Un futbolista extraordinario

juan mocciaro jmocciaro@rionegro.com.ar

Supongamos una elección de potrero bajo el sistema “pan-queso” y preguntémonos: a quién elegiría primero para armar los equipos: ¿a Xavi Hernández, Andrés Iniesta o… Lionel Messi? A este último, sin dudarlo. ¿Por qué pensar que el mundo del fútbol no habría elegido igual cuando se decidió por el argentino como mejor futbolista del planeta? Una respuesta podría ser: porque el método “pan-queso” no es reconocido por la FIFA. Contraofensiva: a veces el potrero y el Camp Nou se parecen mucho. Y Messi es el eslabón entre esos mundos. Messi fue elegido mejor futbolista de 2010 por encima de Xavi e Iniesta. En España se indignaron a la vez que se preguntaron “si no fue ahora, cuándo sino…”, en alusión a que su seleccionado fue campeón mundial con ambos futbolistas del Barça como estandartes. Quizás olviden los españoles, pero el premio exalta la individualidad y no las virtudes colectivas. No importa cuán buenos sean Xavi, Iniesta o quien sea. Nadie supera a Messi. Y es eso lo que lo alinea a Diego Maradona. Los argentinos buscamos al sucesor de Maradona desde el instante mismo en que el Diez dejó de jugar. Fracasamos porque es una búsqueda imposible, al estar mal planteada. Pues antes que al sucesor, buscamos a quien lo supere. Una razón se oculta detrás de ello: nos negamos a alguien mejor que Diego. Pero Messi nos puso en un brete. El tipo es tan bueno como Maradona. Equivocados en la búsqueda, pretendemos ver parecidos donde siempre será Messi quien lleve las de perder. Si corre igual, si le pega igual, si en tal o cual gol definió igual. Si hace o no uno parecido al de Diego a los ingleses… No, Messi es como Diego en su condición de futbolista extraordinario. Ni bueno, ni el mejor. Extraordinario. De eso se trata su capacidad para resolver dentro de la cancha situaciones de juego más allá de sus compañeros. Hay una parte de él que resuelve acciones por encima de cualquier dispositivo táctico. Messi, al igual que Diego, es inclasificable. Determinante y decisivo. Y eso los hace ir juntos a la par.

río suelto