Los secretos de la bahía de San Antonio

Excursiones embarcados, avistaje de fauna y todas las posibilidades de disfrutar del mar frente al parador Serena. <br />¿Kayak, stand up, cama elástica? ¡Vos elegís!

La costa norte de la península Villarino se convirtió en los últimos años en un parque náutico donde conviven las más variadas actividades. El corazón es el parador Serena, ubicado a mitad de camino entre el puerto de ultramar y Punta Perdices.

Desde allí zarpan las excursiones por la bahía de San Antonio que permiten a los visitantes conocer la fauna marina, las economías regionales que dan vida a la zona, parte de la historia del lugar, además de vivir la experiencia de navegar en gomón entre los bancos de arena, el enorme muelle y el pontón flotante de la estación marítima, desde la que se exporta la producción frutícola del Alto Valle y donde atracan los buques pesqueros más grandes que explotan el langostino, la merluza y otras especies ictícolas del golfo San Matías.

El recorrido permite observar, también, la imponente fábrica de carbonato de sodio de Alcalis de la Patagonia, que desde la punta Delgado domina el paisaje.

La travesía hasta el apostadero de lobos de un pelo, que curiosos se acercan a la embarcación, es el punto saliente del paseo, que incluye además la posibilidad de observar los delfines, saltando a pocos metros de los veraneantes.

Nelson Santellán, un joven sanantoniense radicado en el puerto, es el encargado de pilotear el bote con motor fuera de borda y capacidad para quince personas. El speach bien aprendido relata en detalle las características de los mamíferos y aves que se encuentran durante el viaje, que se extiende durante cerca de una hora.

Con precisión y conocimiento cuenta sobre Alpat y sus productos. La “grieta” también aparece a bordo cuando se recuerda que la firma integra el grupo económico perteneciente al empresario Cristóbal López. Todo se relaja cuando Nelson acelera la embarcación, que cabecea levemente al ponerse de frente a las olas que salpican la cara de los navegantes y hace subir la adrenalina.

Con referencia a la pesca y el puerto, con datos de la geografía del lugar, y con especificaciones sobre la dinámica de las mareas, el joven se luce dando cuenta de sus conocimientos de la zona. Mucho –admite– lo aprendió de Agustín, el dueño del parador, quien ahora en verano junto a María José, su esposa, y Francisco, su hijo mayor, se dedica a la atención del lugar desde la costa.

Un par de zigzags entre los kayaks y las tablas, los saludos a los bañistas que observan desde la orilla, un poco de velocidad y vértigo y la excursión concluye frente al parador, con un cerrado aplauso de los participantes que reconocen la tarea del guía y timonel. Cada día, en función de las mareas y el estado del tiempo, varios grupos se hacen al mar para descubrir sus secretos y maravillarse con la belleza del paisaje único de la bahía de San Antonio.

Un parque náutico de múltiples opciones

Los números del entretenimiento

El parador se encuentra a 70 km de Las Grutas, saliendo por la Ruta 2, luego tomando la Nacional 3 y finalmente la Provincial 25, a pocos metros del mirador.

Datos

Este año, la oferta del parador Serena lo ha convertido en un parque de múltiples opciones. A las tradicionales atracciones, sumó esta temporada una plataforma que es el deleite de grandes y chicos con ganas de sentir la adrenalina de zambullirse saltando hacia una cama elástica que impulsa a los noveles “clavadistas” directo al mar.
Diariamente, niños, adolescentes y adultos llegan hasta esa embarcación modificada, que además cuenta con un tobogán por el que se deslizan desde la plataforma al agua, con una estrepitosa caída sin escalas.
La costa frente al parador muestra una imagen única. Una veintena de kayaks compactos navegan a pocos metros de la orilla. Las tablas de stand up son tripuladas por grandes y chicos que, individualmente o en pareja, aprovechan la tranquilidad de las aguas de la bahía para pasear sin demasiado esfuerzo más que para mantener el equilibrio.
Otra posibilidad es subirse a la banana inflable que entretiene a los visitantes con los revolcones en el mar, cada vez que la embarcación que tracciona hace bruscos giros lanzando a todos al agua.
Además, el grupo que también conforma el encargado y “relaciones públicas”, Eduardo, ofrece snorkel y lunetas para quienes quieren nadar y buscar peces y otros organismos pocos metros mar adentro, aprovechando la transparencia impresionante de este recoveco del golfo San Matías, único por su belleza, calma y reparo.
800
pesos es el valor de la excursión embarcada
(600 pesos en efectivo).
300
pesos sale el alquiler de las tablas y kayaks por hora y también de la banana.
200
pesos cuesta el uso de la plataforma.
El parador se encuentra a 70 km de Las Grutas, saliendo por la Ruta 2, luego tomando la Nacional 3 y finalmente la Provincial 25, a pocos metros del mirador.

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