Mujeres y sexualidad: el lesbianismo en la Argentina
Por Mabel Bellucci
A través del tiempo en la Argentina, la homosexualidad ha sido practicada de manera más o menos invisible, discreta y a las escondidas. En el caso de la homosexualidad femenina los mecanismos de ocultamiento se reforzaron, en tanto desde el imaginario social se consideraba que las mujeres no disponían de otro deseo más que el de la reproducción biológica y atención de su familia. Los discursos médicos higienistas de principios de siglo hacían referencias a la homosexualidad como una constitución patológica de la personalidad. No obstante, a diferencia de la masculina, la femenina era menos abordada.
Aunque se supone que existieron redes y comunidades de varones y mujeres homosexuales en distintos momentos de nuestro siglo, ninguna institución ciudadana se expresó públicamente sobre esta temática. Por lo tanto, se podría decir que la situación actual es inédita: hoy existen agrupaciones políticas, encuentros nacionales y regionales, publicaciones periódicas, casas de refugios, testimonios públicos, un mundo comercial hasta llegar a investigaciones en la academia en torno del lesbianismo. Lo que todavía carece el movimiento lésbico en la Argentina es de un registro histórico de su recorrido.
Aún, en nuestro país, las corrientes historiográficas de la vida privada y de las identidades diferenciales se encuentran en un estado iniciático, sin el empuje cuantitativo de los países centrales. A ello se suma el carácter no figurativo de dicho movimiento en los espacios públicos y privados. Por todas estas cuestiones y otras tantas, que se irán explorando, la comunidad lésbica argentina no dispone de una memoria escrita en torno de su experiencia y participación en acontecimientos.
El lesbianismo como movimiento político surgió tibiamente a la superficie pública a partir del proceso de transición democrática y fue el más invisibilizado de todas las expresiones activistas y sociales de la época. El feminismo heterosexual primero y la comunidad gay después protagonizarán los momentos de mayor actividad en cuanto a instalar en el debate y en la agenda política el tema de la discriminación, opresión y subalternidad de los «diferentes». La centralidad que adquieren ambos frentes sea, por un lado, el movimiento homosexual masculino y, por el otro, el feminismo, opaca su proceso de desocultamiento, pese a representar espacios referenciales significativos del lesbianismo de esta coyuntura.
A mediados del ochenta se reunieron de manera esporádica en el interior de las agrupaciones feministas de Buenos Aires. Esto se hizo con ciertas dificultades frente a la negativa del grueso del feminismo heterosexual, que se encontraba en un proceso de institucionalización, llevando a las mujeres a bajar las banderas clásicas de dicho movimiento internacional y reconfigurar sus representaciones discursivas con los nuevos climas de época. Así, en 1985, se constituyó uno de los primeros grupos en «Lugar de Mujer», pero con una velada aparición. Encaró la autorreflexión como una herramienta fundamental de su convocatoria. Organizaron también grupos de estudios en casas particulares. Fue el caso de Cuadernos de Existencia Lesbiana. Se reunieron para leer textos de producción lésbica europea y angloamericana y publicar en forma casera su propio boletín, que se prolongó hasta 1991 con la edición de 16 números. El concepto de existencia lesbiana lo tomaron de la teórica Adrienne Rich y significa la presencia histórica de las lesbianas, presencia que ha sido invisibilizada. Se aplica para definir los vínculos de mujeres con otras mujeres, representando éstos los más importantes de sus vidas.
En 1987 hizo su primera presentación en público el 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- durante la concentración en la plaza Dos Congresos. Después de este fuerte desafío, tres años más tarde surgió «Las Lunas y las Otras».
A partir de este momento apareció un pequeño número de agrupaciones de especificidad lésbica fuera de las organizaciones feministas, tales como Convocatoria Lesbiana; Grupos de Reflexión Autogestivas de Lesbianas; Conciencia Lesbiana, Lesbianas a la vista, el Frente de Lesbianas, Amenaza Lésbica, Madres Lesbianas, Lola Mora, Integración Lésbica. Asimismo, no debe olvidarse de Atem- 24 de Noviembre. Si bien en el mismo participan no sólo lesbianas, sus principales referencialidades son dos activistas lesbianas con una larga trayectoria en la izquierda marxista, el feminismo y los derechos humanos. Desarrollan las Jornadas Anuales de Atem -que llevan veinte años – y representan un espacio significativo para el feminismo porteño en su totalidad. También su publicación «Brujas» dispone de un prestigio de testimonio y discusiones teóricas, balances y orientaciones en torno de las diversas tendencias del lesbianismo. A su vez, algunas de las organizaciones gays existentes son mixtas con la incorporación de mujeres.
En esta instancia, el activismo lésbico se repliega para adentro mediante dos estrategias que actúan de manera simultáneas: por un lado, la reflexión y la lectura y, por el otro, la acción pública. Ello llevó a organizarse con sus lógicas, demandas y realidades. Esto equivale a independizarse de la mirada crítica de las feministas heterosexuales. A su vez, su presencia en los espacios gays irá disminuyendo a medida que crezcan sus propios espacios.
A través del tiempo en la Argentina, la homosexualidad ha sido practicada de manera más o menos invisible, discreta y a las escondidas. En el caso de la homosexualidad femenina los mecanismos de ocultamiento se reforzaron, en tanto desde el imaginario social se consideraba que las mujeres no disponían de otro deseo más que el de la reproducción biológica y atención de su familia. Los discursos médicos higienistas de principios de siglo hacían referencias a la homosexualidad como una constitución patológica de la personalidad. No obstante, a diferencia de la masculina, la femenina era menos abordada.
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