Los fiscales a dedo y el “si pasa, pasa”

Martín Belvis

Prosecretario de Redacción. Nació en 1967 en Buenos Aires y comenzó en el periodismo a los 21 años. Durante 10 años cubrió noticias políticas de la provincia de Neuquén y más tarde fue el primer editor del suplemento de Energía del diario Río Negro, de cuya agencia Cipolletti fue jefe entre 2009 y 2013. Vivió una década en Bariloche, donde se desempeñó como jefe de su agencia. En Diario RÍO NEGRO desde 1991.

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El procurador debió volver sobre sus pasos en las designaciones de subrogantes sin el concurso del Consejo de la Magistratura luego de que este diario revelara la situación.


La decisión del procurador general de la provincia, Jorge Crespo, de frenar la designación masiva de fiscales subrogantes no es el resultado de una súbita conciencia republicana sino la consecuencia de la difusión de esta irregularidad en el diario Río Negro. El “si pasa, pasa” encuentra a veces en el periodismo un muro infranqueable.

No fueron casos aislados ni la consecuencia de los atrasos en los expedientes en el Consejo de la Magistratura, sino el camino sencillo de la excepción como regla; después de todo, en la Justicia Federal estos subterfugios (y otros más graves) son moneda corriente y cualquier crítica a esas prácticas es tomada como un ataque.

El debate en el Senado por la reforma de la ley del Consejo de la Magistratura nacional para adecuarla a lo que ordenó la Corte Suprema, permite valorar el sistema que rige en Río Negro, con una organización similar pero adaptada a la realidad de cada una de las cuatro circunscripciones judiciales, con poder de designación pero también de remoción. Y, lo que es clave, con cargos ad honorem.

La premura de Crespo por cubrir vacantes en las fiscalías sin la convalidación de la Magistratura tuvo como argumento los retrasos en los concursos y la necesidad de dar respuesta a las demandas de justicia.

Pero esa excusa se estrella contra la realidad de que los concursos avanzan (salvo una o dos excepciones). Hace dos semanas se conformaron los jurados, de hecho.

La tentación de poner a dedo subalternos que sean funcionales a los intereses del jefe es enorme, en el Ministerio Público Fiscal y en cualquier otra organización similar.

En Río Negro, los fiscales tienen, desde la reforma del Código Procesal Penal, la responsabilidad de las investigaciones criminales. Los jueces pasaron a ser garantes del proceso mientras la causa se instruye. Todo el proceso es oral y (supuestamente) público.


El episodio dispara algunos interrogantes: ¿son necesarios tantos fiscales?, ¿tiene que haber la misma cantidad de jueces ahora que no tienen la investigación penal a su cargo?


Hay un enfrentamiento sordo entre los jueces que perciben la aplicación de estos cambios como un demérito y los fiscales que se sienten sobrepasados. La tensión no siempre es un problema y a veces hasta es recomendable, pero cuando está en el medio la necesidad de darles respuestas a las víctimas resulta insoportable.

¿Tantos fiscales se necesitan para hacer el trabajo que antes hacían tres o cinco jueces en cada ciudad cabecera de la circunscripción?

¿Hay que mantener la misma cantidad de jueces con semejante recorte en las funciones?

Preguntas de un lado y otro de la sala de audiencias.

¿Por qué Crespo terminó la semana con el dictado de una segunda resolución sobre el tema? La primera suspendió y la segunda derogó las designaciones masivas de fiscales subrogantes. En los considerandos da una pista: “se generó una serie de repercusiones y debates centrados fundamentalmente en la designación excepcional y temporal de subrogantes para cubrir las vacantes existentes en la Segunda y Cuarta Circunscripción”.

“Tales repercusiones afectan el clima adecuado para llevar adelante la finalidad y la motivación de tales actos administrativos, consideradas al momento de dictarlos, que no son otras que la de mejorar y fortalecer el servicio de justicia y la protección de las víctimas de delitos”.

Nada de esto fue un error. El problema son, para el procurador general de la provincia, las repercusiones.

Voto clave


El gobierno nacional tiene de nuevo de su lado al senador Alberto Weretilneck, que esta vez no votó con la nariz tapada, como hizo con el acuerdo con el FMI, sino que le dio al oficialismo el apoyo clave para reformar la integración del Consejo de la Magistratura.

No pudo crear “consejos chicos por regiones”, como los que funcionan en Río Negro, pero sí introdujo que para la elección y remoción de jueces el cuerpo se integre con consejeros regionales, ad honorem. Se dividió el país en norte, sur, centro y la Capital Federal (con su Gran Buenos Aires).

Su voto se ha vuelto clave.


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