La Planta de Agua Pesada de Arroyito busca apoyo para reactivar la producción

La PIAP pasa por su momento más difícil. Para revertirlo, trabajadores guiaron a legisladores por las entrañas del complejo para que lo conozcan y entiendan su importancia.

El silencio es nostalgia dentro de la Planta Industrial de Agua Pesada de Arroyito (PIAP). Sus 450 trabajadores extrañan el ensordecedor sonido de la central trabajando, se sienten a la deriva y dicen que no ven “un horizonte en el futuro”. Desde el 27 de mayo del 2017 se paralizó la producción y por falta de financiamiento del gobierno nacional no está definida su continuidad laboral.

La incertidumbre encaminó a los empleados a abrir las puertas del complejo que ocupa 20 hectáreas en este paraje a 55 kilómetros de Neuquén capital. “Río Negro” tuvo la posibilidad conocer desde adentro cómo son las instalaciones.

Desde el asfalto de la Ruta Nacional 237, la PIAP es una mole de acero con tres torres de color plateado. Se eleva a 47 metros de altura en medio de un paisaje agreste y es resguardada con celo por Gendarmería Nacional. Desde adentro la historia es otra, es un complejo bloque que concentra millones de ductos, también laboratorios y una sala de control. Son sistemas que funcionan con la precisión de un reloj suizo, eso se debe a que su construcción estuvo a cargo de una empresa de ese país -Zulzer Brothers-.

La función de la PIAP es producir agua pesada, que se utiliza para moderar y refrigerar reactores nucleares.

Su instalación costó 1.000 millones de dólares y formó parte de un plan de energía nuclear nacional elaborado en la década de 1970. En ese momento el modelo energético era a base de reactores cuyo combustible era el uranio natural; para el año 2000 debían ser cuatro las centrales nucleares pero solo se construyeron las tres que existen en la actualidad: Atucha I y II en Buenos Aires, y Embalse, en Río Tercero.

En 1994 produjo la primera gota de agua pesada con la que comenzó a abastecer los reactores nucleares de Argentina y también exportó. Tiene una capacidad de producción de 216 toneladas de agua pesada por año.

En los últimos meses las expectativas de los trabajadores se centraron la construcción de la cuarta central, pero desde el gobierno nacional descartaron la posibilidad y fue un cimbronazo para los operarios. Ahora el objetivo es continuar produciendo stock para las plantas nucleares que existen.

“La planta es nuestra casa” dicen los trabajadores, quienes decidieron conformar la “Comisión en defensa de la PIAP”, y el martes pasado invitaron a legisladores provinciales a recorrer las instalaciones: “que ellos vean qué es lo que estamos defendiendo, que sepan qué es lo que se está perdiendo con la paralización de la planta”, explicó Pablo Sosa, el delegado de los trabajadores.

La planta comenzó a funcionar en noviembre de 1993 y la primera gota de agua pesada destiló desde un conducto el 1 de septiembre de 1994.

La producción de amoníaco podría salvar los puestos de trabajo

Luego de que le gobierno nacional confirmara la suspensión de la construcción de la cuarta central nuclear, Atucha III, los trabajadores pusieron la mira en lograr que la planta pueda transformarse en un fábrica de fertilizantes, debido que en el proceso de producción de agua pesada uno de los insumos claves es el amoníaco.

“Es factible anexar una planta de fertilizantes, pero se habla de una inversión de una megaobra, que se está pensando para construirla en Arroyito o Bahía Blanca”, explicó el gerente de Relaciones Institucionales de la PIAP, Ignacio Maffei. Agregó que “uno de los insumos básicos de los fertilizantes es el amoníaco y nuestros insumos básicos son amoníaco y agua. Hace mucho que se habla de los fertilizantes, se habla de una inversión multimillonaria”.

Los obreros indicaron que se trata de una decisión política y económica. El delegado Sosa explicó que “tenemos las unidades de servicio y un reactor de amoníaco para 90 toneladas de capacidad. Lo único que falta es conectar la planta de fertilizantes, para producir uria”, detalló.

Hasta entonces, los operadores entienden que la mejor opción es seguir produciendo agua pesada para generar stock y abastecer las centrales nucleares de argentina.

Adrián Lizzi, uno de los trabajadores explicó, que “por año cada planta nuclear requiere 20 toneladas de agua pesada para abastecer la central, a eso hay que multiplicarlo por la vida útil. Por ejemplo Atucha I fue renovada y tiene 25 años, eso nos da 500 toneladas”. Con esas proyecciones y contemplando las tres centrales nucleares, los operarios estiman que pueden prolongar por cinco años la producción.

En números

“Nos sentimos mal, abandonados por la Nación. Con bronca e impotencia porque le dedicamos 25 años de nuestras vidas a esto”.

Pablo Sosa, delegado gremial de los trabajadores de la PIAP.

Datos

La planta comenzó a funcionar en noviembre de 1993 y la primera gota de agua pesada destiló desde un conducto el 1 de septiembre de 1994.
650.000 m³
es el consumo de gas diario que tiene la planta operando a su máxima capacidad con sus dos líneas de producción.
55 MW
insume por día la PIAP. Equivale a tres cuartos del consumo de Neuquén capital.
u$s 600
es el costo de un litro de agua pesada. Los trabajadores de la planta aseguraron que en el exterior la cifra se puede elevar hasta 1.000 dólares.
“Nos sentimos mal, abandonados por la Nación. Con bronca e impotencia porque le dedicamos 25 años de nuestras vidas a esto”.

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