Histórico fallo judicial por trata de personas

Una mujer fue condenada a diez años de prisión por prostituir a su hija menor de edad en Sierra Grande.

Judiciales

Por trata de personas, la madre de una menor de edad y el propietario de dos wiskerías de Sierra Grande que ya no funcionan fueron condenados a 10 años de prisión. Se les imputaron los delitos de “trata de personas, en la modalidad de acogimiento de una persona menor de edad con fines de explotación, en concurso ideal con promoción y facilitación de la prostitución de una menor de dieciocho años”. En el caso de la mujer se lo consideró agravado por ser la madre de la víctima menor de edad.

Se trata de José Francisco Peralta y de Severiana Cristaldo Escuvilla de nacionalidad paraguaya, encargada de las wiskerías “La Sirenita” y “Shirley” de Sierra Grande propiedad del primero que trajo a su hija menor de edad desde el Paraguay. La adolescente de 15 fue encontrada en una precaria habitación sin gas, luz, ventilación ni baño donde dormía en un colchón en el piso a metros de uno de los locales nocturnos.

Según los registros nacionales esta es la primera vez que la Justicia condena a una madre en un caso de trata de personas como éste.

El hecho ocurrió hace siete años pero problemas de competencias judiciales generaron este notable retraso del juicio, al que los imputados llegaron en libertad luego de haber permanecido un tiempo detenidos. Ahora, una vez que quede firme la sentencia deberán regresar a prisión. No obstante, el abogado Manuel Maza en defensa de la mujer presentó un recurso de casación contra la sentencia dictada, lo que generará la intervención de otras jerarquías judiciales del fuero federal y de acuerdo a lo que estas resuelvan la sentencia quedará firme o no.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Roca integrado por los jueces Orlando Coscia, Armando Márquez y Alejandro Silva consideró que el delito juzgado en esta causa debe ser considerado un hecho de violencia de género. Tras analizar pruebas y testimonios concluyó que “Peralta era dueño de los locales nocturnos; que Cristaldo “Ana” además de madre de ‘MRFC’ (así fue identificada la entonces adolescente de 15) era también trabajadora en la noche, encargada de los “boliches” y de ciertos trámites como obtención de libretas sanitarias de las mujeres; que entre Cristaldo y Peralta había una relación más allá de lo comercial; que las mujeres vivían en las habitaciones de los locales, y pasaban de un local a otro indistintamente; que realizan “copas y pases” con clientes quedándose con el 50% y 70% respectivamente de las ganancias

obtenidas; que no recibían dinero en efectivo en momento sino que los clientes pagaban a los jefes, quienes les rendían las ganancias en otro momentos del mes; que recibían adelantos de 20 o 30 pesos por día para comida; que Cristaldo anotaba “pases y copas” en unos cuadernos; que trabajaban desde la medianoche hasta las cinco o seis de la mañana; que en una oportunidad llegó al sitio la hija de Cristaldo de nombre “MRFC”, que era menor y que ejercía la prostitución igual que todas”.

En el extenso fallo también se destacó que tanto los imputados como la víctima reconocieron la llegada de la adolescente del Paraguay a Sierra Grande, “el viaje con su madre, su alojamiento en la precaria pieza, su alistamiento personal en un baño del “boliche” porque su pieza no tenía aseo, su contacto con los locales para “ver televisión”, su vínculo con al menos una de las trabajadoras sexuales; sus salidas nocturnas con esa amiga; la supuesta prohibición para que MRFC no ingrese a los “boliches” en horas de trabajo; el conocimiento que MRFC tenía que su madre trabaja “en el boliche”, “en la noche”, aunque no reconociendo que era prostituta; que Ana, o sea Cristaldo derivó a los clientes que pedían mujeres más jóvenes al otro local que estaba cerrado, donde fueron atendidos por Peralta y que en ese local estaba MRFC junto a su amiga Maggi, jugando al pool con el hijo de Peralta y un amigo de éste, lo que reconocen los mismos jóvenes, quienes coinciden en que fueron invitados a retirarse luego de la llegada de los clientes, a la sazón uniformados en plena investigación que fueron al local cerrado por indicación de Ana y que se encontraron con la víctima y su amiga, encuentro que incluyo oferta de “copas y pases”. En la versión de los numerarios solo aceptaron “copas” con ambas jóvenes, identificando allí a la de menor edad buscada MRFC”.

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