Una de CALF y una de arena

Un espacio de la democracia ha sido vallado esta semana para resolver favorablemente y con pocas voces disonantes, un aumento del 40% en la tarifa eléctrica de la ciudad de Neuquén, que se hará efectivo con las facturas de febrero próximo. La suba se resolvió en medio de una polémica sobre los sueldos que paga la cooperativa CALF a la línea de conducción política. Esos son cargos a los que se llega después de trabajosas “roscas” y por un sistema electoral indirecto que hasta permite pasar por alto las urnas si los sectores en pugna se ponen de acuerdo para lograr tal propósito.

No es la primera vez que el Concejo Deliberante se cierra al público con la ayuda de las fuerzas policiales o de seguridad para resolver cuestiones sensibles al bolsillo, especialmente en un año en el que la inflación interanual, en el registro oficial más reciente, superó el 40% en el conglomerado urbano que comprende a las ciudad de Neuquén y Plottier.

En setiembre último, en ocasión de la audiencia pública virtual para discutir el aumento de la tarifa de gas, el edificio también estuvo cerrado y con custodia preparada para intervenir, lo que finalmente ocurrió cuando Gendarmería le cerró el paso a una manifestación de ATE y hubo incidentes. La audiencia original se suspendió y el segundo llamado se llevó a cabo pero en completa soledad.

Desde el punto de vista político, este escenario de puertas cerradas en el que los concejales aprobaron el aumento en la tarifa de energía, con una mayoría conformada por los representantes que responden al intendente Horacio Quiroga, los del MPN y los de la Coalición Cívica-Ari, abre un espacio para revisar el significado de una democracia que arma corralitos antes de agotar las palabras.

Los sueldos de la estructura política de CALF, un tema que introdujo en agenda este diario, es apenas la superficie de una discusión más extensa y que lleva a repensar la vigencia de los principios del cooperativismo. La idea de vecinos asociados para lograr el bien común, contrasta con cierta rapiña que se olfatea.

La cooperativa que distribuye el servicio eléctrico es, desde hace tiempo, un espacio codiciado por las fuerzas políticas con ejercicio de poder en la provincia y en la ciudad. Unos 80.000 usuarios, una red delegados barriales y un presupuesto que se encuentra entre los primeros lugares, es tentador para el desembarco.

Después de varios intentos, el MPN llegó a manejar CALF en noviembre de 2005 de la mano del exfiscal de Estado Marcos Silva. Eran tiempos en los que el exgobernador Jorge Sobisch se proponía controlar todas las botoneras posibles.

De Silva en adelante, CALF tuvo períodos de estabilidad pero también de duras batallas por el control de esta ¿empresa?

En medio de la discusión por los nuevos valores tarifarios, que por otra parte ya se modificaron tres veces en lo que va del 2016, se armó un escenario de “unidad” para las elecciones de delegados que se iban a desarrollar hoy. Esa votación no se hará porque con el aval político del gobernador Omar Gutiérrez y del intendente Quiroga -de otro modo no habría sido posible el acuerdo-, se consensuó una lista de candidatos para el reemplazo parcial de los miembros del Consejo de Administración.

La novedad política de este pacto es que Quiroga pone un pie por primera vez en la estructura de conducción a través de una representante en ese cuerpo colegiado, una funcionaria que actualmente se desempeña en Desarrollo Humano.

De no mediar nuevas internas políticas en las próximas semanas, es posible que el nuevo Consejo de Administración, con las cuatro renovaciones acordadas por el MPN y el quiroguismo, mantenga a Carlos Ciapponi en la presidencia.

La estabilidad institucional depende en buena medida de la interna del MPN que, en apariencia, parece estar bajo control. Si hasta el senador Guillermo Pereyra metió, en el banco de suplentes, a un hombre de su confianza en esta lista.

No es la primera vez que el Deliberante se cierra al público con la ayuda de las fuerzas policiales o de seguridad para resolver cuestiones sensibles al bolsillo.

Se puede repensar la vigencia del cooperativismo. La idea de vecinos asociados para el bien común, contrasta con cierta rapiña que se olfatea.

Datos

No es la primera vez que el Deliberante se cierra al público con la ayuda de las fuerzas policiales o de seguridad para resolver cuestiones sensibles al bolsillo.
Se puede repensar la vigencia del cooperativismo. La idea de vecinos asociados para el bien común, contrasta con cierta rapiña que se olfatea.

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