred Augusto Jones, primer poblador blanco del Nahuel Huapi. Allí, el 2 de octubre de 1975 Andrés Jones, uno de los hijos de Jarred A. Jones, se enojó brevemente con quien esto escribe. Acababa de contarle la fuga amorosa y de a caballo -con un bandido- de su tía Sara Carolina Jones desde Cholila. Ese día de 1904 abandonó a su segundo marido (era abuela). No convenía molestar a ese inmenso –pero bonachonón- don Andrés, tan alto como lo fue su legendario padre. «Qué romántico –terció, en cambio, su esposa- tener una tía fugada con un bandido». La anécdota fue resucitada años después frente a un fogón, un alto durante una cabalgata a través de la estancia Tequel Malal y cercanías de los años «80 destinada Carol Jones, la hija de Andrés, ocupada entonces de cabalgatas cordilleranas (Andrés tenía entonces 58 años y tres hijos).

Pero el enojo de Andrés Jones en la primavera del «75 cedió ante las evidencias: existen copias de telegramas del esposo denunciando la fuga. También aceptó que su visitante trabajara en la indagación del pasado regional.

Posó para La Voz Andina

Amigablemente Andrés Jones extendió en la sobremesa una fotografía de su padre con John Crockett con anotación de su letra de los años adolescentes: «Daddy and Crockett. Nueva York, 1884». Tanto Jones –casi gigante- como el petiso Crockett, lucen sombreros y grandes capotes. En realidad la foto debe ser de 1883, ya que se sabe que estos vaqueros se embarcaron inmediatamente hacia Sudamérica, pero gozaron un tiempo en Brasil. Si la memoria no le falló al viejo Jarred cuando a los 78 años fue entrevistado por La Voz Andina barilochense editada en el número extraordinario que homenajeó la reconstrucción del incendiado Llao-Llao, del sábado 11 de enero de 1941. Para esa nota Jones posó de a caballo con pantalones vaqueros, sombrero tejano y confesó haber llegado al país en enero de 1884. En esa nota -que no aparece posteriormente rectificada-, sostuvo que su propiedad estanciera del año «41 era entonces de 18.000 hectáreas, primitivamente tierras fiscales sobre las que había instalado medio siglo antes. La entrevista, que concluyó cambiando de monta (por un automóvil para ir a un puesto de su estancia), demostró la robustez y memoria de un septuagenario locuaz, pero el cronista transcribió poco. Por fortuna publicó una de las anécdotas más singulares: «…nos contó la «amistad» con unos famosos bandoleros, paisanos suyos, que llenaron de miedo e inquietud hace algún tiempo a los escasos pobladores de esta zona. En cierta ocasión se presentaron a su casa estos bandidos –dos hombres y una mujer- y como parecían hombres buenos y eran simpáticos, don Jarred les dispensó la cordial y amistosa acogida que es condición personal suya. Lo obsequiaron con sus fotografías y después de una breve estada siguieron camino». La anécdota terminó con el desencanto de Jones cuando se divulgaron los asaltos protagonizados tiempo después y consumados por esos visitantes. También por la difusión que tuvo en los diarios.

En un manuscrito de los años «30 que le fue cedido a Manuel Puente Blanco –el español residente, baluarte del CAB, ya fallecido en Carballo, Galicia-, se señala: «Al terminar el año 1889 llega a Leleque el señor Jarred Augusto Jones y entrega allí una tropa de 2500 vacunos que traía de Patagones por cuenta de la compañía inglesa».

Terreno ganado

En Leleque lo esperaba don Otto Goedecke, quien recibió la tropa. De los cuatro peones de Jones en el arreo, Alvarado, Castillo, Godoy y Fuentalba, sólo el último lo acompaña hasta el gran lago. Jones dijo que desde Leleque hasta el lago no encontró alma viviente. Solo campo muy empastado y abundancia de guanacos y avestruces. «Como a mil metros de la desembocadura del lago –continúa el manuscrito- vieron un bote que resultó ser del Ejército. En él cruzaron a la margen izquierda por la que se camina hasta el Fortín Chabacano junto al arroyo que después se llamó Newbery». El relato describe la cuadras de 50 por 20 con techo de coirón y paredes de barro y piedras donde Jones pasó el invierno de 1890. «En enero de 1891 Jones regresa al Nahuel Huapi con 282 vacunos al cortes, 25 yeguas, 50 mulares y 20 caballos de silla», sostiene el manuscrito, y por otras versiones se sabe que ese fue el pago por arreos que le abonaron George A. Newbery (tío del aviador) y el propio amigo John W. Crockett.

Inmediatamente, en el otoño de ese año 91, Crockett con Juan Andrews, dueño de la neuquina estancia Pulmarí (donde Jones tendría un accidente en una pierna) compraron 2000 cabezas de hacienda a los hermanos Herrera de Indio Muerto –cuñados de un general de la Conquista del Desierto- y arriándolas al norte resolvieron hacerlas invernar en la península Huemul, pero en el rodeo de primavera sólo reunieron 1200 animales. El resto se hizo bagual.

«Papá fue capataz de los Newbery (por George y Ralph, los dos dentistas neoyorkinos) en las tropas que arreaba a Chile», dijo Andrés Jones en el paseo conciliador con el cronista (1975). El anfitrión mostró el viejo almacén de zinc (ahora parrilla rutera) donde al revolver papeles aparecieron dos ejemplares de la primera publicación del lago (1923) y el rotaprint que los imprimió, además de miles de testimonios de la época. «Era boliche (surgido en 1912) y también había cuadreras y cartas con apostadores que venían desde 40 leguas. Este teléfono –señaló un armatoste a manivela- funcionó en línea sólo con el casco de Tequel Malal. Era para consultas del bolichero en directo a mi padre para que le otorgara crédito o no a alguien que perdió todo al póker».

Póker de balas

Contó que Jarred perdió dinero a las cartas en Chile pero advirtió que le hacían trampa. Volvió al hotel a buscar dinero y volvió con otro norteamericano. Apostaron fuerte, y como volvieron a hacerle trampa, sacaron los revólveres y resolvieron el asunto a la manera del viejo oeste. También era hábil con el látigo que usó para quitar el sable a un carabinero que le impedía el paso en la frontera, y dúctil con sus manos que tanto labraron la madera de guindo como sobaron el cuero para sillas que amoblaron su casa y la de su larga prole. Jarred murió a los 93 años y al tiempo de la entrevista con Andrés le sobrevivían además de éste, su hijos Duke, Matilde, Nora y Charlie. Habían fallecido Justo, Juan y Jarred. Según Andrés, su padre había nacido en 1863 o 64 en Comanche County, en un pueblo llamado Monday. Pero otros datos más firmes lo dan nacido en Bosque County el 25 de mayo de 1863. También Andrés aseguró que su padre había conocido a Búfalo Bill, y que sobre la puntería de Martín Sheffield éste le confesó que cargaba con municiones.

Jarred A. Jones quedó huérfano a los 13 años. Su padre Sutles Jones, contratista –como dice un acta-, murió en 1876. Según Matilde Jones de Barber, segunda hija que Jarred tuvo con Bárbara Matilde Drachler, con quien finalmente se casó el 7 de junio de 1903-, su abuela paterna era maestra (Juan M. Biedma sostiene que los padres de Jarred eran agricultores). Pero con John Crockett eran amigos desde chicos. Juntos tuvieron las correrías de la juventud vaquera, aprendieron a pepear oro, cazar búfalos y también hacienda baguala en La Florida. Antes de desembarcar en Buenos Aires, vivieron aventuras cortesanas en Brasil y hasta viajaron en el carruaje del emperador Pedro II, bajo el macizo costero del Corcovado.

Sociales de esta semana

• Una noticia que desprestigiaba a los funcionarios públicos territoriales llegó el 19 de abril de 1905. Se originó 9 días antes en Viedma por el altercado que provocó Ricardo R. Ortiz, secretario del Juzgado Letrado.

En plena calle agredió al Jefe de Policía interino Aquino Quiroga. Le arrancó la medalla, le dio unos bastonazos, trompis y puntapiés, y además lo metió preso.

• Mario Engel naufragó en el Limay pasando Piedra del Aguila y se salvó. Iba con 6 tripulantes, perdió un teodolito y 200 gramos de oro que había pepeado en arroyos del Chubut.

• Según La Prensa del 19 de abril de 1907 el cielo de Bariloche se obscureció por la erupción del volcán Puyehue. Los telegramas remitidos a los diarios capitalinos desde el 15 de abril relataban el éxodo de chilenos en la frontera. El fenómeno produjo lluvia de cenizas y saturación ambiental sulfurosa. A las 12 y 20 del 18 el pueblo quedó envuelto en nubarrones oscuros con cenizas.

• En abril de 1909 el valijero postal del Neuquén Raúl Nordenstrom (con años de andar el camino hacia el lago) fue exonerado y reemplazado por Enrique Mussina.

• Las sueldos en Río Negro para este mes de 1915 eran de 900 pesos para el gobernador Serrano, 380 para el Jefe de Policía Juan C. Pérez Colman, 332,50 cobraban comisarios como Landale o Moffat, y el director de la cárcel de Viedma, Francisco P. Illescas, 245.

• Para esta fecha de 1915, el gobernador rionegrino iniciaba una gira por la cordillera. Decretó una partida de 500 pesos para caminos de Bariloche (cuando él ganaba 900).

• A mitad de abril de 1944 informaban desde Villa La Angostura que se habían cortado unas 400.000 cañas de colihue para destinarlas a cubiertas –entramadas- de lúpulo para la maltería Argentina. En total se despacharon 26 vagones de ferrocarril (casi 15 mil por vagón)


La primitiva casona de troncos en las nacientes del Limay, fue construida años antes que el almacén de cinc, hoy restaurante y parrilla junto a la ruta 237. Es el paraje Nahuel Huapi que fue puesto y albergue de Jarred Augusto Jones, primer poblador blanco del Nahuel Huapi. Allí, el 2 de octubre de 1975 Andrés Jones, uno de los hijos de Jarred A. Jones, se enojó brevemente con quien esto escribe. Acababa de contarle la fuga amorosa y de a caballo -con un bandido- de su tía Sara Carolina Jones desde Cholila. Ese día de 1904 abandonó a su segundo marido (era abuela). No convenía molestar a ese inmenso –pero bonachonón- don Andrés, tan alto como lo fue su legendario padre. "Qué romántico –terció, en cambio, su esposa- tener una tía fugada con un bandido". La anécdota fue resucitada años después frente a un fogón, un alto durante una cabalgata a través de la estancia Tequel Malal y cercanías de los años "80 destinada Carol Jones, la hija de Andrés, ocupada entonces de cabalgatas cordilleranas (Andrés tenía entonces 58 años y tres hijos).

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