Variedad de dilemas

Revalorizado, el PJ buscará su compleja cohesión en el Consejo.

río negro

adrián pecollo adriánpecollo@rionegro.com.ar

El gobierno rionegrino tiene una innegable ilusión económica financiera con las renegociaciones petroleras. Tiene razón. Weretilneck podría relanzar su gestión con esos recursos, como lo admitió Pedro Pesatti. Tampoco tendría sobresaltos con el próximo aguinaldo. Por eso, la urgencia para su aval legislativo. Habrá sobresaltos. Hay quienes ya advierten del riesgo de que Petrobras renegocie solamente para su posterior venta, a partir de que su valor se potenciará con la prórroga de esos contratos y el seguro incremento de las reservas informadas. Esta posibilidad posiblemente no importe en la coyuntura porque Petrobras pagará 50 millones de dólares –unos 400 millones de pesos– cuando se ratifique en la Legislatura, y esta inyección servirá a los planes gubernamentales y políticos inmediatos. Pero el prometido impacto económico ya no será el mismo. El trastorno interno no será menor. Ocurre que la sospecha pertenece al senador Miguel Pichetto. Alerta sobre posibles “operaciones inmobiliarias” y que no aparezcan las inversiones. El presidente de la Legislatura, el pichettista Ariel Rivero, se apoderó de ese pensamiento. El ejercicio legislativo será acotado: se acepta o se rechaza el acuerdo, que será elevado entre mañana y el martes. No hay margen para cambios del escrito firmado. Ese entendimiento con Petrobras tiene un sorprendente hilo suelto: la petrolera –recientemente– demandó a la Provincia en la Corte Suprema por la alícuota del 3% que debería abonar por la extracción. ¿Cómo se entiende semejante contrato programado, con un diferendo judicializado de tal magnitud? Así, el gobierno –entiéndase Weretilneck– parece no resolver definitivamente sus planes ni frentes de conflictos. Por momentos, abandona su reposo y reacciona con medidas extremas, sin medir costos. El último ejemplo: la expropiación de LU19, que pasó de su inicial desatención a una fuerte irrupción, sin mayor ponderación ni análisis jurídico. Así, volvió entonces esta semana aquella resaca de la lógica rebaja salarial aplicada a los órganos de control, cuya imposición por parte de Weretilneck acentuó la brecha con el Tribunal de Cuentas. Se reunió con Juan Huentelaf y Erika Acosta. Aquél lo pretendió, pero poca reparación hubo. Los controladores lo criticaron por aquella impuesta decisión y el mandatario explicó su estrategia en que el Tribunal había presionado y abortado un similar proyecto anterior. Puro pase de facturas. Weretilneck entendió que todo seguirá igual y decidió infiltrar en ese cuerpo a una devota colaboradora: Dolores Cardell, su secretaria Legal. Weretilneck repitió ese estilo pendular. Pasaron 15 meses desde la renuncia de Mario Sabbatella, no designó a nadie y evaluó poner a un independiente, y concluyó con el apurado nombramiento de una funcionaria. La Legislatura ratificó –sin más– ese nombramiento. Mal síntoma. Parece que se naturalizó, después de las prácticas radicales y su repetición con el FpV, que la mejor propuesta para el control institucional recaiga en los íntimos del poder. El presente Tribunal se gestó en esa esencia pero transmutó a crítico organismo. “El plazo es una cuestión funcional. Terminamos con los radicales y comenzamos con los expedientes del actual gobierno”, argumentó Acosta frente a Weretilneck. Lógica respuesta. Es cierto también que la presente ira se explica en una causa más terrenal: la poda de sus remuneraciones. La última embestida estuvo en los “gastos reservados” de la Legislatura. Rivero prevé blanquear esos 20.000 pesos por legislador, parte en el sueldo y otra parte deberá ser rendida. Esa inclusión al recibo beneficiaría a los organismos de control porque sus haberes están ligados a los de los diputados, claro, los que están formalizados. Aquella arremetida evidenció también la inercia de la Justicia. En año y medio una denuncia por el pago de esos “gastos” no tuvo casi movimientos en la fiscalía de Marcelo Álvarez, hoy fiscal general. Ahora, la procuradora Silvia Baquero Lazcano se preocupó y pidió a Álvarez que explique por qué no se ocupó de esa investigación. Hay un capítulo oculto en la maltrecha relación del oficialismo y el Tribunal: la evaluación de su juicio político. Hace algunas semanas Pesatti llegó con esa idea al pichettista Rivero y éste no la aceptó. En el gobierno se reconoce esa marcha pero se la explica en una estrategia: saber y confirmar que el pichettismo respalda al Tribunal. Antes que todo, Pichetto se había reunido con Huentelaf en el Senado. Así, Weretilneck detecta que el senador está en cada jugada. Nada que se asemeje a un hombre en retirada. La relatada postergación de candidaturas se deshilacha. No era la única aquella encuesta nacional de W. Tracking Group (publicada hace dos semanas), en poder de Soria y que superaba a sus oponentes para el 2015. Pichetto hizo conocer su sondeo, autoría de Ricardo Vignoni, realizado en diciembre sobre 895 personas en seis ciudades (Roca, Bariloche, Cipolletti, Viedma, Choele Choel y SAO). Expone un escenario con cuatro candidatos: tres del FpV y Magdalena Odarda. No figuran radicales. El senador saca una ventaja de tres puntos a Soria y, luego, aparecen Odarda y Weretilneck casi con igual porcentual. Un 30% se concentra entre “Otros” y “No sabe/no contesta”. Cada muestra expresa un momento y encuadre parcial. Por eso Weretilneck tendrá –en los próximos días– concluida la suya, la de Eco Consultores. Importa confirmar que nadie descuida ni posterga su mirada al 2015, como se recita. La dirigencia del PJ se reunió el viernes en Buenos Aires. El Congreso nacional fue la motivación, pero hubo espacio para hablar de Río Negro. En el Senado se juntaron Pichetto, Soria, Silvina García Larraburu, Jorge Cejas, María Eugenia Martini, Javier Iud y, entre otros, Hugo Lastra. En la charla se filtró la necesidad de evaluar que se instauren las PASO en la provincia. Nada cerrado, se generó el embrión de una opción postergada en el oficialismo. El lugar del PJ rionegrino en el armado nacional fue notable. Numerosos cargos asignados, a pesar de la devaluación de Pichetto que sólo alcanzara una secretaría, frustrándose en las pretendidas vicepresidencias. Fue uno de los tres que hablaron en el Congreso, pero eso tampoco compensó tal desplazamiento. Al PJ provincial se lo valoró, pero el galardón se socializó. Allí perdió el senador, que pudo incorporar a García Larraburu. Martín Soria logró –como Pichetto– una secretaría de la mesa chica. Sorprendió la promoción del roquense. Mérito de un Juan Carlos Mazzón, el interlocutor suyo en Casa Rosada, histórico operador y hoy miembro formal de la conducción. En los días previos, el jefe roquense y Martini corretearon por despachos nacionales, reuniéndose hasta con la presidenta Cristina Fernández, con el grupo de los intendentes K autodenominados Oktubre. Pichetto pudo mostrar “unidad”. Por ahora, no es poca cosa. Hay desconfianzas, pero el parlamentario recuperó el diálogo con Soria y Martini. Esa jefa delineó su objetivo político: “El candidato tiene que ser un peronista”. Se lo repitió al senador, que le habría asegurado un compañero en ese camino. Martini es más ambiciosa: promueve una alianza entre el senador y el intendente. Si hay efectivas enmiendas en esas relaciones se verán el viernes en la reunión del Consejo del PJ, que resolverá plazos para la renovación de los mandos en las unidades básicas, algunas con previsibles contiendas locales, como en Bariloche entre Martini y García Larraburu, hoy flamantes consejeras nacionales. La imagen de cohesión es un propósito primario y, también, complejo. Se preparan para un encuentro festivo, aprovechando que el ministro Florencio Randazzo estará en Viedma por el Tren Patagónico. Ajeno pero socio del PJ, Weretilneck iría en esa reunión partidaria. ¿Compartirá ese ámbito con Soria? Primer problema: el intendente no quiere ese cruce y se lo habría adelantado al senador. Por eso nunca hay paz en el FpV. Siempre los logros –como ocurre con el plan petrolero– penden de extraños imprevistos y las relaciones políticas oscilan entre la furia y la oportunidad.


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