No ser pobre cuesta un 54,6% más caro que el año pasado

Suele afirmarse que la inflación es el “impuesto de los pobres”. La sentencia radica en el hecho de que el incremento en el nivel general de precios, habitualmente impacta más en los artículos de primera necesidad, justamente aquellos que más consumen quienes ostentan un nivel más bajo de ingresos.

Los datos publicados esta semana por Indec, parecen confirmar tal hipótesis. En efecto, la evolución de la línea de la pobreza y la línea de la indigencia, supera largamente la inflación de los últimos doce meses, estimada por el propio organismo.

La estadística oficial elabora la Canasta Básica Alimentaria (CBA), la cual se establece en base a la dieta mínima que necesita un adulto para subsistir. El valor monetario de la CBA es lo que se conoce como línea de la indigencia. Asimismo, la Canasta Básica Total (CBT), contempla los bienes y servicios mínimos de subsistencia, incluyendo no solo alimentación, sino también vestimenta, transporte, salud, educación y esparcimiento. El valor monetario de la CBT, es lo que se conoce como línea de la pobreza.

El informe publicado por Indec, refiera al mes de septiembre, e indica que para no ser indigente, una familia de dos adultos y dos niños, requiere ingresos por $9.735,42 al mes. El monto es un 7,5% más elevado que en el mes de agosto, y un 51,5% más alto que en igual mes de 2017. Se detalla además que para cubrir sus necesidades alimentarias, un adulto necesita de $3.150,62 al mes. Equivale a decir que según el Indec, una persona puede comer en Argentina con $105,02 por día.

De la misma forma, para no caer en la pobreza, una familia de dos adultos y dos niños necesita reunir ingresos por $24.241,17 al mes. El dato significa un incremento del 54,6% respecto a septiembre del año pasado.

La semana anterior, el Indec dio a conocer la inflación de octubre, y estimó que durante los últimos doce meses los precios crecieron en promedio un 45,9%. Significa que el costo de la CBT creció el último año un 8,7% por encima del nivel general de precios, lo que parece confirmar el hecho de que la inflación impacta más en los sectores más postergados.

La valoración de la CBA y la CBT permite además establecer paralelos con otros parámetros que son determinantes para la contención de la pobreza. Uno de ellos es el Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM). El monto del mismo es establecido por Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo Vital y Móvil convocado por la Secretaría de Trabajo de la Nación, y se usa como referencia especialmente en el mercado de trabajo no registrado. Actualmente, el monto del SMVM se ubica en $10.700 y en la última convocatoria del consejo que tuvo lugar en agosto, se estableció que la suma subirá progresivamente hasta llegar a $12.500 en junio de 2019. Sin embargo, en base a los datos publicados por Indec, resulta que la suma actual alcanza apenas para escapar de la idigencia, mientras que para no ser pobre una familia requiere de al menos 2,26 salarios mínimos.

Similar análisis es posible en relación a la Asignación Universal por Hijo (AUH). Las críticas más reaccionarias que ha recibido el programa social, indican que el mismo desincentiva el ingreso al mercado laboral. Sin embargo al observar los datos, la sentencia se derrumba. El monto actual de la AUH es de $1.684. Implica que para no ser indigente, una familia necesita de 6,52 AUH al mes, mientras que para ser pobre requiere de 14,39 AUH al mes.

Datos

La pobreza sigue siendo una de las deudas pendientes de la democracia argentina. El contexto inflacionario no hace más que agravar el problema.