“No devolvemos la vida, pero para la familia es cerrar una etapa dolorosa”

Luis Fondebrider es antropólogo forense y secretario del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que lleva 35 años ininterrupidos de labor intentando identificar a las víctimas de crímenes producto de violaciones a los derechos humanos en Argentina y varios países. La búsqueda de verdad y justicia, desde el retorno a la democracia hasta el caso Maldonado.

Luis Fondebrider (Der.) y Nuri Quinteiro (izq.) reciben de parte del vicerrector de la Sede Andina, Diego Aguiar, el reconocimiento de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) a la trayectoria del Equipo Argentino de Antropología Forense.

En 1984, un grupo de estudiantes universitarios de las carreras de Arqueología, Antropología y Medicina fueron convocados por un forense que casi no hablaba español. Era Clyde Snow, que había sido convocado por Abuelas de Plaza de Mayo para trabajar en la búsqueda de desaparecidos. Por esos años era una utopía, pero el grupo no aflojó y crearon el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).

Luis Fondebrider conoce la historia porque está en el equipo desde los orígenes. El EAAF cumplió 35 años de trabajo ininterrumpido y Fondebrider, que se desempeña como secretario, estuvo en Bariloche, donde desarrolló varias actividades y dialogó con “Río Negro”.

Pregunta-¿Cuándo se incorporó al Equipo Argentino?

Respuesta-El equipo se formó en 1984 cuando volvió la democracia en argentina. Éramos un grupo de estudiantes de Arqueología, Antropología y Medicina y fuimos convocados por Clyde Snow, un forense norteamericano que llegó al país invitado por las Abuelas de Plaza de Mayo para colaborar en esos temas. No tuvo una respuesta de los profesionales, entonces convocó a estudiantes y comenzamos a culminar nuestras carreras, a formarnos con él, y creamos el equipo formalmente en 1987. Y comenzamos a trabajar en causas judiciales a pedido de los familiares, que no estaban conformes con el modo en el que trabajaban los forenses oficiales. Se trasformó en una opción alternativa para buscar a sus desaparecidos.

P-Mencionó varias cifras de resultados positivos.

R-Sí, en estos 35 años en Argentina hemos recuperado unos 1.300 cuerpos de gente desaparecida, unos 800 han sido identificados. Tenemos aún 600 cuerpos que no hemos identificado. Por eso, alentados a los familiares a que se acerquen para incorporar sus muestras de sangre al banco de datos genéticos que creamos en 2007 que se hace en conjunto con el Ministerio de Salud y el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que es una de las posibilidades de poder comparar las muestras de estas familias con los esqueletos que tenemos. Estamos trabajando en eso.

P-¿Cuál es la razón de ser del equipo que conformaron ustedes?

R-Tiene que ver con la movilización que había en Argentina en 1984 para saber qué había pasado con los desaparecidos y quiénes eran los responsables. Desde la ciencia pensamos en ofrecer una alternativa (…) para crear más verdad, justicia, reparación y memoria. Desde la ciencia, con un enfoque multidisciplinario, tratamos de darles esa respuesta que necesitan los familiares.

P-¿Cada caso demanda mucho tiempo?

R-Cada caso es diferente. Es como una investigación criminal: significa saber dónde está la persona desaparecida, en qué circunstancia desaparece, la recuperación del cuerpo, dónde están los restos. Hay casos de hace 20 años que no hemos podido identificar. Por eso es tan importante que los familiares que aun no saben qué pasó con un ser querido se acerquen a nuestras oficinas en Buenos Aires o en la Secretaría de Derechos Humanos, acá en Bariloche, y se informen de qué se trata esta campaña y si quieren participar lo hagan.

P-¿Hoy están abocados a la identificación de cuerpos en Malvinas?

R-Tenemos diferentes proyectos. El caso de Malvinas es uno muy importante. Ya hemos identificado, de los 122 cuerpos, en 114 se ha establecido su identidad, restan 8 por identificar. Seguimos colectando muestras de familiares. También trabajamos en casos de desapariciones actuales, trata de personas, violencia institucional y mucho trabajo en el exterior. Todos los años tenemos más o menos 20 misiones fuera de Argentina, a países que han pasado períodos de violencia de distinto tipo.

P-El caso de México, Chile…

R-Sí, y hay muchos países de África, Medio Oriente, Asia y Europa que nos convocan y tratamos de transmitir la experiencia que hemos adquirido.

P-¿Qué proyectos tienen para hacer en lo que queda del año?

R-Tenemos previsto Jordania, Sudáfrica, Chipre, Tailandia, Irak, México, Estados Unidos, Túnez; por lo menos 15 países para visitar este año.

P-¿No hay muchos equipos en el mundo similares al EAAF?

R-No, somos muy pocos. Somos el más antiguo, el que más trabaja en esto, y la idea es compartir esta experiencia que surgió en Argentina y se expandió al mundo.

P-¿Qué siente usted cuando un familiar de una persona desparecida o en el caso de un soldado de Malvinas conoce la verdad?

R-Satisfacción. Es el momento más importante para nosotros poder decirle a un padre o una madre que encontramos a su hijo o su hija, porque nosotros no devolvemos vida, pero para el familiar es cerrar una etapa muy dolorosa, visitar la tumba, recordarle, insertarlo en la sociedad; y para nosotros es la satisfacción más grande que podemos tener.

P- ¿Hay algún caso que los haya conmocionado fuera del país?

R-Quizá la masacre de El Mozote, la más grande de América Latina, cuando en diciembre de 1981 el Ejército de El Salvador mató a cerca de 1.000 personas en 6 días. Nos tocó exhumar una fosa muy grande con niños, eso fue muy fuerte, nos marcó hace años. Se pudo encontrar algunos cuerpos, estudiarlos y demostrar cómo habían muerto, así que la parte científica fue muy importante.

P-¿Hay resistencia de los Estados a conocer la verdad?

R-Los Estados en general no simpatizan con nuestro trabajo, siempre hay obstáculos, pero lo que hace posible que yo esté hablando acá es la fuerza de los familiares de Argentina y de otras partes del mundo, que salen a la calle y piden, protestan y siempre están en la primera línea exigiendo verdad y justicia.


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