Nueva aventura literaria de Coppola

Muchos filmes han nacido de un buen cuento, y eso lo sabe muy bien Francis Ford Coppola, quien editó en su compañía la antología de relatos "Zoetrope: All story".

Buenos Aires.- Con «Zoetrope: All story», el multifacético cineasta Francis Ford Coppola reúne en un volumen una antología de los mejores cuentos publicados hasta la fecha en la revista literaria homónima que el propio director fundó en 1997.

La publicación, que este año recibió el «National Magazine Award» a la mejor revista de ficción estadounidense, es otro más de los diversos emprendimientos que regentea -a través de su ya mítico sello «American Zoetrope Studios»- el inquieto director de la saga de «El Padrino», reconocido también por la célebre calidad de tintos que produce su empresa vitivinícola.

En el caso de esta compilación, el realizador ha delegado en Adrienne Brodeur y Samantha Schnee -respectivamente directora y editora de la revista- la selección y edición de los dieciocho relatos entre los que se destacan los nombres de David Mamet, Salman Rushdie, Robert Olen Butler y -siendo en su mayoría autores anglosajones- el del ibérico Javier Marías.

Publicado en la Argentina por Emecé Editores, el libro cuenta con una introducción del propio Coppola donde explica el origen de la idea y la forma en que la ha implementado a lo largo de estos cuatro años.

Según el director, la historia es para el cine «el cimiento sobre lo que se construye todo lo demás», por eso siempre lo desconcertó el hecho de que «ninguno de los estudios principales, poderosos y solventes, convirtieran el cultivo del trabajo literario en su foco principal». Y luego de entablar analogías con la industria petrolífera, electrónica, o automotriz, remata: «No existe ninguna otra industria importante que desdeñe tanto sus recursos más vitales»; motivo el cual decidió que «la inversión más sabia que podía realizar para mi propia empresa cinematográfica fuera destinada hacia la producción literaria».

No es de extrañar que para este «enfant terrible» de Hollywood sea la literatura -y no el guión literario- la raíz de una buena película. Y sobre todo el cuento «que es lo que más se aproxima a las dimensiones promedio de un filme y contiene en un solo paquete todos los elementos básicos que éste necesita: personaje, trama y escenario».

Tampoco desconcierta, conociendo la célebre megalomanía que distingue al temerario director de «Apocalypse now» -filme, dicho sea de paso, cuya producción desmesurada le acarreó hace veinte años precisamente la quiebra de su empresa- que confiese haber soñado en un principio con que su «Zoetrope» se convertiría «en el departamento creativo de historias más grande del mundo».

Cuando dice «creativo», Coppola se refiere a que -como en los inicios de la industria del cine- muchas de las historias del libro surgieron a partir de un encargo que la propia productora le hizo a los autores, sugiriendo una temática o un argumento que luego encarnó en ellos y cobró cauce propio.

Lo explica así: «Yo le doy una idea simple a Adrienne Brodeur, quien dice «Mmmm, ésta es una idea con la que este autor en particular podría conectarse»; y si al escritor le gusta puede llevarla adonde quiera porque no estamos pidiendo una ejecución esclavizada de la idea, sino un artista que se apasione y la haga suya».

Así surgieron, por ejemplo, «La mujer del repostero» de Sara Powers, «La guía de caza y pesca para chicas» de Melissa Banks o «Ultimo aviso» de Robert Olen Butler. Pero para resaltar la inquietud literaria del volumen, el director de Drácula no deja de advertir que, pese a ser compilado por un cineasta, no todas las historias responden a una búsqueda cinematográfica.

«Si nos limitáramos a buscar historias que puedan convertirse en buenas películas, estaríamos excluyendo a un gigantesco grupo de escritores cuyos trabajos e ideas conforman el talento literario de una nación, una cultura y una época, pero cuyos relatos en particular podrían no ser adaptables al cine», sostiene.

Quizá, para concluir, un adagio del propio Coppola sirva para sintetizar el espíritu de su libro: «Los buenos cuentos nos transportan, los excelentes nos cambian y los malos… bueno, al menos son cortos». (Télam)


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