Preocupante aumento de los delitos sexuales en Bariloche y El Bolsón

Las denuncias rondan el medio millar por año. El 90% de los casos se da en el ámbito doméstico.Las niñas de entre 12 y 14, son las más expuestas.

SAN CARLOS DE BARILO- CHE (AB) – El aumento sostenido de las denuncias por delitos sexuales en Bariloche y El Bolsón preocupa a las autoridades policiales y judiciales, y se discute sobre si la causa obedece a que las víctimas ahora acceden a mayor información, o si existe una banalización del sexo y un rélax sobre el control de los impulsos eróticos. El gabinete médico forense atiende unas 200 consultas por año referidas a violación, corrupción, abuso sexual o estupro. En ese lapso, las comisarías de Bariloche y El Bolsón reciben aproximadamente el doble de denuncias, y los especialistas entienden que muchos otros hechos nunca llegan a conocimiento de las autoridades.

«La gente desconfía de las estructuras de la justicia, y las condenas en suspenso no son consideradas punitivas por los padres de los menores abusados», reflexionó el psicólogo forense Oscar Benítez, quien aclaró que «esas penas no son ejemplarizadoras y por eso algunos prefieren no denunciar».

Los especialistas afirman que el 90 por ciento de esos delitos cometidos en perjuicio de menores ocurren en el ámbito doméstico, y en su mayoría en la vivienda familiar.

La circunstancia frecuente de que las víctimas son sometidas por los guardadores, por quienes los menores sienten un especial ascendente y un temor reverencial, la certidumbre de que fueron obligados a hacer algo malo y de ser cómplices de una conducta delictiva, actúa para que el menor no ponga en conocimiento de lo sucedido a nadie. Por eso es importante que las personas responsables atiendan a los síntomas.

Alta incidencia

El segundo jefe de la comisaría 28 del barrio Alto, José Luis Tejada, sospecha que detrás de los más de cien pedidos de localización de menores por año y las 500 exposiciones por desavenencias familiares, existe un maltrato físico o psicológico a los niños.

Presume que puede haber maltrato y amenazas, que los chicos se fueron porque no rinden satisfactoriamente en el colegio, o que escaparon de una situación familiar insostenible. No descarta la causa de abuso sexual. Reconoce que «los docentes ahora tienen mayor protagonismo e intervienen cuando observan conductas erráticas y signos de aislamiento en los alumnos».

Entre los últimos casos, Tejada citó el de una mujer de 26 años que abusó de un nene de tres, de una chica de 16 que era abusada por su abuelo, y dos violaciones a jovencitas que se habían embriagado durante sendas fiestas familiares. En la comisaría Segunda del Centro Cívico, también se denunciaron tres violaciones y dos abusos sexuales durante las últimas semanas. El subcomisario Mario Villalva recordó la denuncia sobre un discapacitado que era abusado cuando concurría a la casa del imputado, otro abuso y tres violaciones.

Los expertos aseguran que esos delitos no son privativos de una clase social y que reciben denuncias que involucran a las clases media y alta de la ciudad. «Pero luego tienden a ocultarlos y esas causas rara vez llegan a juicio. A veces las denuncias son retiradas durante la instrucción; la causa no prospera porque las víctimas o los testigos no se presentan a declarar, y aunque nadie reconoce que hubo un acuerdo para frenarlas, son pocas las que tienen resolución».

Cuatro de cada cinco causas que llegan a juicio por delitos sexuales terminan en condena. Se debe a que la declaración de las víctimas es fundamental, y en esa etapa del proceso ya superó el análisis psicológico sobre fabulación o confabulación.

Los especialistas opinan que el juego erótico entre el niño y el familiar mayor no es delictivo. «Para el niño siempre es lúdico -asegura Benítez- y se convierte en delito cuando el adulto no controla sus impulsos y excede, mediante presión o amenazas, el límite que se había fijado el menor para el juego». Dicen que la denuncia es el mejor remedio, aún cuando no prospere, «porque actúa como freno y vuelve a poner las cosas en su lugar».

El tratamiento de las víctimas

El tratamiento psicológico a los menores abusados es imprescindible. Aconsejan que se haga en conjunto cuando se trata de parientes convivientes, y sospechan que una agresión sexual no elaborada puede terminar en suicidio. Los especialistas afirman que cuando las víctimas no son atendidas oportunamente pueden manifestarse síntomas, patologías y trastornos en su vida. «Las dificultades por las improntas que dejan los delitos sexuales aparecen cuando la persona quiere constituir una pareja, formar relaciones sanas, o establecer relaciones de paridad heterosexuales. A veces aparecen distorsiones en la sexualidad», subrayó Benítez, quien agregó que «no hay una sola experiencia en el ser humano que no modifique su personalidad. El delito sexual no es distinto de cualquier otra experiencia, pero es muy traumático y reclama una elaboración más exhaustiva» concluyó. (AB)

«Hay una banalización de las normas»

El psicólogo forense Oscar Benítez afirma que los sexuales son delitos que están condicionados socio-culturalmente. «Hay un condicionamiento de una pulsión, determinado por una norma, y cuando es permisiva, no se respeta o no se impone de manera eficaz, la pulsión se concreta. Hay una banalización de las normas, un rélax, sobre el control de las pulsiones, y por eso aumentan los delitos sexuales».

El experto opina que «hay películas que predisponen a la sociedad a vivir experiencias prematuras», y aclaró que «cuando se habla de erotismo y pornografía no hablamos de libertad sexual, sino de una distorsión en la sexualidad».

Dice que para los chicos siempre se trata de un juego. «Tiene todas las pautas necesarias para preservarlo dentro de su mundo y en esas pautas están los límites. El chico juega y cuando llega el límite dice basta, y (entre niños) respetan ese momento límite. Cuando hay una diferencia de edad, de capacidad o del código en la comunicación, se transgrede el límite y se continúa sobre acciones imprevistas. Es donde aparece el riesgo, porque el adulto no controla la pulsión y excede los límites que el chico se había fijado para el juego. Ese exceso es delictivo, porque avasalla las posibilidades del menor; porque le quita defensa; porque el menor pasó por el límite del juego y la negación, y sin embargo se sigue avanzando», explicó el profesional, quien insiste en que «los chicos saben cuál es el límite, y su compañero sexual, no siempre». (AB)

Cualquiera puede denunciar maltrato o abuso

Para la asesora de Menores Marta Pereyra, el niño abusado o maltratado se caracteriza por su salud y desarrollo por debajo de lo normal, y por «un comporta- miento sumiso, asustadizo y tímido. Tratan de pasar inadvertidos, tienen dificultades en el aprendizaje y aceptan en forma pasiva lo que les suceda. Otros, vuelcan en la escuela la agresividad que experimentan en su hogar», refirió. La profesional afirma que la mayor cantidad de abusos denunciados «fueron cometidos por padres, concubinos de las madres, tíos y abuelos, contra víctimas de entre 12 y 14 años, aunque los estudios señalan un incremento de abusos en niñas más pequeñas».

Pereyra, informó que cualquier víctima o persona que tuviere noticias sobre un episodio de abuso o maltrato puede denunciarlo, sin rigor formal, en forma verbal o escrita, personalmente, o por un mandatario. «Las leyes establecen que tienen obligación de denunciar los funcionarios o empleados públicos que conozcan los delitos en el ejercicio de sus funciones», informó.

Pero nadie puede denunciar a su cónyuge, ascendiente, descendiente o hermano, a menos que sea víctima del delito o aparezca ejecutado en perjuicio de un familiar de grado igual o más próximo que el que lo liga al denunciado. Si uno de los progenitores es el que cometió el abuso, el otro puede denunciarlo. (AB)


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