La UCR asume que Cuevas será su candidato

Despacio y a media voz Saiz

Se afirma en la UCR rionegrina la posibilidad de que Hugo Cuevas sea su primer candidato a diputado nacional.

Más allá de los gruñidos que la probabilidad genera en el frente interno partidario, la misma se asume como un dato de realidad inexorable.

Sucede que el propio gestor de la candidatura es el gobernador Miguel Saiz, quien se encarga de transmitir que la postulación del intendente de Cervantes está cocinada. El mandatario avanza en esa línea de reflexión puertas adentro del poder, o sea, en sus contactos con distintos planos de la máxima dirigencia radical.

Se sabe que los presentes son días de gloria para Cuevas, que se encuentra eternamente agradecido a un mandatario con el cual lo une una antigua y sólida amistad.

Cuevas es un hombre que desde terceros planos en el esquema de poder del partido cosecha respeto en el conjunto de la fuerza. Ese reconocimiento se funda en la larga militancia y gestión de Cuevas como jefe comunal. Pero no necesariamente explica una adhesión terminante y excluyente a su candidatura.

Porque Cuevas es, fundamentalmente, el candidato de gobernador, que por consenso en el partido para el caso funge de gran elector.

A modo de dato de importancia sobre el avance de la candidatura de Cuevas está la entrevista que con él mantuvo días atrás el ex gobernador y presidente de la UCR provincial Pablo Verani.

– ¡Vas a ser diputado nacional, «Cachito»! ¡Joder! ¡Te vengo a traer mi respaldo incondicional! -le dijo Verani antes de que ambos se sentaran asado en medio.

En tren de determinar hasta dónde está instalada la candidatura de Cuevas cuenta también el convencimiento al que llegó el sector Blanco, línea interna del radicalismo que lidera el presidente del bloque y ex vicegobernador Bautista Mendioroz.

«Cuevas será candidato», fue la conclusión a la que arribó el blanquismo el miércoles tras una reunión de su dirigencia.

En la oportunidad los blancos pasaron revista a la gestión de Saiz. Y desde la convicción de que no es momento para cierto tipo de reflexiones, evitaron incomodar al gobernador haciendo público un documento en el que analizan la gestión del mandatario.

Igual, Saiz esbozó alguna que otra queja entre los suyos. «Cada vez que hacen reuniones para apoyarme sólo me debilitan», manifestó. «Todas las líneas internas responden a mí», dice también Saiz, con algo de razón pero mucho de ficción.

Con criterio colaboracio

nista y desde la gravitación que tiene el radicalismo, Verani se pegó esta semana a Saiz. Participó en cada acto realizado en Roca y Bariloche y luego se incorporó el jueves en Viedma a la reunión de gabinete.

Ahí escuchó al ecuatoriano Leonardo Lazo, consultor e materia de comunicación institucional y campañas electorales. Leonardo Lazo aportó teoría y experiencia a la próxima estrategia electoral del oficialismo. También participó el analista político Ricardo Vignoni, quien manejó todas las campañas en los gobiernos de Verani, rol que ahora volverá a tener.

Se sabe que el diseño que Lazo hizo de lo que debe ser el primer candidato a diputado nacional por la UCR encuadra perfectamente en Cuevas. «Hay que buscar un hombre que esté cerca de la gente, con rostro muy humano, no con el perfil grandilocuente que la política les suele meter a los políticos», les dijo Lazo a los radicales rionegrinos. Y éstos se miraron ante un espejo que reflejaba la imagen de Cuevas (más información en esta página).

Ayer, en tanto, una importante fuente del oficialismo deslizó que la estabilidad de Cuevas como candidato sólo puede estar comprometida si se rompe la alianza entre el radicalismo y su máximo socio político extrapartidario, el intendente de Bariloche Alberto Icare.

Si hay fractura obligaría al oficialismo a buscar un candidato de proyección más abarcativa que la que ofrece Cuevas

En tanto, se complica la candidatura a diputada nacional de la legisladora Ana Piccinini. La decisión es resistida, mientras el conjunto del radicalismo se inclina por lograr un candidato de consenso.»La ansiedad de Anita la lleva a tomar caminos equivocados», dijo ayer su compañera de banca Delia Dieterle. (AV/AR)

«¡Ojo con Herminio!»

El ecuatoriano Leonardo Lazo paseó su mirada por el abanico de radicales rionegrinos que lo rodeaba. El silencio sólo era interrumpido por la siempre jadeante respiración de un ministro con sobrepeso de tanto dulce de leche.

– Miren señores… les cuento una anécdota. Fue en mi país, en las elecciones del '96. La presidencia se jugaba entre Abdala Bucaram, candidato del Partido Rodolsista Ecuatoriano, y Jaime Nebot, del Partido Social Cristiano. En plena campaña, al máximo líder del Social Cristiano, Febres Cordero, se le ocurrió decir que quienes seguían a Bucaram eran todos «putos, travestis y ladrones». Faltaban dos semanas para la elección… Bucaram sólo respondió: «Esto es lo que piensan los socialcristianos de mi pueblo». Suspendió su campaña… ya había ganado.

Los radicales se miraron entre sí. Se sonrieron. Tienen los reflejos bien entrenados para las asperezas propias de la política. Entendían claramente la dirección que Lazo le había impreso a la anécdota: en las campañas electorales el que pierde la calma suele también perder en las urnas.

A Lazo, en todo caso, sólo le restó una acotación:

– Que Herminio sea el otro, el adversario, pero no el radicalismo…

Sucede que como consultor en materia de campañas electorales, Lazo se inscribe en un convencimiento que su colega Jaime Durán Barba, también ecuatoriano, ha sintetizado acertadamente: la buena estrategia electoral es proactiva, no reactiva.

El núcleo duro desde el cual pivotea esta estrategia es simple: delimitar el terreno de la discusión que es propia de todo proceso electoral. Jugar el propio juego.

Una decisión que inexorablemente debe corresponderse con no dejarse llevar por el escenario que plantea el candidato adversario. Muchos candidatos oficiales «creen que hay que responder todo ataque y dedicar gran parte del tiempo a defender al gobierno de sus adversarios. Esta es la mejor forma de renunciar a la posibilidad de definir el terreno de la batalla. Si usted actúa de esa manera discutirá permanentemente lo que sus adversarios quieran, y si ellos se percatan de que usted actúa tan torpemente, le mantendrán discutiendo lo que no le conviene a usted», sentencia Durán Barba en «Estrategias de comunicación para gobiernos».

Los radicales dirán.


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