Sólo atinó a decir «¿me querés probar si te tengo miedo?»

Le pusieron una faca en el abdomen, pero lo dejaron ir. La víctima fue un policía.

En algunas oportunidades se dijo que cruzando la reja central de la alcaidía de Roca, es tierra de nadie. Para muchos es una exageración, para otros una realidad. Especialmente aquellos que, a pesar de ser policías, llegan a sentir el miedo con todas las letras.

Un agente recién ingresado cruzaba la galería central. Los presos circulaban porque los pabellones estaban abiertos y de esta manera se descomprimía un poco el malestar por el hacinamiento.

Cuando el uniformado pasaba cerca del pabellón femenino, un preso le afirmó una «faca» en el abdomen. La mirada del recluso se mantuvo tan firme como su pulso.

Lo único que atinó a decir el agente fue «¿me querés probar si te tengo miedo? No tengo chaleco protector».

La situación fue vista por otro celador que enseguida gritó para ver qué pasaba. El preso sacó lentamente la «faca» y se fue más desafiante que cuando llegó.

El agente estuvo un buen rato para reponerse de la situación vivida. Una situación que no hace más que demostrar en las desventajosas condiciones que tienen que trabajar. Porque no sólo se trata de falta de personal, sino que además no tienen lo mínimo para trabajar en una cárcel, que a pesar de ser para procesados, alberga a detenidos condenados a perpetua.

Y para muestra alcanza un botón. La falta de gente es tal, que un celador cuida a más de cien presos de distintos pabellones.

Recién por estos días, los que ocupan las garitas ubicadas sobre el muro recibieron chalecos antibalas. No para protegerse de los presos, sino para los disparos que habitualmete les hacen desde los barrios lindantes. Como si se tratara de un torneo de tiro al blanco.

Los días de lluvia, los problemas son otros. «Cuando estás en las garitas ves las chispas de los cables pelados. ¿Sabés la humedad que hay ahí adentro? Te podés quedar pegado en el acto», aseguró un guardia.

El corredor que hay sobre el muro, y que permite llegar de una garita a otra, está en pésimas condiciones. No sólo que se mueve levemente cuando lo transitan, sino que además hay partes en que sólo están los hierros del armazón, porque los pedazos de cemento se fueron cayendo poco a poco y no hay lugar donde pisar.

Adentro, las instalaciones están tan o más destruidas. Con el agravante de que la superpoblación y el hacinamiento son noticias viejas. Y además, es tierra de nadie.


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