Aquí están, estas son… Las Pibas del Playón
Este equipo de fútbol femenino formado hace 9 meses en el barrio Confluencia comenzó con 8 jugadoras y ya son más del doble.
-Somos re buscavidas, buscamos nuestro billete para poder ir a la cancha.
Así se definen “Las Pibas del Playón”, el equipo de fútbol que se formó en Los Pumas. Esta leyenda iría bien en cualquier canción o luciéndose en un trapo que la hinchada agite para alentarlas.
Anochece cada vez más tarde en la capital, así que pasadas las 20 todo el barrio Confluencia está iluminado. El ramal 18 de la empresa Pehuenche recorre las calles a baja velocidad. Los chicos no paran: andan en bici, se inventan juegos. En una mesa de cemento con bancos, muy similar a la de los balnearios que asoman al río Limay, están sentados el director técnico de las LDP (Las Del Playón), Juan De La Canal, y Sergio Soto, el preparador físico. Salen a recibir con entusiasmo.
Las chicas se arriman de a poco y enseguidita estamos todos amuchados hablando del equipo que nació hace nueve meses con ocho integrantes y hoy tiene más del doble.
Juan estudia el profesorado de educación física y pensó que sería buena idea reunir a las chicas. Vivi, la capitana, las buscó una por una. Tienen entre 14 y 45 años.
“Siempre jugué al fútbol, de los nueve años, una banda, conocí a Juampi e hicimos un partidito acá con las chicas y se armó el equipo enseguida, se armó re lindo el grupo”, asegura.
Están muy agradecidas con “el profe” porque cuando nadie les tenía fe, él puso todas las fichas en ellas.
La admiración es mutua
“Cada mujer vive una situación, como decirlo, durísima, yo he conocido otras mujeres, de otros equipos y no viven lo mismo, ellas hacen de todo: son mamás, niñeras, médicas, filósofas, maestras, y más que nada me enseñan muchísimo a mí. Protagonistas son más que nada ellas del fútbol”, cuenta Juan.
Según el censo 2010, las últimas cifras oficiales disponibles, en el barrio Confluencia urbana vivían 11.374 personas, de las cuales 5.783 eran mujeres. De los 3.338 hogares en 1.127 había jefas de familias. Un total de 737 hogares eran habitados por tres personas, pero en 199 había seis y en 24 diez o más.
La maternidad se ejerce a tiempo completo y es un asunto indelegable para las pibas, que llegan al entrenamiento con sus hijos. No hay otra chance, el ocio es colectivo. Una de ellas es Edy, que tiene un ojo en la pelota y otro en ver dónde están los chicos.
“Fuimos a buscar ruedas al basural para poder entrenar. A mí me daba vergüenza buscar en el basural, pero bueno había que hacerlo. Y cuando vimos los conitos dejamos las ruedas, eh”, afirma.
Agrega: “nosotras más que un equipo somos una familia, mucha tiene situación de calle y nosotros nos aprendimos a conocer una con otra más allá que una tiene su diferencia y otra tiene otro sentido de pensar, supimos entendernos unas con otras. Somos re complicadas, pero cuando hay un problema entre nosotras no estamos como equipo, estamos como familia, nos sentamos, nos arreglamos y hasta que no se soluciona el problema no nos vamos. Vos vas a ver muchos equipos en que las chicas se insultan o vos le erraste a la pelota y tu compañera te puteó, nosotras eso no.”
Los partidos suelen ser los fines de semana. Ailén juega de 4. “Nadie pensó que íbamos a llegar tan lejos, nos decían: “ah mire que tanto entrenamiento, tanto entrenamiento y nunca juegan, son puro entrenamiento nomás”. Esas cosas me decían a mí viste y yo me bajoneaba, pero no le daba bolilla porque nosotras sabíamos lo que estábamos haciendo y cómo nos estaba yendo”, sostiene.
Ya casi no queda luz. En un rato el grupo arranca la práctica en la cancha de césped de Chocón y Tronador, pero la charla sigue en el playón porque ellas lo representan. Donde los demás ven sólo jóvenes que dirimen conflictos a los tiros, ellas meten cuerpo y construyen presente (ver aparte). Edy resume: “puedo estar re lesionada, pero cuando entro a la cancha me olvido de que estoy enferma, a la mayoría de mis compañeras les pasa lo mismo, a pesar de que cuando entramos nos intimidan con que somos unas negras de mierda, que somos del playón, pero nosotros oídos sordos, seguimos jugando.”
Hacerse nuevas
“Juan Presente”, escribió alguien con aerosol en la pared del playón que supo ser también escenario de un crimen. En 2015 asesinaron a Juan González, de apenas 19 años, en una balacera. “A mi cuñado lo mataron ahí”, señala una de las chicas.
Todas buscan sanar heridas, despegarse del suelo, hacerse nuevas. Así lo explican ellas:
-Por eso quizás somos unidas.
-Porque la pasaron feo
-Sí, desde varios puntos de vista alguien pasó algo malo, eso supongo que es algo que nos une a todas, así como compañeras de fútbol, como amigas porque ya hemos compartido muchísimo tiempo juntas y son cosas que vamos pasando y nos vamos apoyando entre nosotras, es algo que está en el equipo.
-Acá han pasado muchas cosas, acá eran las cinco de la tarde y estaban a los tiros y cuando nosotros empezamos a entrenar eso se cortó porque es la verdad. Nosotros empezamos a entrenar, empezamos nosotros a limpiar el playón y eso se cortó, vos ves ahora que los nenes están jugando tranquilos. Antes eran las cinco de la tarde y se re-cagaban a tiros acá, no podían jugar tenían que salir corriendo los nenes.
-La misma policía le busca a los pibes, los molesta hasta que los pibes reaccionan y empiezan a tirar piedras, es así.
“Las Pibas del Playón“ son:
Matias Subat
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