Oro negro

Hasta hace unos días parecían historias que se contaban en otros lugares del país o el exterior. Quién iba a pensar que Cipolletti quedaría como centro de operaciones -o al menos como uno de los centros- de una mega banda que se dedicaba a robar petróleo crudo.

Quizás por eso, porque nadie podía sospecharlo, los delincuentes eligieron a esta ciudad como blanco de dos importantes «pinchaduras» de los oleoductos que recorren la región.

Fue una sorpresa para muchos corroborar que el dato era verdadero. Que en esa chacra prácticamente abandonada de la zona de El Treinta se escondía el corazón de un robo millonario.

No se trataba de la obra de improvisados ni mucho menos. Dos cabecillas -que aún están prófugos- y otras tres personas más de suma confianza, habrían sido quienes comandaban a un grupo de unos 20, 30 o más individuos que se requerían según las necesidades. Creen que no todos conocían «el negocio» completo. Algunos sólo cumplían su función, recibían el dinero y se marchaban.

Tampoco las propiedades habrían sido siempre las mismas. Las alquilaban, las usaban y cambiaban. En determinados casos las dejaban «descansar» un tiempo para evitar sospechas. En otros, directamente las abandonaban.

Se cree que al menos desde agosto del año pasado estaban operando en la región. Podrían haber comenzado con mayor intensidad en Roca, pinchando el ducto en la zona de una ex arenera. Pero cuando se sintieron investigados, mutaron.

En ese momento habrían elegido la propiedad cercana al «puente de hierro» de Cipolletti. Un lugar estratégico, donde pasan nada menos que dos ductos de la empresa Oldelval. Era como matar dos pájaros de un solo tiro.

Como lo habrían hecho en Roca, cavaron, prepararon un túnel y pincharon las cañerías para succionar metros y metros cúbicos de petróleo crudo.

Tres, cuatro y hasta cinco camiones se cargaban por día. Y millones se esfumaban en cisternas hacia destilerías de Buenos Aires o Santa Fe sin que nadie -ni siquiera los supuestos controles que deben realizarse en las rutas- los detectara.

¿No notaba Oldelval los cambios de presión en los ductos cuando les sacaban las «camionadas» de petróleo? Los investigadores dicen que no es fácil descubrirlo por la gran cantidad de fluido que llevan esas cañerías subterráneas.

Como sea, evidentemente la tecnología que utiliza la empresa no fue lo suficientemente efectiva porque el robo se prolongó durante meses. Un tiempo precioso en todo sentido. En dinero. Y en riesgos.

Mientras los delincuentes abrían y cerraban válvulas y manipulaban los oleoductos a placer, podría haber ocurrido cualquier cosa. En Cipolletti los caños pasan, en parte, debajo de una calle rural, en una zona relativamente poblada y a tan sólo unos metros del canal principal de riego.

Es mejor ni imaginar qué podría haber sucedido con una explosión o si el crudo se escapaba de los ductos y llegaba hasta el agua que alimenta a cientos de chacras de la región.

Más allá de la empresa que defiende sus intereses económicos, ¿quién controla que los oleoductos que pasan bajo las zonas pobladas no estén en riesgo por robos o por intentos de robos?, ¿quién garantiza la seguridad para los pobladores y el medio ambiente?, ¿qué medidas de prevención se toman?, ¿cómo los camiones pueden recorrer cientos de kilómetros y pasar de una provincia a otra transportando petróleo «trucho»?

Los investigadores hallaron dos pinchaduras en los ductos de Cipolletti pero sospechan que no serían las únicas, que habría otras en la región. Sin embargo hasta ahora las autoridades nada han hecho para profundizar los controles.

 

Elizabeth Hoischen

betty@rionegro.com.ar

Notas asociadas: MILLONARIO ROBO DE CRUDO: Almacenaban el petróleo en un piletón de vino para trasvasarlo a los camiones  

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