El disparador: Ser un cretino

Columna semanal

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El empleado estatal le grita al inmigrante: “No, no. Te dije ‘ahí’”. La escena es violenta. Pero lo que más me afecta es sentir que de tan repetida la situación se normaliza, y pareciera no llamar la atención.
Resulta que pasé el día en una oficina de Nápoles donde un centenar de inmigrantes erraban en su intento de legalizar su residencia en Italia, puerta de entrada a Europa para una gran cantidad de africanos que buscan una vida más digna. Me sorprendieron, en especial, dos empleados que se la pasaron gritándole a los inmigrantes, sin escucharlos. En un momento, hasta empujaron, diciéndole que salga de la oficina.
Detrás había un choque de mundos. Un empleado desbordado y harto de lidiar con cientos de personas a las que no entiende. Del otro lado, una horda de inmigrantes sufridos que rebotan contra procesos burocráticos infernales. Hasta acá, más o menos lo habitual: diferencias de idioma, de cultura, de costumbre… Y de lo que cada uno quiera acotar. El problema fue otro: el maltrato innecesario.
Se hizo más evidente cuando uno de los inmigrantes, tras 8 horas de burocracia, pagó el trámite y quedó frente a un último paso. El cajero le dijo que busque un cartel con la web para verificar el estado del trámite. Ya casi no quedaba nadie. El inmigrante buscó el cartel como un ciego que intenta dar con la puerta para bajar del tren.
El pasillo parecía un flipper, y el inmigrante la bolita que rebotaba en las paredes entre los carteles con diversas informaciones. Entonces, a unos diez metros, el empleado estatal le empezó a gritar: “Ahí, ahí. ¡¿Sos tonto que no ves?!”. El inmigrante, nervioso, fue hacia adelante y hacia atrás. Hasta que por fin dio con el cartel, hizo la foto y se fue.
Mientras, me llené de preguntas: ¿No podía ponerse en el lugar del otro? ¿Tan difícil es imaginar que no entiende? Y ahí, de pronto, me acordé de un gran momento de la “La vida secreta de Walter Mitty”, cuando Ben Stiller se planta ante el nuevo jefe y le dice: “Esto que hacés, llegar a un lugar y echar a la gente, lo entiendo. Te dieron órdenes y tenés que cumplirlas. Es tu trabajo. Pero no es necesario comportarte como un cretino”.

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