San Martín de los Andes

La ciudad que mejor manejo de sus residuos muestra es San Martín, que tiene un sistema de recolección municipal, relleno sanitario controlado, planta recicladora y un programa de separación de residuos en origen en desarrollo, aunque por ahora restringido a un 4% de la población del centro de la localidad. En este caso los residuos recuperables los separa cada vecino en su domicilio. Coloca plásticos, papel, cartón, vidrios y metal en una bolsa que se retira en determinados días (lunes y jueves) y los residuos no recuperables en otra bolsa, que es retirada por el servicio habitual de recolección. También existe un servicio de retiro adicional para restaurantes y comercios, grandes productores, especialmente en temporada alta. La recolección diferenciada permite que opere una planta de separación donde los productos reciclados son canjeados por elementos al servicio de la comunidad (juegos de plaza, mobiliario urbano con plásticos reciclados, etc.). También existe un programa anual de recolección de residuos electrónicos que realiza la cooperativa telefónica local y otro de recolección de neumáticos usados, utilizados para relleno en el apuntalamiento de taludes. Sin embargo, esta experiencia exitosa, que ha llevado a que otras ciudades del país y de Chile (como Pucón) se interesen por su desarrollo y la tomen como referencia, tiene puntos oscuros, como la falta de remediación del antiguo vertedero y críticas acerca del funcionamiento del nuevo relleno sanitario, (ambos cerca de zonas en urbanización) que ha llevado a pensar en una relocalización . El antiguo vertedero, que funcionó entre 1970 y 1998 en el área Pampa de Trompul, del Parque Nacional Lanín, comparte la misma cuenca hidrográfica. Este basurero a cielo abierto fue cerrado y cubierto con áridos durante la gestión de Luz Sapag, pero está pendiente la remediación . Por otra parte, la nueva localización, una antigua cantera ubicada a unos 20 kilómetros de la ciudad, ha generado alguna controversia. Se trata de un relleno sanitario controlado, con un sistema de celdas con impermeabilización de fondo para evitar contaminación por lixiviados y chimeneas para la salida del gas de relleno. Pero, hace poco, una inspección municipal generada por denuncia de vecinos detectó falencias. Lleva más de tres meses de retraso la construcción de la celda cinco, que debe reemplazar a la colmada y desbordada “celda cuatro”. La acumulación de basura genera voladuras de bolsas, malos olores y proliferación de vectores. Hasta hora, las mediciones de la Zona Sanitaria no han detectado patologías asociadas a la contaminación con residuos, como el caso de las napas. Pero el concejal vecinalista Alberto Bruno asegura que “la falta de tapada diaria genera aparición de vectores (moscas, aves, roedores) y bolsas de basuras esparcidas fuera del predio, colgando de alambradas perimetrales así como inadecuada contención de lixiviados”, sostiene. Más allá de la polémica, tanto oposición como gobierno coinciden en que el actual vertedero tiene un uso limitado en el tiempo, y ya se creó una comisión parlamentaria que explora opciones para la relocalización del basural. Esto debido a que el actual está situado donde antes había un páramo, pero hoy está cada vez más cerca de desarrollos urbanísticos, en el área de expansión periférica natural de la ciudad, conocida como “cordones del Chapelco”. Las opciones de relocalización son muy limitadas y existe algún contacto para compartir el sitio de relleno con la vecina Junín de los Andes, pero las conversaciones son muy preliminares y existen resistencias al proyecto. Millonaria inversión en una moderna planta La planta de clasificación de residuos sólidos de San Martín de los Andes demandó una inversión inicial de 16 millones de pesos, gestionados por el Ministerio de Turismo de la Nación mediante crédito del BID, complementada con otros 2.500.000 para equipamiento aportados por el gobierno federal. El recinto aspira a separar y recuperar inicialmente alrededor del 20% del material total generado por los vecinos y unidades económicas. El denominado “Centro Ambiental” consta de un galpón de 1.000 metros cuadrados, balanza electrónica de hasta 80 toneladas, cinta de separación para hasta 20 toneladas diarias, prensa horizontal de 8 toneladas, molino triturador de plásticos, planta de tratamiento de lixiviados, un camión Mercedes Benz 1634, dos bateas transportadoras con capacidad para 44 metros cúbicos, oficinas, vestuarios y playón de lavado de camiones. El equipo incorporado es una prensa vertical de 30 toneladas de capacidad de compactación; un equipo con volcador hidráulico; un equipo móvil para “chipeado” de residuos forestales; diez contenedores metálicos de un metro cúbico de capacidad cada uno, para almacenar residuos recuperables hasta su enfardado; y un equipo eléctrico para elevar contenedores. Ya han sido concursados y serán entregados en breve un tractor destinado a facilitar las operaciones con fardos voluminosos, una minicargadora frontal –bobcat– para almacenaje, acopio y movimiento de residuos en el Centro Ambiental. Por otra parte, la Secretaría de Ambiente de la Nación subsidió por $1.584.000 diversos equipos, como camiones con caja compactadora, contenedores plásticos y de metal, molino para triturado de vidrio, equipos de seguridad y ropa para el personal.


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