Del prejuicio al uso: el médico que promueve el cannabis medicinal

Su visión sobre el tema cambió hace dos años, desde que su nieto fue diagnosticado con síndrome de Tourette. Experimentó él mismo y al ver los efectos positivos, se lo administró a Joaquín.

Gabriel Navarro es médico legista, vive en San Antonio y trabaja en el poder judicial de Río Negro. Hasta hace poco cargaba con los prejuicios sobre el uso terapéutico del cannabis y ahora promueve sus beneficios. “Nosotros estudiábamos a la marihuana dentro de la toxicología. Hoy se estudia cómo actúa a nivel fisiológico, como un regulador de todo el organismo” afirmó.

Hace poco participó de una disertación que se hizo aquí sobre el uso medicinal del cannabis y está cursando un post grado en La Plata sobre el tema. ¿Qué lo llevó a modificar preconceptos sobre esta droga y a saber más sobre ella? Fue algo más fuerte que cualquier pensamiento enquistado: su amor de abuelo.

Es que a los 5 años su nieto Joaquín -hoy tiene 7- fue diagnosticado con síndrome de Tourette. Un trastorno neurológico que causa múltiples tics. No tiene cura y sólo puede ser atenuado con medicación. En el caso de Joaquín, el cuadro viene acompañado por déficit de atención y trastorno obsesivo compulsivo.

El remedio que se le recetó sólo causó más angustia en su entorno, por los efectos colaterales. El antipsicótico atenuó los tics, pero provocó que el chico aumentara 10 kilos, se babeara, permaneciera ‘desconectado’ y tuviera un pronóstico más desalentador. A ese ritmo, comenzaría a desarrollar otras patologías, como una diabetes.

Ese cuadro inició una búsqueda que encabezaron al comienzo las mujeres de la familia: su abuela y su mamá. Ellas fueron las que llegaron al cannabis medicinal.

Gabriel recordó ese momento. “Tenía dudas y muchas contradicciones. Por eso antes de administrárselo a Joaquín comencé a tomarlo yo, para ver en lo inmediato que efectos hacía. Y recién entonces se lo dimos”.

En 24 horas el aceite logró reducir los movimientos involuntarios, hizo que el niño tuviera conductas más sociables y se mostrara conversador. El anti psicótico ya no fue necesario. El aumento de peso y otros efectos adversos se disiparon.

Hoy Gabriel y su familia encabezan dos frentes, que tienen a Joaquín como la cara visible de una batalla que lidian a diario miles de personas que buscan alivio para sus seres queridos. Un frente legal, que provocó que, tras la presentación de un amparo, la Justicia rionegrina sentara un precedente favorable sobre el reconocimiento del uso medicinal de la droga. Y de la necesidad de que se autorice el cultivo y el Estado la provea. El segundo frente está vinculado a sembrar conciencia: acerca de los beneficios medicinales de la droga en el caso de Gabriel, y, además, sobre la necesidad de legislar con una visión más amplia sobre el tema. “Los legisladores de la Provincia aprobaron en segunda vuelta la adhesión a la ley nacional. Pero esa norma es muy básica. Lo ideal es que se introduzcan cambios que sean superadores, y permitan que realmente facilite el acceso a todos los que se benefician con el tratamiento con el cannabis” argumentó el hombre.

La ley que regula su uso “es ineficiente, pero un paso adelante”

Un fallo que sienta precedentes,

el segundo a nivel país

El aceite de cannabis que ingresa al país se fabrica en EE.UU. y cuesta alrededor de 340 dólares. Los trámites para conseguirlo son

engorrosos.

“Tenía muchas contradicciones. Por eso antes de administrárselo a Joaquín comencé a tomarlo yo, para ver que efectos hacía”.

Gabriel Navarro, médico legista, abuelo

de Joaquín.

Gabriel Navarro, médico legista, abuelo de Joaquín.

“La ley en materia del uso medicinal de cannabis se aprobó en marzo de 2017, es ineficiente, corta, pero es un paso adelante. Avala el uso para una sola patología”.

Datos

“La ley en materia del uso medicinal de cannabis se aprobó en marzo de 2017, es ineficiente, corta, pero es un paso. Estamos lejos de la línea de partida ya que esa norma avala el uso del aceite para una sola patología: la epilepsia refractaria. Las familias de pacientes con otras dolencias que recurren al cannabis tienen que apelar a recursos de amparo. Y por eso la Justicia, que viene acompañando a los que peticionan, está por delante del Poder Ejecutivo en este proceso”.
Con esas palabras Gabriel Navarro, que es abuelo de Joaquín, un niño que consume aceite cannábico para aliviar los tics del síndrome de Tourette, define el desafío ante el cual se encuentran los legisladores rionegrinos.
“Los legisladores adhirieron a la ley nacional en primera vuelta, y ahora se debería dar el tratamiento en segunda vuelta. Y allí sería bueno que se introduzcan modificaciones que mejoren lo aprobado a nivel nacional, teniendo en cuenta el autocultivo, ampliando la cantidad de dolencias a tratar, etc” expresó el médico.
Fue más allá, pensando que, a futuro, el propio Estado podría involucrarse en la producción. “Hoy el aceite de cannabis que ingresa al país se fabrica en EE.UU. y sale alrededor de 340 dólares. Para el tratamiento, por caso, de un paciente como Joaquín, un frasco dura un mes. Y los trámites a realizar para acceder son engorrosos”, especificó el médico, que integra el grupo “Cannabis Medicinal Cipolletti”.
“Fijate que esa firma (la del aceite importado) les compra a cultivadores. Para conseguir el beneficio de la mayor cantidad de cannabinoides tenés que trabajar con varias cepas. Cada una posee un efecto distinto. Algunas trabajan la analgesia, otras son productoras de sueño, controlan la ansiedad, etc” explicó. Por eso lo ideal no sólo sería que el Estado habilite el cultivo, sino que se involucre en él. Ninguna familia quiere ser productora. Se debe ir más allá porque es compleja la obtención de lo que vehiculiza el aceite, que sólo es eso, un vehículo. Puede ser de coco, de oliva. Pero hay que estandarizar el cannabis que se produce. Mandarlo a analizar. No es sencillo. En Río Negro, por caso, tenemos un laboratorio de productos medicinales. Por eso considero que se podría avanzar en esa dirección” finalizó Navarro.
La familia de Joaquín viven en San Antonio Oeste y viene de protagonizar un proceso que sentó un antecedente favorable ante la Justicia Federal. Fue con la presentación de un amparo para que se obligue al Estado a proveer el aceite de cannabis para su tratamiento, o, en caso contrario, se los autorice para realizar el autocultivo de diferentes cepas.
La jueza Mirta Filipuzzi finalmente los habilitó a cultivar plantas de cannabis en cantidad necesaria y con exclusivo destino medicinal. Y ordenó comunicar lo dispuesto al Estado Nacional a través del Ministerio de Salud de la Nación, y a las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales (Prefectura Naval Argentina, Gendarmería Nacional, Policía Federal Argentina y Jefatura de la Policía de la Provincia de Río Negro) que eventualmente podrían tener intervención en la materia.
El caso de Joaquín es el segundo que se judicializó a nivel país. El primero fue en Salta, y tal como ocurrió con el niño de San Antonio allí la justicia también falló a favor del usuario.
La presentación que efectuaron contó con el respaldo de legisladores y de la agrupación Cannabis Medicinal Cipolletti, que presentó un “Amicus Curiae” en cuyo marco acercó a la magistrada interviniente argumentos legales y científicos que avalaron el pedido.
El aceite de cannabis que ingresa al país se fabrica en EE.UU. y cuesta alrededor de 340 dólares. Los trámites para conseguirlo son
engorrosos.
“Tenía muchas contradicciones. Por eso antes de administrárselo a Joaquín comencé a tomarlo yo, para ver que efectos hacía”.

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