“La fruticultura te da un timing como profesional que no ves en otros lados”
Daniel Satragni vivió épocas complejas para la fruticultura donde proliferaron los cierres de frontera y las exigencias sanitarias crecientes desde los países compradores de la fruta valletana. Un recorrido por los programas que se pusieron en marcha y el aporte profesional, público y privado, para superar los obstáculos.
El rol del profesional dentro de la fruticultura siempre fue importante, pero hubo una época en que tuvo un desempeño fundamental para el sector frente a las crecientes demandas de los mercados externos.
Daniel Satragni vivió todo ese período donde hubo que trabajar mucho en equipo y armar programas que destrabaran el comercio de frutas. En Río Negro Rural cuenta su experiencia.
PREGUNTA: ¿Cómo comienza su relación con esta parte de la Patagonia?
RESPUESTA: Me recibí en 1980 en la Facultad de Ciencias Agrarias de Balcarce, Universidad Mar del Plata, e inmediatamente me traslado a una zona de riego que era Colonia 25 de Mayo, en La Pampa, convocado por el ingeniero Barzi. Allí voy como jefe de proyecto productivo para desarrollar cultivo de tomates y complementar lo que se compraba los productores. Ahí estuve 10 años.
P: ¿Y cuándo llega al Valle rionegrino?
R: En el 90 vengo para acá y ahí empiezo a desarrollarme en la actividad frutícola. En el 97 entro como gerente técnico a CAFI y ahí me retiro, aunque estuve dos años más en el Consejo de Ingenieros Agrónomos.
P: ¿Qué realidad frutícola encontró a su llegada?
R: Eran épocas difíciles para la fruticultura. Cuando llego a la región, por la presión que había de plaga y para poder extender mercados, se arman ese año los programas de carpocapsa y mosca. Fue un trabajo titánico donde los profesionales de la actividad privada y pública empezaron a interactuar y se potenció todo un programa muy interesante.

P: ¿Brasil venía con muchas demandas sanitarias?
R: El mercado de Brasil era muy exigente en materia sanitaria, cortaban la frontera para el ingreso de fruta de una forma tremenda. Ahí, junto con Senasa, la Secretaría de Fruticultura y el sector privado, se arma lo que se llamó un sistema de mitigación de riesgo, también muy exigente y que se cumplió con creces. Por exigencia de ellos se presentó un programa, lo aceptaron y al día de hoy se terminó en un autocontrol muy bueno. También había en esa época una línea de exigencias paraarancelarias, el mercado de Rusia por ejemplo, que también lo viví, con cortes, presentación de protocolo; México y Estados Unidos lo mismo. Y después las exigencias privadas, en el 2002 surgen las EurepGap que luego se transformaron en las GlobalGap.
P: ¿Qué rol jugó el ingeniero agrónomo como profesional en ese momento?
R: Cuando llegué a Roca lo primero que noté fue la calidad de los profesionales que se desempeñaban en el sector frutícola. Comparado con la Pampa Húmeda, donde hay muy buenos ingenieros, la actividad frutícola hace que tengas un timing para tomar decisiones importantes desde lo fitosanitario hasta el momento de control de heladas, una tarea tremendamente exigente. Hay que tener en cuenta el producto del que hablamos. La pera, por ejemplo, es como si fuera un helado que vos tenés que trasladar 14.000 km y que no solo llegue a destino, sino que lo haga en plenitud.
«Es muy difícil para un productor estar en forma independiente si quiere llegar a mercados externos importantes».
Daniel Satragni, ingeniero agrónomo.
P: ¿Y hoy es impensado no contar con asistencia profesional en la chacra?
R: Tanto las exigencias públicas como privadas hacen imposible no tener asistencia técnica, sea de manera particular o a través de la empresa. Mucha gente no pudo seguir esas exigencias del mercado y fueron dejando la chacra. Es muy difícil para un productor estar en forma independiente si quiere llegar a mercados externos importantes.
P: ¿Qué nos puede decir del sector frutícola en la actualidad?
R: Lo que se percibe es que aquellas empresas grandes donde hay continuidad de otra generación la están peleando, creciendo y manteniéndose. Y lo mismo pasa con los productores, hay algunos que salen del circuito pero hay otros que ya tienen a sus hijos trabajando, jóvenes con ambición, arriesgados, van para adelante y creciendo como productores.
P: ¿Hoy cómo estamos en materia sanitaria?
R: Todos estos programas que se armaron fueron mejorando y ahí quiero destacar el rol de INTA, sobre todo la gente de la Sanidad Vegetal, Liliana Cichón junto con sus colaboradores, que presentan un programa para trabajar con los dispenser, las hormonas de confusión sexual. Era un método totalmente inocuo y realmente respetuoso del medio ambiente. Esto fue muy importante en su momento, porque los tratamientos que se estaban haciendo empezaban a generar resistencia. Federación de Productores y CAFI se autoimpusieron un arancel. Hay que mirarlo en perspectiva, los propios privados dijeron: “para hacerlo sustentable vamos a pagar un programa de carpocapsa, un programa de mosca y después además pagar otros programas que sean en cumplimiento de protocolo. Eso no es común”. Eso le dio sustentabilidad a los programas, aportaron millones de dólares a lo largo de los años y hoy siguen aportando. El resultado es que somos libres de mosca de la fruta en la zona patagónica, se aumentaron los mercados, pudimos llegar a China y la costa oeste de Estados Unidos, que no es poco.
Perfil
Daniel Satragni (72), ingeniero agrónomo, llegó al Valle en los 90 y desempeñó funciones en CAFI hasta su retiro en 2020. Se define como facilitador y coordinador de equipos de trabajo.
El rol del profesional dentro de la fruticultura siempre fue importante, pero hubo una época en que tuvo un desempeño fundamental para el sector frente a las crecientes demandas de los mercados externos.
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