Sombras nada más

“Yo no renuncié ni fue de común acuerdo. Pero todos quedamos en buenos términos”. Así, dejando en claro las cosas, Ángel Cappa, se va de la dirección técnica de River.

El límite de tolerancia del presidente millonario Daniel Passarella se colmó el último domingo cuando River cayó en Floresta ante All Boys para acumular siete encuentros sin victorias justo en la antesala del superclásico ante Boca.

“Estaba pensando en el clásico… Yo estaba en un proceso de búsqueda, de hacer jugar al equipo como a mí me gusta. En los partidos, he sacado el 50% de los puntos. Hacer un análisis en dos, tres o cuatro partidos es una imprudencia”, agregó Cappa, quien no dudó en decir que no tendría problemas en dirigir Boca: “Sí, por qué no. Al único que no dirigiría sería a San Lorenzo por mi lazo fuerte con la gente de Huracán”.

Con los pergaminos que le dieron el subcampeonato logrado con Huracán en 2009, practicando un juego de toque y lujo, Cappa asumió el desafío de devolverle a River una identidad ligada al buen fútbol y que perdió en los últimos años. Pero Don Ángel tuvo grandes dificultades para encontrar el equipo. A lo largo de su ciclo utilizó 21 jugadores y nunca pudo parar más de una vez a los mismos once.

“A todos los entrenadores del fútbol argentino se les hace difícil trabajar. Seguramente esto se modificará en algún momento, porque es una locura. Son las reglas tácitas de un fútbol cuyo nivel es peor por esto, por la falta de trabajo”, afirmó.

Al pedírsele que hiciera un resumen de su paso por River, Cappa prefirió evitarlo por considerar que todo estaba muy fresco para hacerlo. “No hay tiempo para analizarlo ahora, lo haré con calma. Estaba en un proceso de búsqueda para que el equipo jugara como a mi me gusta”, dijo.

Don Ángel y el fútbol que no fue. Como Gorosito o Astrada, Cappa pasó demasiado rápido a ser parte de la magra historia reciente de River.

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