En los supermercados las cajas son el embudo de los enojos y reclamos

Una campaña apunta a frenar las agresiones que, aseguran, suben a la par de la crisis económica. Hay casos en que deben mediar supervisores o, incluso, otros clientes.

Un cliente pide una extracción de dinero en efectivo a una cajera. Para hacerla debe realizar una compra mínima, por requisito de la empresa. El hombre se niega, alude a la falta de un cartel que indique tal obligación. Insiste. La cajera remarca que es condición. El hombre la escupe.

Con un ticket solicitó el recambio de una amoladora, dijo que se había dañado apenas la estrenó. La supervisora del híper de materiales de construcción constató que no se trataba del mismo equipo y rechazó el canje. La amoladora estaba vieja y se había reventado por utilizarla en ladrillo, pero aun así el cliente exigía una nueva. Reclamaba enérgicamente. Ante la negativa, le revoleó la máquina a la supervisora en la cabeza. Afortunadamente cayó en el piso.

Son dos de las situaciones más graves que recuerda personal de supermercados consultados por “Río Negro”.

En Roca la masa laboral de los supermercados alcanza las mil personas. Desde las distintas cadenas, desde cajeros a supervisores, aseguraron que el maltrato es cotidiano, principalmente a quienes trabajan en el sector de cajas. Para frenar las actitudes violentas es que se lanzó la campaña en contra del maltrato, que se materializó en carteles que se multiplicaron en casi todos los comercios de grandes superficies de la ciudad.

“No traen el DNI para comprar con tarjeta, piden realizar cambios sin el ticket de compra, quieren pagar rápido para irse en una hora pico o con el dólar por las nubes se enojan por las subas de precios”, detalló Cristián, supervisor de una cadena consultado por este medio.

“Hace 11 años que está el local, y a esta altura del año siempre pasa. Muchos vienen con predisposición a pelear”, agregó su compañera. “La línea de cajas es el embudo, en donde el cajero es el muñeco para descargar. Están revulnerables y bastante expuestos”, añadió.

En primera persona

Si bien la directiva, según los empleados, es “no reaccionar sin dejarse avasallar”, hay muchos que ya no pueden quedarse callados. Ellos mismos piden respeto a quienes atienden.

Si el cliente se enoja intervienen los agentes de seguridad, igual yo les digo que me respeten y muchas veces en la fila otros plantean lo mismo”, aseguró Gisel, cajera en un súper de Roca.

Con el cartel de la campaña lograron que muchos se replanteen sus actitudes y que otros clientes, en apoyo a la iniciativa, sean quienes soliciten que no se maltrate más a las cajeras.

“Lo más feo que me pasó fue cuando un cliente me tiró todos los artículos encima. Gritaba que yo me quería quedar con su plata. Tenía una fila gigante, pasé un mal momento. Hace once años que trabajo acá, ya es como costumbre el maltrato. Si alguien corta la situación ya está, se sigue trabajando”, respondió Marianela, mientras cumplía con su horario en la caja.

Entre los motivos de discordia también aparecen, insólitamente, los enojos cuando se cumple con la prioridad de paso a las personas con discapacidad o mujeres embarazadas.

“Optamos por llamar a la supervisora que esté de turno y que sea ella quien dé la prioridad, para que no se la agarren con nosotros”, apuntó un cajero, que prefirió mantener su nombre en reserva.

“Hay un clima raro. La gente se siente estafada y engañada por la suba de precios”, coincidió Daiana, cajera de un súper de la ciudad. “Los sábados, domingos y feriados son los días que más se siente, porque es cuando los clientes se quieren ir más rápido”.

A pesar de que el personal refiere a un maltrato diario, muy pocos llegan a concretarse en denuncias formales. En el sindicato no se lleva tal registro y el referente de una de las cadenas con mayor presencia en la ciudad dio cuenta de que en lo que va del 2018 no se realizó ninguna denuncia por maltrato.

“La línea de cajas es el embudo, en donde el cajero es el muñeco para descargar. Están revulnerables y bastante expuestos”

Supervisora en un supermercado que pidió mantener el anonimato.

“Lo más feo que me pasó fue cuando un cliente me tiró todos los artículos encima. Gritaba que yo me quería quedar con su plata. Tenía una fila gigante, pasé un mal momento”.

Marianela, cajera hace once años

Entre los motivos de discordia también aparecen, insólitamente, los enojos cuando se cumple con la prioridad de paso a las personas con discapacidad o mujeres embarazadas.

El dato

Aseguran que se

achicó el personal

“Se achica la masa de personal pero no el trabajo. En vez de habilitar todas las cajas, te abren dos. Se achicaron muchos las empresas en los últimos meses”, apuntó Gerardo Casanova, secretario de organización y asuntos laborales del Sindicato del Centro de Empleados de Comercio de Roca.

El representante del gremio aseguró que se mantiene la firma del contrato de “paz social” con los supermercados, que garantiza que ante un despido justificado se designe automáticamente a una nueva persona al puesto.

Casanova aclaró que gran parte de los contratados a prueba por tres meses finalmente no quedan efectivos.

“La violencia crece entre quienes hacen las compras”

En el verano de este año, un caso de violencia llegó a los medios, cuando en un hipermercado del oeste un cliente agarró del cuello a un cajero por las demoras que había en las cajas.

El Centro de Empleados de Comercio de Neuquén salió a denunciar la agresión y promovió la campaña contra la violencia a los trabajadores. Los carteles con las fotos de un puño que sale de la boca de un hombre y golpea en la cara a una cajera se reforzaron en las líneas de cajas, en un momento en que la violencia crece entre los que hacen las compras.

Ramón Fernández, secretario gremial del CEC, comentó que el tema los preocupa desde hace mucho tiempo. “Muchas veces las empresas no se encargaban del tema y ahora de a poco lo están atendiendo. Hay una cuestión de fondo, la problemática tiene que ver con la violencia en la forma de hablar, en las actitudes de los clientes y con el tema de los aumentos de precios y demás se acentúa”.

Según el secretario, en esta época los ánimos están “propensos a la agresión, como si el trabajador fuera el culpable de los incrementos de mercadería”.

Los precios se actualizan a diario por sistema en las cajas, de manera automática, y a veces en la góndola el producto está a 10 pesos y en la caja está a 20, entonces surgen los problemas.

Para el que debe soportar ocho horas de maltrato las salidas son diversas, muchos renuncian, otras veces hay propuestas de reducción de jornada, pero se acentúa el problema porque cuando uno se va no se renueva el plantel y no hay recambio.

Las demoras por la falta de personal las paga el trabajador. Desde el CEC se viene hablando con las empresas para evitar el recargo o que al cajero se lo mande a reponer y demás.

Pero comentaron que desde hace dos años no refuerzan planteles en las Fiestas o temporada alta, sino todo lo contrario, y se reciente mucho.

“Las empresas son permeables y hay una consulta permanente para hacer acuerdos en esta coyuntura que se vive para que el mal sea el menor. En un momento en que las empresas también lo padecen por la gran presión impositiva y otras cuestiones sin respuesta del gobierno y ajustan por este lado”.

“La problemática tiene que ver con la violencia en la forma de hablar, en las actitudes de los clientes, y con el tema de los aumentos de precios y demás se acentúa”.

Ramón Fernández, secretario gremial del CEC de Neuquén

Los carteles con las fotos de un puño que sale de la boca de un hombre y golpea en la cara a una cajera se reforzaron en las líneas de cajas.

Datos

“La línea de cajas es el embudo, en donde el cajero es el muñeco para descargar. Están revulnerables y bastante expuestos”
“Lo más feo que me pasó fue cuando un cliente me tiró todos los artículos encima. Gritaba que yo me quería quedar con su plata. Tenía una fila gigante, pasé un mal momento”.
Entre los motivos de discordia también aparecen, insólitamente, los enojos cuando se cumple con la prioridad de paso a las personas con discapacidad o mujeres embarazadas.
100
tickets por jornada laboral de ocho horas corta cada cajero. Si es fin de semana o feriado alcanzan los 180. Eso se traduce en la misma cantidad de clientes atendidos.
“La problemática tiene que ver con la violencia en la forma de hablar, en las actitudes de los clientes, y con el tema de los aumentos de precios y demás se acentúa”.
Los carteles con las fotos de un puño que sale de la boca de un hombre y golpea en la cara a una cajera se reforzaron en las líneas de cajas.

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