Trump altera el GPS de Macri

Mirando al sur

A menos de una semana de haber asumido la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump sepultó las esperanzas de que no cumpliría al pie de la letra las promesas proteccionistas más polémicas de su campaña electoral. Por el contrario, ya anunció la renegociación del Nafta (el tratado de libre comercio con Canadá y México), la construcción del muro en la frontera con su vecino latinoamericano, el retiro del Acuerdo Transpacífico (TPP) y, para disgusto del gobierno de Mauricio Macri, la suspensión por 60 días de las importaciones de limones argentinos, que tras 15 años de reclamos había sido aceptada por la administración Obama sobre el final de su gestión.

El impacto de esta última medida fue relativizado por la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), que estimó en más de 80% la probabilidad de que a partir de abril se reabra el mercado estadounidense para los limones argentinos. Sus argumentos se basan en que se trata de una medida general –y no puntual– para permitir a la nueva administración revisar los expedientes de autorización de importaciones, que la Argentina aportó pruebas irrefutables contra las objeciones fitosanitarias que trabaron esos embarques y que los limones argentinos se exportarían en contra-estación, con lo cual no compiten con los productores de EE. UU. También recuerda que la Argentina tiene desde el 2011 un déficit de más de u$s 5.000 millones anuales en el comercio bilateral, por lo cual no debe ser comparada con China. En un sentido similar se expresó el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile. Sin embargo, el compás de espera está lejos de tranquilizar a los productores locales ante la oleada proteccionista que proclamó Trump (“comprar en EE. UU. y contratar en EE. UU.”), tras prestar juramento el viernes último. La Argentina es el mayor productor mundial de limones (de los cuales 80% proviene de Tucumán) y planeaba colocar no menos de u$s 50 millones este año.

No es la única incógnita. A pesar de sus gestiones y su buena sintonía con la administración Obama, el gobierno de Macri no logró que unos 500 productos de economías regionales (entre ellos vinos, quesos y algunos cortes de carnes) fueran nuevamente incluidos en el Sistema Generalizado de Preferencias (SGP), que permite a distintos países exportar sin aranceles al mercado estadounidense. La Argentina había sido excluida en el 2014 cuando Cristina Kirchner desacató el fallo judicial que favoreció a los fondos buitre y dejó al país en default parcial, privándolo de ingresos exportables por
u$s 400 millones. Ahora no sólo está en duda el ingreso, sino la propia subsistencia del SPG.

Curiosamente, la sigla de este régimen contiene en orden inverso las mismas letras de un GPS, justo cuando la Casa Rosada está obligada a recalcular a partir del 2017 la relación económica con los EE. UU., que es el tercer destino de las exportaciones argentinas detrás de Brasil y China. Además de su imprevisibilidad, las políticas de Trump tienen una impronta de “vivir con lo nuestro”, que contrasta con la decisión de la Argentina de reinsertarse tardíamente en el mundo globalizado.

La incertidumbre es tal que un informe de la consultora Ecolatina considera como sectores locales potencialmente afectados a aquellos que en el 2016 más incrementaron sus ventas al mercado estadounidense. Entre ellos menciona las de biodiésel (que se triplicaron y superaron u$s 1.000 millones tras el levantamiento de barreras fitosanitarias) y de aluminio (u$s 180 millones). Pero además considera como preocupante la perspectiva de algunas economías regionales, donde un giro de la política comercial de los EE. UU. afectaría al 75% de las exportaciones totales de té negro (u$s 88 millones), al 65% de las de arándanos (u$s 122 millones), jugos de citrus, manzana y uva (u$s 280 millones) y de miel (u$s 160 millones).

En el terreno financiero, el gobierno de Macri optó por curarse en salud. Un día antes de la asunción de Trump, el flamante ministro de Finanzas colocó en el mercado internacional bonos argentinos por u$s 7.000 millones. Si bien recibió ofertas por el triple de ese monto, prefirió dejar demanda insatisfecha para sostener sus cotizaciones. Pero lo más significativo es que el propio Luis Caputo anticipó que esta fue la única emisión de deuda del gobierno nacional en el mercado externo, ya que ahora prevé colocar otro tanto entre inversores locales (entre ellos, los que adhirieron al blanqueo) y organismos del sector público. El objetivo es dejar espacio a las provincias y compañías privadas que también prevén endeudarse en el exterior. La tasa de interés obtenida de 6,3% anual fue considerada un éxito por el gobierno. Pero no oculta dos realidades. Una, que ese promedio surge del 5,625% anual para los bonos a cinco años de plazo y del 7% para los de diez, cuando para el 2017 se preveía un techo de 5% anual. Otra, que si el nuevo presidente de los EE. UU. lleva adelante sus planes para incrementar fuertemente la inversión pública en infraestructura habrá más demanda de financiamiento en dólares y menos disponibilidad –y/o mayor costo– para países emergentes. Entre ellos la Argentina, cuya prima de riesgo es más alta que Perú, Chile o Uruguay debido a su alto déficit fiscal.

Más complicado se presenta el panorama para las inversiones extranjeras. En el foro mundial de Davos, la atención estuvo puesta en el paradójico cambio de roles entre los EE. UU. y China. En el primer caso, por el impacto del discurso de Trump en Washington, donde rechazó la globalización de la producción industrial y prometió penalizar con impuestos a las multinacionales estadounidenses que radiquen plantas fuera de su país. En el segundo, por la posición del gobierno de Pekín en favor del libre comercio sin que buena parte del mundo le reconozca un dudoso estatus de economía de mercado. Hasta hace pocos meses, el gobierno de Macri fantaseaba con un acuerdo de libre comercio con los EE. UU. que ahora resulta impensable. Por cierto que la Argentina puede atraer inversiones de compañías estadounidenses en sectores con abundancia de recursos naturales, humanos o ventajas regulatorias (hidrocarburos no convencionales, energía solar, infraestructura, telecomunicaciones, protección extra Mercosur, etc.). Pero en el caso de muchas actividades industriales, la renegociación del Nafta y el retiro estadounidense del TPP (ideado para contrarrestar la influencia de China en la región Asia Pacífico) significan el comienzo de un cambio en el orden económico mundial. A mayor proteccionismo, se incrementarán los costos en los Estados Unidos, habrá menor crecimiento del comercio internacional y la Argentina deberá intensificar la búsqueda de acuerdos bilaterales para no quedar encerrada.

Las políticas de Trump tienen una impronta de “vivir con lo nuestro” que contrasta con la decisión de la Argentina de reinsertarse tardíamente en el mundo globalizado.

Un giro de la política comercial de los EE. UU. afectaría al 75% de las exportaciones totales de té negro, al 65% de las de arándanos, jugos de citrus, manzana y uva y de miel.

Datos

Las políticas de Trump tienen una impronta de “vivir con lo nuestro” que contrasta con la decisión de la Argentina de reinsertarse tardíamente en el mundo globalizado.
Un giro de la política comercial de los EE. UU. afectaría al 75% de las exportaciones totales de té negro, al 65% de las de arándanos, jugos de citrus, manzana y uva y de miel.

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