Río Negro Online / Opinión

Por Andrés Oppenheimer

Es Estados Unidos el menos generoso de los países más ricos del mundo? ¿O es que los críticos de Estados Unidos manipulan las cifras para que el Tío Sam aparezca como el campeón mundial de los amarretes?

Un nuevo ranking publicado por la revista Foreign Policy, que mide el compromiso de los 21 países más ricos con la lucha contra la pobreza mundial, no cayó muy bien en el gobierno del presidente George W. Bush: Estados Unidos salió en penúltimo lugar de la lista.

La encuesta, efectuada además por el Centro para el Desarrollo Global (CDG), se presenta como la primera de su tipo en tomar en cuenta seis factores: la ayuda externa, el comercio, la migración, la inversión extranjera, la ayuda a las misiones de paz y la defensa del medio ambiente.

Según la lista, el país que hace más por ayudar a las naciones pobres es Holanda, seguida por Dinamarca, Portugal, Nueva Zelanda, Suiza y Alemania. Los menos generosos con relación a su producto bruto son Japón, Estados Unidos, Australia y Canadá.

El año pasado, un índice similar -aunque más limitado- titulado Reporte Anual de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas colocó a EE. UU. último en la lista de países donantes de ayuda externa. Estados Unidos dona el 0,1% de su producto bruto a otros países, mientras que Dinamarca ofrece el uno por ciento, según dicho reporte.

¿Son justas estas mediciones? Los funcionarios de Estados Unidos dicen que son burdamente manipuladas. Si midiéramos las cosas con otras varas, Estados Unidos sería el campeón mundial del altruismo, aseguran.

En dólares contantes y sonantes, dicen, Estados Unidos es el mayor donante del mundo: entrega casi 10.000 millones de dólares por año en ayuda externa, en lo que es sólo superado por el Japón, que dona u$s 13.500 millones. Pero si sumamos las donaciones privadas de casi $10.000 millones realizadas por las iglesias, corporaciones y particulares de Estados Unidos, se trata sin duda del país que más ayuda da en el mundo.

Y si medimos la apertura comercial a las exportaciones de los países pobres, Estados Unidos es mucho más abierto que Europa o el Japón.

Los subsidios agrícolas estadounidenses, que los países en desarrollo ven como una enorme traba a sus exportaciones, son mucho menores a los europeos o a los japoneses.

Según las Naciones Unidas, por ejemplo, cada vaca en Estados Unidos recibe un subsidio anual de u$s 151, contra u$s 435 que obtiene en Europa y u$s 1.296 en Japón.

«Los autores de estos rankings parten de una idea determinada y acomodan las estadísticas para probarla», me señaló un funcionario del Departamento de Estado. «Si nosotros hiciéramos un ranking dándole mayor peso a otros factores, podríamos demostrar que Estados Unidos es el mayor contribuyente al desarrollo mundial»».

¿Quiénes están diciendo la verdad, entonces? Como muchas veces pasa, depende de dónde se encuentre uno.

Si uno lo mira desde el punto de vista de Africa, que depende enormemente de la ayuda externa de los países ricos, el ranking de Foreign Policy es bastante cierto. La ayuda externa oficial de Estados Unidos es lamentable comparada con la de otros países, y aunque Bush recientemente anunció un aumento de u$s 5.000 millones en los próximos tres años, no hará mucho por acercarse a la de los países del norte de Europa.

Pero si uno está en América Latina, el ranking puede llevar a conclusiones erróneas, como lo admiten sus propios creadores. La mayoría de los países latinoamericanos son naciones de ingresos medios que no califican para la ayuda externa de los países ricos. Para ellos, el comercio es mucho más importante que la ayuda.

«Si hiciéramos un índice específico de los temas que más preocupan a América Latina -el comercio, las inversiones y la inmigración- Estados Unidos saldría mucho más alto», me dijo Moisés Naím, el director de Foreign Policy. «Las políticas de Estados Unidos son mejores para la región que las de Europa o Japón».

Estoy de acuerdo. Sería bueno que los próximos índices se hicieran para cada región en particular. Estados Unidos saldría mejor parado en varios de ellos, aunque no tan alto como lo aseguran los funcionarios del gobierno de Bush, ni probablemente como lo creería la mayoría de los norteamericanos.

Posdata: En otro orden de cosas, vuelvan a prestar atención a Venezuela. En Washington están creciendo los temores de que el presidente populista Hugo Chávez esté tratando de provocar un golpe de Estado en su contra, para justificar una purga general de las fuerzas armadas y la instauración de un régimen totalitario. Ya veremos si se trata de paranoia norteamericana, o de buena información de inteligencia.


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