Para educar a un niño se necesita un pueblo

Por Daniel F. Agostino (*)

La tarea de educar a una persona es una responsabilidad compartida por todos: Estado, familia, escuela y comunidad. Por lo tanto, necesitamos del compromiso simultáneo de todos para mejorar la educación.

La Nación argentina atraviesa momentos de cambios profundos y debe enfrentar desafíos importantes que le permitan superar las dificultades actuales para proyectarse hacia un futuro mejor.

Una de las situaciones más difíciles es la que se refiere a la problemática de los niños y adolescentes en situación de pobreza estructural; la integración y la participación de los mismos en la sociedad se encuentra seriamente condicionada por una diversidad de factores de distinta magnitud.

La dificultad de estos jóvenes de permanecer dentro del sistema educativo formal es uno de los indicadores que ponen en evidencia esta situación, más allá de que tienen una valoración positiva del sistema escolar ya que éste sigue siendo visualizado como un canal válido de movilidad social y para conseguir mejores puestos de trabajo.

Sin embargo, la presión familiar para generar ingresos para el hogar, la necesidad de quedarse al cuidado de hermanos menores, los embarazos tempranos, la distancia entre la residencia y los establecimientos educativos, la sobreedad, la falta de estimulación por parte de familias con nivel socioeconómico precario y bajo nivel educativo, son factores que se combinan para originar abandono de los estudios en el Nivel Medio.

Pero no hace falta ser un investigador para afirmar que quien pierde el tren de la educación pierde oportunidades futuras y que a medida que estos adolescentes se hacen cargo de responsabilidades de adultos, las alternativas de un mañana mejor se diluyen.

Teniendo en cuenta todas estas variables en juego y sabedores de que es mucho más difícil volver a «atraer» a los jóvenes una vez que se han ido, el Programa Nacional de Becas Estudiantiles trabaja para mejorar los niveles de retención y promoción escolar de los alumnos de familias socioeconómicamente más vulnerables y para favorecer las condiciones de empleabilidad futura de los jóvenes.

-Se han seleccionado para participar del programa escuelas con población con un alto índice de necesidades básicas insatisfechas. Las mismas constituyen circuitos de gestión, actualmente muy consolidados.

-Existe gran reconocimiento y alto compromiso de toda la comunidad educativa para la óptima implementación del programa.

-Se capacitó específicamente a los distintos integrantes de los equipos de gestión de las escuelas.

-Los equipos de trabajo cuentan con probada experiencia en tomas de encuestas a los aspirantes y su grupo conviviente y en la sistematización de la información para su posterior elevación a la coordinación nacional.

-Se ha logrado obtener un procedimiento totalmente descentralizado con respecto a los circuitos de pago, sin perder el control de las rendiciones y la habilitación de nuevas instancias.

-Se potenciaron las relaciones interinstitucionales entre las distintas escuelas que conforman los circuitos y entre los circuitos entre sí.

-La retención se integró como meta específica y explícita al proyecto educativo institucional. Directivos y docentes buscaron las estrategias para favorecer las condiciones para que los alumnos no sólo no abandonen, sino que promocionen mejorando la calidad de los aprendizajes.

-Las escuelas han planificado e implementado proyectos de retención en vinculación con la comunidad, articulando acciones y realizando estrategias concretas que favorecieron la retención de los alumnos.

Las becas estudiantiles constituyen para estos niños, adolescentes y jóvenes la posibilidad concreta de acceder a la finalización de la escolari- zación. El ingreso resulta una alternativa al trabajo dentro o fuera del hogar, más seguro que el que puedan percibir por trabajos precarios, y los proyectos institucionales de las escuelas aseguran la contención y el acompañamiento que estos jóvenes necesitan.

En todas las provincias ya están comenzando las encuestas para otorgar las 120.000 becas correspondientes al año 2000. La información suministrada por las familias se carga en un programa informático especialmente diseñado por el Ministerio de Educación, el que asigna las becas en cada localidad dando prioridad a aquellas familias en situación más desfavorable. En poco tiempo más, comenzarán los actos de pago de la primera de las cuotas.

(*) Psicólogo. Coordinador general, Programa Nacional de Becas. Ministerio de Educación de la Nación.


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