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Venezuela y el caso Alex Saab

Francisco Toro *


Dada la fuerza de la movilización de Venezuela en su nombre, es fácil deducir que si el ex ejecutivo elige cooperar con el Departamento de Justicia, la mayoría de los secretos financieros de Maduro quedarán al descubierto.


El 18 de octubre, seis ejecutivos de Citgo Petroleum -cinco ciudadanos estadounidenses y un residente permanente- estaban pasando su tercer día en una de las cárceles políticas más importantes de Venezuela. Sin embargo, llamarlos prisioneros sería erróneo. José Ángel Pereira, Gustavo Cárdenas, Jorge Toledo, José Luis Zambrano, Tomeu Vadell y Alirio José Zambrano son rehenes. Fueron secuestrados por el gobierno venezolano en represalia por las acciones legales estadounidenses contra el principal financista del régimen, Alex Saab, quien acaba de ser extraditado a Estados Unidos desde Cabo Verde tras una batalla legal de 16 meses.

Un gobierno normal, al descubrir que un empresario de alto perfil con el que tenía relaciones ha sido arrestado bajo los cargos de orquestar un sistema masivo y mundial de lavado de dinero para sacarle provecho a la crisis económica y humanitaria del país, se sentiría avergonzado. Pero el de Venezuela no es un gobierno normal.

Así que cuando Saab, un empresario colombiano que está en el centro de un deslumbrante despliegue de artimañas financieras del presidente Nicolás Maduro, fue arrestado en junio en la pequeña nación archipiélago africana, con una orden de extradición del Departamento de Justicia de Estados Unidos, el gobierno venezolano no hizo nada parecido al distanciamiento cuidadoso que acostumbran las reglas del decoro internacional.

Saab, de 49 años, era demasiado importante para el régimen. La información que manejaba era demasiado explosiva. Por eso, en lugar de buscar distanciarse, el gobierno de Maduro entró en un frenesí diplomático en el que intentó cambiarle la imagen a su financista para mostrarlo como un prisionero de conciencia y exigió de forma escandalosa su liberación inmediata.

Cientos de partidarios del régimen (y miles de bots del régimen) acudieron a las redes sociales para exigir la liberación de su héroe. Aparecieron vallas publicitarias con la cara de Saab a lo largo de las carreteras de Venezuela. El gobierno movilizó todos sus recursos para presionar a Cabo Verde para que rechazara la solicitud de extradición.

De repente, Cabo Verde se convirtió en una prioridad diplomática para Venezuela.

Por razones que conoce mejor el propio Maduro, evitar la extradición de Saab se había convertido en una de las principales preocupaciones de seguridad nacional de Venezuela.

Esas razones quedarán mucho más claras durante el juicio de Saab, que se llevará a cabo en un tribunal de Florida. En 2019, el gobierno del expresidente Donald Trump sancionó a Saab por supuestamente organizar una vasta red de corrupción que le permitió a Maduro y a su gobierno beneficiarse de un programa de alimentación estatal en medio del hambre generalizada en el país rico en petróleo.

Dada la fuerza de la movilización de Venezuela en su nombre, es fácil deducir que si Saab elige cooperar con el Departamento de Justicia, la mayoría de los secretos financieros de Maduro quedarán al descubierto. Saab se hizo famoso debido a las acusaciones de corrupción en torno al programa masivo para subsidiar las importaciones de alimentos, pero su nombre también ha sido vinculado con acuerdos en la industria petrolera. Dondequiera que el régimen de Maduro ha estado moviendo grandes sumas de dinero, el nombre de Saab nunca estuvo lejos.

El juicio que estamos a punto de presenciar promete mantenernos al filo de nuestros asientos.

* Periodista. The Washington Post


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