Legado Olascoaga: volver a leer al primer gobernador del Neuquén
El Fondo Editorial provincial tiene la tarea encomendada de reeditar textos con valor patrimonial. Así le llegó el turno a una de las obras de este referente, que aportó mucho más que la fundación de Chos Malal.
Las letras y las ideas, impresas en papel, pueden hablarnos desde el pasado, como si al abrir la tapa dura de un ejemplar, se activara el audio que dejó grabado su autor, allá lejos, hace nada menos que 130 años. Manuel Olascoaga, primer gobernador del Territorio de Neuquén, confió en esa posibilidad, incapaz de anticipar el devenir de la historia, pero sí convencido de que su planteo debía trascender en el tiempo, para enaltecer a Chos Malal, frente a una región y un país que recién se consolidaban.
Rumbo al 138° aniversario de la capital histórica de la provincia, que supo ocupar ese lugar después de los intentos en Codihue y los fortines de Campana Mahuida (1884) y Ñorquín (1886), Chos Malal aparece como el bastión desde donde Olascoaga, el primer gobernador del territorio, se propuso dar forma a un proyecto de desarrollo rodeado de ventajas, pero que no terminaba de conseguir el apoyo necesario del Estado Nacional, para protegerlo y hacerlo crecer.
Volver a leer a Olascoaga | Ni romantizar ni condenar

Las posibilidades comerciales que implicaba la cercanía con el océano Pacífico, el cuidado de la frontera cordillerana, la calidad y condiciones del territorio entre el volcán Domuyo y los ríos Neuquén y Curi Leuvú, todo parecía proponer un horizonte lleno de posibilidades de crecimiento, aún con el rigor de la distancia y el clima de la Cordillera del Viento. Sin embargo, pronto se cumpliría el peor de los temores del mendocino y por eso debió apelar a la narrativa y a la argumentación, para reclamar gestiones que subsanaran el cambio de ubicación de la capital al extremo opuesto de la provincia, a la Confluencia, en el este, donde nace el río Negro.
Ese contexto histórico es lo que intenta volver a delinear el Fondo Editorial Neuquino (FEN), dependiente de la Subsecretaría de Cultura provincial, con el proceso de reedición que lleva adelante en torno a una de las obras escritas de Olascoaga: “El Brujo de las Cordilleras”. No se trata de romantizar ni de condenar con la mirada histórica actual al rol o a la ideología de este protagonista de la historia chosmalense, sino de aportar análisis y criterio académico, en función de que se vivía en ese lejano siglo XIX, para que el “lectorado” que lo reciba hoy en sus manos, pueda discernir e interpretar con asesoramiento.
“Reeditar un libro es convocar voces”, dijo Carina Rita Medina, la directora general del FEN, en diálogo con Diario RÍO NEGRO. Profesora en Letras y diplomada en Artes del Libro, se refirió así al hablar de la labor que hace más de un año sostienen con el equipo de trabajo de la entidad, en torno a esta obra que sobrevive desde 1895. “El Brujo de las Cordilleras” llegó para sumarse a lo ya hecho en la Colección Patrimonial, con «Benigar, la isla de fin de siglo», del poeta y dramaturgo Alejandro Finzi, y «Voz del Desierto», del funcionario y escritor Eduardo Talero.
Revisiones preliminares, correcciones de acentuación y adecuación para una mejor lectura actual, un epílogo a cargo de especialistas y notas al pie son algunos de los recursos a los que apelan, para enriquecer la investigación y sacar la verdadera riqueza o intención que se tuvo en esa forma de escribir y opinar. Un ejemplar que perteneció al investigador Héctor Pérez Morando, con sus comentarios y apreciaciones, completó el valor agregado para la construcción de una versión 2025 reforzada y mejorada.
Volver a leer a Olascoaga | Literatura y realidad

Si bien el proyecto se encuentra en la etapa final del proceso, previa a la impresión, la expectativa cobra fuerza porque se trata de una obra controvertida de la que, vale decirlo, se sabe bastante poco, como también ocurre con la biografía del extinto mandatario. Firmada por Olascoaga con el seudónimo de “Mapuche”, por el significado del vocablo, que refiere a “gente de la tierra”, se divide en un preámbulo y varios capítulos: «Los Pitrenes», «El Brujo», «El Pájaro de la Caverna», «El Malón», «No tienen parecido» y «La decadencia del Brujo». Ejemplo de lo que el propio autor definía como “novela negra”, con recursos literarios particulares, apela a un estilo que en esa época combinaba literatura y verdad, ficción y realidad, en función de los argumentos que se querían transmitir.
Por eso Olascoaga construye la figura del “Brujo”, como estrategia política, para personificar como amenaza ante Buenos Aires a ese sector instigador de los arreos de ganado que terminaban en el vecino país de Chile y que ponía en riesgo la seguridad de los nuevos poblados y de la frontera que el Estado nacional pretendía controlar a distancia, tras la Campaña al Desierto. Desconocían muchas veces, sin embargo, las realidades y condiciones de un territorio que reclamaban como propio por sobre las comunidades indígenas, pero al que no le daban respaldo para su desarrollo.
Gobernador neuquino por seis años, hasta 1890, quedó a la vista con obras como ésta, que su arista como ingeniero y cartógrafo, pesó más que la de militar, aún con la extensa carrera que traía consigo. Confiado más en la palabra que en las armas, sus registros topográficos, rutas de comunicación y delimitación de espacios estratégicos fueron algunos de los aportes que sumó y que sirvieron como base para la organización de lo que hoy es la provincia.

También para la organización local en Chos Malal, una zona que ya no era de paso, sino que buscaba ser estable y que pudo cortar con el aislamiento gracias al telégrafo y al periódico impreso que Olascoaga impulsó, diferenciándose de otros referentes de su tipo, por preferir el arraigo, quedarse en el “corral amarillo”, antes que elegir la vida acomodada de los grandes centros urbanos.
Visto como un “hombre de Estado moderno”, de mirada laica y progresista, conocer su vida permite tomarlo como quien apostó a “documentar el destino de los hombres”, en una tarea en la que sus libros se convirtieron en “dispositivos de almacenamiento a prueba del olvido”, sostuvo Medina.
Y para que este ciclo que viene desde el pasado logre su misión, el Fondo Editorial neuquino reivindica su propia tarea: “¿Si el FEN no hace estas adaptaciones, entonces quién?”, planteó su titular. Lo importante, en definitiva, es cuánto de lo investigado y lo escrito llega para nutrir el conocimiento de la comunidad, sobre su propia historia, con herramientas concretas.
Conociendo más del FEN
El Fondo Editorial Neuquino, (FEN) está vigente desde la década del ‘80, pero por Ley Nº 3164/18 aplicó una nueva modalidad de trabajo. Se dedica a la edición, el diseño de colecciones y la mediación de los textos en Ferias del Libro internacionales, provinciales y regionales. Realiza presentaciones de obras, asistencias técnicas a autores y lleva adelante el primer Padrón Provincial de las Letras.
Su Comisión Directiva está integrada por Medina como Directora General; Gustavo Lupano (1° Vocal) y en representación de la comunidad artística Mirta Lidia Agostino (escritora de Neuquén Capital) como 2° Vocal y Héctor Ordoñez (escritor de Chos Malal) como 3° Vocal.
El equipo técnico que trabaja con “El Brujo de las Cordilleras” se compone, junto a Medina, por la profesora y doctora Alicia Frischknecht en corrección y edición integral y Matias Castro Sahilices en Diseño Editorial.
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Las letras y las ideas, impresas en papel, pueden hablarnos desde el pasado, como si al abrir la tapa dura de un ejemplar, se activara el audio que dejó grabado su autor, allá lejos, hace nada menos que 130 años. Manuel Olascoaga, primer gobernador del Territorio de Neuquén, confió en esa posibilidad, incapaz de anticipar el devenir de la historia, pero sí convencido de que su planteo debía trascender en el tiempo, para enaltecer a Chos Malal, frente a una región y un país que recién se consolidaban.
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