Stickistas, músicos que se abren a sonidos de un instrumento distinto
Guillermo Cides y sus alumnos dejan de lado prejuicios.Un camino lento con una propuesta que se expande. Europa los recibe bien, pero el corazón está aquí.
En los últimos cuatro años Guillermo Cides estuvo viviendo en Inglaterra, Holanda, y España donde se asentó entre Barcelona y Madrid; también pasó por California, donde vive Emmett Chapman quien fue el diseñador del primer stick en 1969, uno estándar de diez cuerdas igual al que toca Guillermo; que hoy produce artesanal, manualmente, uno a uno, además el grand stick y el stick bass de ocho cuerdas, para los que ya hay ejecutantes en la Argentina, como José Albarracín o el mendocino Gustavo Vidal.
El stick es un diapasón sin caja de resonancia que se cuelga en diagonal sobre el pecho, tiene cuerdas de bajo y guitarra, diez en total y se toca apretándolas. Con la mano derecha se puede hacer una línea melódica y con la izquierda, otra distinta, como sucede en el piano.
La página de Cides en Internet www.primitivorecords.com abre con propuestas de ayuda humanitaria, de tareas ecológicas para mejorar la vida en el planeta, después viene la música.
«Mi segundo compacto «Primitivo» fue de puro gusto, casi improvisando algunos temas en estudio, grabando loops en casa, módulos que se repiten una y otra vez, aleatoriamente por momentos», que Guillermo usa como bases, a modo de capas que se van sumando y armando una obra. «Fue un trabajo mucho más intuitivo», aclara. El primero, «El mundo interior» fue el disco de stick solista».
Durante noviembre y diciembre del 1999 grabó muy cerca de Amsterdam, Holanda, «Tributo a Juan Sebastián Bach», su tercer CD que terminará de editar este mes para el mercado europeo y se conocerá aquí para primavera.
«No soy un músico clásico, más bien soy un atrevido a lo clásico, por mejor decirlo. Soy intuitivo y buscador. Haber encontrado el stick forma parte de una búsqueda; no sólo hallar físicamente el instrumento, sino lo que pasa dentro de él».
«La búsqueda de un instrumento pasa por muchos caminos, yo simplemente he tratado de abordar aquellos que me atrajeron más», continúa el músico.
«Desde obras rituales, medio tribales, hasta loops míos u obras de Astor Piazzolla o de Bach, en quien encontré una similitud entre el clavicordio y el stick y además encontré su música, que es alucinante. Más allá de los sonidos y de la ejecución, lo que hizo Bach es increíble. Descubrí ahí las fuentes de nuestro rock nacional, a aquel Charly García que viene de una formación académica. En la música clásica están los grandes secretos musicales.»
«El stick es un instrumento de cinco octavas y un cuarto, un rango muy amplio para encontrar desde un cello hasta violines muy altos. Los sonidos originales se distorsionan y un pedal de volumen le quita el ataque y queda una entrada al sonido suave y parecida a la del arco del violín. El clavicordio es muy similar al sonido base del stick, y así sigo buscando.
«Lo de Bach es un proyecto necesario para mí desde hace mucho. El 2000 es el año Bach y entonces me dije: ya sé cuando lo voy a grabar y lo estoy haciendo».
Amor a primera vista
Guillermo Cides habla, se mueve, anda por el mundo con la naturalidad y soltura de quien pisa fuerte sobre un terreno sólido, construido serenamente, paso a paso, nota a nota.
«Europa tiene cierta amplitud para las propuestas, están muy abiertos a conocer nuevos sonidos vengan de donde vengan. Les llama la atención que un sudamericano tenga ya dos discos y se haya atrevido a tocar Bach, con un instrumento que ellos no conocen. Argentina es uno de los países donde el stick, es más popular, entre comillas, aunque la palabra suene desproporcionada. Conocí el stick hace unos diez años, lo trajo Cachorro López, por entonces bajista de Miguel Mateos; lo había adquirido en Estados Unidos y no lo usaba. Yo lo vi y dije: lo compro».
«Lo hice sin saberlo tocar, ni siquiera afinarlo. Venía de la guitarra y del bajo y me llevé a casa un instrumento nuevo. Descubrí la afinación meses después cuando finalmente me conecté con Chapman y me contó cómo se hacía».
Así comenzó una etapa de averiguación que duró un año, absolutamente solitaria. «Siempre digo a los chicos que son estudiantes, que hoy en tres meses resumimos lo que me llevó tres, cuatro años de aprender y equivocarme, de ensayo y error. Hoy pago precios por posturas de ejecución viciosas de mi parte, porque aprendí sin método».
«Hubiera sido más fácil ser demostrador»
«Aunque ahora envió mi material desde Holanda y Madrid, porque es más sencillo desde todo punto de vista, tengo un localismo exacerbado y cuando comencé con el stick, muchos me preguntaban qué hacía acá y me sugerían emigrar a Estados Unidos o Europa. Yo insistí, y me propuse primero hacer algo acá. No fue mucho, pero me dejó conforme como para empezar a viajar cuatro años atrás. De todos modos, insisto con Buenos Aires y trato de hacer todo lo que me proponen en la Argentina, un país tan inmenso como inabarcable».
«Lo más feo es que los músicos empiezan a creer que lo que hacen es casi raro, hasta equivocado. Conocí muchos en esa situación, yo fui uno de ellos, me planteé si mi música no sería extraña y quizá me convenía hacer un poco de terapia para normalizarla», recuerda Guillermo Cides.
Sin embargo, su idea cambió cuando empezó a viajar, a hacer giras, a conocer músicos. «Tuve la suerte de hacer un tour con Roger Hodgson, el cantante de Supertramp, por Ecuador, Costa Rica; él me dijo, «no lo modifiques, seguí esto, es bárbaro». Yo me preguntaba por qué no me lo dijeron al principio, en mi país… Me encontré con Fish, de Marillion o gente que yo respetaba y me decía, tranquilo pibe, seguí así, vas bien. Acá, en algún diario, me han dicho: esto no vende mucho, así que vamos a ver si podemos hacerte un lugarcito y publicamos algo. Insistí hasta que hace un año atrás, la llamada prensa grande comenzó a hablar de mi trabajo, empezaron a hacerse eco de un tipo que se llamaba Guillermo o Gustavo Cides, que toca un instrumento raro denominado stick, a quien parece que le va bien en otras partes del mundo».
«Siempre rescaté esta sensación de ser verdadero en todo lo que hago, que me permite dormir en paz. Nunca pretendí ser famoso, pero sí que todo esto tenga un sentido y lo siga teniendo. Hubiera sido más fácil ser un demostrador y no un artista, poner una casa de música y vender sticks, en vez de difundirlo a través de un concierto, donde en realidad nunca expliqué qué es… No lo digo, lo uso. Mientras eso sea así, el camino que es difícil, es muy halagador». (E.R.).
Un nuevo campo de posibilidades
En su stick José Albarracín tiene un micrófono extra que traduce, detecta la nota del instrumento y la envía a un sintetizador que lee los códigos midi para comandar la infinidad de sonidos que existen para teclados. «Podés estirar la cuerda y el teclado copia ese estiramiento».
El músico tiene 42 años y siempre tocó guitarra. Recuerda que «en el 95 cayó un stick en mis manos y me dio la posibilidad de hacer algo mucho más completo». El stick se ejecuta a dos manos, lo que permite meter acorde por un lado, fraseo por otro, o acordes a dos manos, polirritmias. A Albarracín le da placer «encontrar algo nuevo día a día; agregarle un midi, también abre un campo de posibilidades que nunca imaginé a mi alcance». (E.R.)
Del bajo al stick bass
Hace dos años Gustavo Vidal comenzó a ejecutar el stick bajo las indicaciones de Guillermo Cides. El tocaba bajo de seis cuerdas y hasta dio conciertos en Mendoza, su ciudad natal.
Después viajó a Buenos Aires y tuvo la oportunidad de conocer a Guillermo «y me dijo que necesitaba un stick bass. Al principio no me cerraba la idea de tocarlo por la afinación distinta al bajo. Lo genial de este instrumento, aparte de la maravilla de su sonido, es la variedad de afinaciones alternativas que tiene». Con el apoyo del Centro de Stickistas de Argentina pudo estudiar «muchas cosas, transcribo composiciones de Beethoven, Piazzolla, los Beatles. Di numerosos conciertos en el interior del país y en Capital. En la última edición de «Buenos Aires No Duerme» toqué el bajo por última vez acompañando a Gabriela Torres y me dediqué a pleno al stick. Fue mucho mejor para mi música», concluyó.
Eduardo Rouillet
En los últimos cuatro años Guillermo Cides estuvo viviendo en Inglaterra, Holanda, y España donde se asentó entre Barcelona y Madrid; también pasó por California, donde vive Emmett Chapman quien fue el diseñador del primer stick en 1969, uno estándar de diez cuerdas igual al que toca Guillermo; que hoy produce artesanal, manualmente, uno a uno, además el grand stick y el stick bass de ocho cuerdas, para los que ya hay ejecutantes en la Argentina, como José Albarracín o el mendocino Gustavo Vidal.
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