“Tristes resoluciones para la escuela secundaria rionegrina”

Frente a la resolución Nº 3298 del Consejo Provincial de Educación de Río Negro, que amplía la cantidad de asignaturas previas con las cuales un alumno puede promocionar, y frente a la resolución Nº 3324, que invalida las asignaturas previas cuando el alumno aprueba la de igual denominación en un curso posterior, cabe plantear lo siguiente: • Tales resoluciones constituyen una determinación “bajada” intempestivamente a las escuelas, a modo de manotazo de ahogado, vaya a saber por qué compromisos financieros adquiridos por el Ministerio de Educación que conduce Norma Nakandakare. • Estas resoluciones implican cambios drásticos en el sentido del quehacer educativo, pero a pesar de ello y como ha sido costumbre de esta gestión, se procedió a resolver de manera inconsulta, dejando a las comunidades educativas sorprendidas y profundamente disgustadas frente a la ridiculez de tamaña determinación. • Estas resoluciones aseguran que la escuela secundaria rionegrina se verá caracterizada por el bajo nivel de exigencia, disminuyendo la calidad educativa, porque evidentemente lo que interesa al Consejo de Educación es que “cierren” los índices de repitencia, no que los alumnos egresen con los aprendizajes que corresponden al Nivel Medio. • Estas resoluciones permiten a los alumnos transitar la escuela “haciendo como si”, habitando las aulas sin estudiar, especulando acerca de qué conviene estudiar y aprobar, dibujando una inclusión que no es tal, porque la inclusión sin calidad educativa es una mentira, una palabra vacía. Y especialmente se miente a las familias, que esperan que la educación proporcione a sus hijos un futuro, y se miente a la sociedad toda, que espera jóvenes con la formación necesaria para hacer posible el desarrollo de un país. • Estas resoluciones van en el mismo sentido de pérdida de la vocación de educar que el Ministerio de Educación ha evidenciado con la disposición sobre inasistencias, que permite a los alumnos, por la pérdida del límite de inasistencias, no ir a la escuela pero ser alumnos regulares, igual que el que concurre todos los días, en las mismas condiciones, con los mismos derechos, pero diferentes obligaciones… • El trabajo de docentes que a lo largo del año conducen los procesos de aprendizajes, evaluación y acreditación se ve bastardeado por una normativa que se transforma en instrumento de acreditación para definir si el alumno sabe o no sabe, sin importar en lo más mínimo qué sucedió realmente con esos aprendizajes que en su momento no fueron logrados por los alumnos. • Mientras que por una parte se dice al docente que su decisión pedagógica no es relevante, que una normativa es la que determinará o no la promoción, se delega a la institución escolar la responsabilidad de velar por la adquisición “diferida” de los conocimientos en el alumno promocionado, sin explicar, por supuesto, cómo, con qué docentes, con qué recursos, en qué tiempos, deberá instrumentar estos “parches” educativos. Los docentes queremos una escuela abierta, que proponga alternativas a los estudiantes con contextos sociofamiliares diversos, para que no fracasen y queden en el camino. Pero esas alternativas deben ser reales, no ficticias. El título en la mano, si no hay saberes, ¿para qué sirve? Sólo para reproducir las mismas fallas del sistema que tenemos. Sólo para tirar el fracaso hacia delante, que desgraciadamente es algo cotidiano en el sistema educativo argentino, en todos los niveles, y entretanto lavarse las manos. Cualquiera sabe que sin esfuerzo y dedicación ninguna vida sale adelante, ni la de un joven, ni la de un pueblo, salvo los funcionarios del Consejo de Educación, a quienes su trayectoria de vida tal vez impidió aprehender estas viejas verdades. Cecilia Magalí Pita, DNI 22.053.223 Cipolletti

Cecilia Magalí Pita DNI 22.053.223 – Cipolletti