Otra vez Holder

Se supone que para un espía es imprescindible que nadie conozca su oficio, porque no bien se divulgue que se dedica a eso, todo el mundo se pondrá en guardia contra él.

Sin embargo, hay en la Argentina un espía, el señor Frank Holder, que viene siéndolo desde hace muchos años con abundante información en los medios respecto de su actividad, sin que el conocimiento público de su profesión haya obstado para que continúe ejerciéndola y, más aún, para que se lo distinga con otras funciones.

En setiembre del año pasado nos ocupamos de Holder a raíz de que se presentó de pronto en San Martín de los Andes, ya no como espía sino como titular de una fundación, la denominada Moas Foundation, para informar sobre la realización en esa ciudad del «Modelo de Asamblea» de la Organización de Estados Americanos, que reunirá a unos 500 jóvenes en la ciudad cordillerana en abril próximo. La Moas, se dijo en la nota, depende de la OEA.

Holder, un ex agente de la CIA, hizo el anuncio en una conferencia de prensa acompañado por otro hombre de la Moas, Nicolás Trotta; por el gobernador neuquino Jorge Sobisch y por el intendente de San Martín, Sergio Schroh. Holder dijo que la ciudad era «muy bella» y Sobisch le dio su respaldo. Declaró que «aunque en Neuquén no nos sobra la plata, nuestro apoyo es irrestricto». El costo de la asamblea se aproxima a los 300.000 pesos.

El informe de setiembre último daba los antecedentes de Holder en la CIA y decía que era representante en Buenos Aires de la agencia de investigaciones Kroll O»Gara, fundada por Jules Kroll, otro retirado de «la Compañía» bien relacionado con el entonces jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes.

En la disputa por un contrato con el grupo Exxel, de Juan Navarro, Holder tuvo conflictos con un ex de la ESMA, el capitán Adolfo Donda Tigel, y con Rodolfo Galimberti, copropietario de una agencia criolla, Universal Control. También los tuvo con el abogado Luis Moreno Ocampo.

Por razones obvias, no parecía Holder la persona más indicada para organizar una asamblea juvenil en representación de la OEA. En la nota citada se recordaba que los fundadores de las agencias norteamericanas de investigaciones que se instalaron en Buenos Aires en los últimos años son, algunos, «veteranos del Plan Cóndor, que coordinó la represión en Sudamérica en los años 70».

El currículum, tan particular, del titular de la Moas no pareció impresionar a Sobisch ni a Schroh, puesto que no hubo respuesta alguna a la información ni, que se sepa, objeción a que el agente continúe ocupándose de la asamblea de abril.

Pero, como ha quedado dicho, la presencia de Holder en los medios es constante. Recientemente, a raíz del asesinato de los esposos Perel en Cariló, volvió a aparecer. Se supo que había elaborado un informe negativo sobre Mariano Perel solicitado a Kroll por la empresa Sitel Corp., lo que le hizo perder a Perel un contrato de 300.000 dólares anuales.

Perel demandó a Kroll y obtuvo una indemnización de 370.000 dólares. Pero, no conforme con eso, siguió presionando a la agencia de seguridad a cambio de -informó el diario «La Nación»- «no revelar información que supuestamente perjudicaría a Holder». Esa información se relacionaría con la venta de una empresa suya a Kroll y con el método seguido para efectuar los pagos entre Estados Unidos y la Argentina.

Lo peor del caso es que, en la misma nota -del sábado pasado- «La Nación» dice que Holder, para evitar una eventual condena por estafa y falsa denuncia, aceptó realizar trabajos comunitarios, que cumple desde diciembre pasado en la iglesia Santísima Trinidad, del barrio porteño de Núñez.

Holder trabajó en la embajada de su país en Buenos Aires. Trajo entonces de Estados Unidos una camioneta Dodge, cuyo robo denunció al cabo de un tiempo. Pero investigaciones judiciales establecieron que un amigo suyo había intentado vender el vehículo en el Paraguay.

Concluida la instrucción, la causa que se le formó fue elevada a juicio oral. En el tribunal de alzada, Holder pidió la suspensión del juicio que se le seguía por falsa denuncia y tentativa de estafa, a cambio de una «probation», esto es, la realización de tareas en beneficio de la comunidad en la iglesia mencionada durante ocho horas mensuales en un lapso de dos años.

En un país donde la suerte de muchos jóvenes es, cada vez más, un asunto policial, no puede sorprender que un espía se encuentre a cargo de organizar reuniones continentales de adolescentes sin que a las autoridades se les mueva un pelo. Pero si, además, resulta que el individuo en cuestión ha logrado zafar de una probable condena penal gracias a que se le admitió pagar su culpa con trabajos comunitarios, convendría ver si es la persona más adecuada para encarar los trabajos del encuentro que se hará en San Martín de los Andes entre el 1 y el 6 de abril próximos.

Consultado sobre el caso, Holder se negó a contestar y dijo que ése era «un tema personal» suyo.


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