Narda, imperdible para los padres con rollos para alimentar a sus hijos

Acaba de lanzar su libro “Ñam Ñam manual para alimentar a un pequeño omnívoro” y nos invita a recorrerlo en una entrevista con “Río Negro”. ¡Ojo que no tiene pelos en la lengua!

Narda, imperdible para los padres con rollos para alimentar a sus hijos

Acaba de lanzar su libro “Ñam Ñam manual para alimentar a un pequeño omnívoro” y nos invita a recorrerlo en una entrevista con “Río Negro”. ¡Ojo que no tiene pelos en la lengua!

Muchas veces, cuando Narda Lepes era adolescente y amanecía de alguna noche de salida con sus amigos, su madre al mediodía le llevaba comida a la cama. Sopas, croquetas, tempura, ravioles con estofado de pollo, buñuelos de banana. “Lo que estaba haciendo mi vieja era ampliarme el paladar dándome para que elija”, cuenta Narda mientras charlamos un viernes interminable en “La Tornería”, en medio del set de filmación de “Dueños de la cocina” uno de los programas que explota de rating la televisión argentina y de los cuales ella es una de las protagonistas.

Nos encontramos con la idea de hablar de muchas cosas. Sobre todo del lanzamiento de su nuevo libro “Ñam Ñam. Manual para alimentar a un pequeño omnívoro” de editorial Planeta, que no es ni más ni menos que su propia, divertida e intensa experiencia de alimentación aplicada a la vida de Leia, su pequeña hija de 6 años.

Narda escribió un libro sobre alimentación en la primera infancia, atravesando mitos médicos, paradigmas culturales y leyendas de todo lo que sobrevuela en el mundo alimentos niños. Obvio que hay recetas.

Sin pelos en la lengua

“Ocupáte, no queda otra, no te sorprendas de lo que come o no come tu hijo, ¿te ocupás realmente?”.

Narda es así, una bala cargada de honestidad. Una autopista de argumentos que te penetran y te dejan pensando. “Tardás más en chequear Facebook que en ir a la verdulería, no jodas”.

Siempre te llevas algo de Narda, aplicable. Es como una maestra canchera, sencilla, inteligente y sobre todo reflexiva. No es ese cuero duro que transmite el vértigo de la televisión. Es una de las cocineras más importantes que nos ha tocado generacionalmente. Quizá el quiebre de época, Narda es analógica y digital. Va y viene de esos mundos con mucha cabeza.

Ñam Ñam está planteado en varias instancias o capítulos. Arranca con “Yoda Vs Vader”; según Narda “es la intro donde pongo el tono de cómo funciona, cuáles son las reglas que yo me hice y que después de descubrir investigando son las que tienen sentido sobre lo ya dicho muchas veces inclusive académicamente, qué cosas tomé de las que iba aprendiendo, de las que me parecían que yo estaba de acuerdo y que veía que funcionaban”.

Fotos: Martín Heer, de “Río Negro”

Narda abre el libro y comenzamos a puntearlo como quien lo hace con un disco. Nada mejor que ir de la mano de la autora a mirarlo de cerca como una jedi que te lleva a conocer el lado luminoso de la fuerza.

Mucha teta, largada y yo solito, así se disparan los tres capítulos iniciales. En Argentina el 30% de los bebés solo llega a los seis meses alimentándose exclusivamente a teta. Narda te revolea la estadística y aunque la hayas escuchado varias veces sigue dándote vueltas en la cabeza.

“Hay un listado de estímulos, de sabores que podés hacerle probar a tu bebé sin necesidad de darle contenido, solo registros, vas a ver que luego arranca el pibito con apenas algunas referencias pero bien marcadas y la inmensidad de lo nuevo, ahí vas vos, timoneando la nave”.

El miedo a lo nuevo, cómo romperlo, es innato, sobrevivimos gracias a eso. Cuando hay hambre el miedo a lo nuevo baja y probás cosas que no hubieses probado. Entonces la abundancia te genera más miedo a lo nuevo. ¿Nos replanteamos cómo culturalmente nosotros armamos las cosas? Entrada, plato, postre, desayuno , almuerzo-merienda-cena, ellos no lo hacen así, funcionan de otra manera, entonces no les pasés eso, hay que ir armándolos más libre”, afirma.

Narda linkea todo el tiempo desde su experiencia, ella es su propio back up, mete la mano en cabeza y saca una reflexión que grafica todo lo que venimos hablando: “Son muchos frentes abiertos. Si viene de mucha teta, ¿cómo construís el sabor después de la teta?”.

Otro de los tramos del libro se llama Cosas nuevas. Cada uno tiene una intro genial. Cosas nuevas tiene un entrecomillado que dice: “Que los recuerdos relacionados a ciertas comidas sean los que queremos”.

Narda acota: “es cuando ya el pibe se para, camina, sale a explorar el mundo y vos estás como un pelotudo con el pibe para todos lados embolado y él hace cosas nuevas todo el tiempo. Prueba otras cosas y ahí aparece comer afuera. Después viene Mejores amigos, es todo lo que son hidratos. Tenés que tratar de no caer en fideos, fideos y fideos. Tempranito son los desayunos, la importancia del desayuno, otro segmento es Ponele huevo, ponele garra y además es agregale huevo a la comida que siempre va a ir mejor”, sigue con Carnívoro “poca cantidad buena calidad”. Si no estás criando un carnívoro tenés opciones.

Cuando pasás a Hippie chico, las primeras líneas dicen algo así como: “Cada uno cría a sus hijos como quiere o puede, en este capítulo hay platos, ideas y preparaciones vegetarianas que funcionan para cualquier omnívoro”. Clarísimo.

Al este y al oeste es el track que sigue: “platos de diferentes lugares, le estás mostrando no solo una sopa de cebolla, le estás mostrando que el mundo también usa cebollas para sus recetas y que muchas veces hacemos cosas iguales o parecidas pero llevan otro nombre en otra cultura, en otro país. Moldecitos es toda las cosas chiquititas que van a hacer tu vida más simple y súper divertida”.

Dame dulce es uno de los capítulos donde Narda evangeliza con toda la razón del mundo. “Lo dulce se relaciona a lo placentero, es un halago, un deseo de buenas noches es el primer sabor con el que nos conectamos. Todo muy lindo pero la manija que habilita eso sos vos. La clave es elegir cuánto y qué tipo de dulce consumen los chicos. El jarabe de maíz de alta fructuosa es un veneno y goza de una campaña secreta en cada producto repleto de azúcar, apuntado en las publicidades a los niños que es una cosa terrible. Al quiosco no se va, dice el libro, si viene algo se administra”.

Otro pasaje es loncheras que es cuando ya se empiezan a llevar la comida y salen de nuestro radar. Narda advierte “o le ponés onda o no lo come y lo tira. No te desanimés en un principio, es adaptación”.

El maravilloso libro sigue con el capítulo Fiestas. Acá Narda advierte que en el cumpleaños del primer año de edad de los niños generalmente perdemos la razón y la mesura, la lógica y el decoro y está ok, es el primero, ya para el segundo y de ahí en adelante leamos este capítulo que es para todo lo contrario. Tortas que podés hacer y cómo armar una mesa rica, sana y divertida sin morir en el intento.

La autora dispara: “no me parece que haya que poner un pancho, yo no pongo panchos, hago el pan y compro en un lugar decente una salchicha decente y pongo un cuarto, apenas, pero también se puede comer un tomate cherry, un damasco seco, un choclito”.

El libro es genial, Narda cuenta que todo esto empezó con Leia. “Comencé a probar como era su paladar y como funcionaba. Era hacerle probar cosas aunque no las fuera a comer. Le di de probar ajo, no le doy de comer ajo. Le paso el dedo por el ajo y se lo pongo en la boca y nos reímos. Cebolla, limón, nada que sea contenido, sino solo sabor” .

Narda es su propio libro, casi 500 páginas, si, 500 de fotografías, hermosas ilustraciones, recetas, puntos de vista con fundamento científico y sabios consejos para ocuparte de la alimentación de los más chicos.

Una de las cosas que hicieron desde la producción de Ñam Ñam fue contactarse con diferentes institutos pediátricos del mundo, cuenta Narda. “A ver qué dice Japón que hay que hacer con un bebé, qué dice Portugal, Noruega, California, Francia, qué dice México, ahí nos dimos cuenta que había cosas que son fisiológicas y cosas que son culturales. Dentro de las que son culturales, cuáles no podés tomar a la ligera.

“Si a una persona que lee el libro le digo dale pescado a un bebé de seis meses, no estaría bien porque nosotros no tenemos la cultura de comer pescado todo el tiempo. Tenemos una relación rara. Los chinos si el pescado no lo ven nadando no lo comen. Nosotros lo compramos y ni idea , no sabemos de dónde viene, filete, hecho milanesa, cualquier cosa. Entonces obviamente no lo voy a poner. Si vos sos una persona que habitualmente come pescado tenés forma de ir probando, tenés ese conocimiento. La primera comida que le das quizá no es pescado, pero si le hervís un pedacito de pescado en el agua donde cocinaste la batatita y cuando tiene 7 meses probás con agüita de pescado como un caldito y le das eso ya es un mínimo registro, no le das un filete, hicimos ese relevamiento pediátrico y sacamos la conclusión de que un niño termina comiendo lo que su pediatra le dice y su pediatra capaz come Paty con puré”.

Con Leia, en primera persona

“Lo que hice con los camarones, con las frutillas, con las cosas que me daban más inquietud, se las frotaba en la piel, la piel de ellos es nueva, le frotaba frutilla y la dejé un día, entonces vi que no tenía nada colorado, le di un pedacito, nada, listo, meta. Media frutilla. El punto es que sea todo el tiempo variado y cosas nuevas. Funciona.

Vegetales y mordillos

Reflexiona a la hora de hablar de vegetales, “nacemos con un chip que te hace que vos no comas una planta. Vos ponés a un nene en un patio donde está lleno de plantas y macetas, a un bebito lo tirás ahí y puede ser que chupe las piedras, que se coma un caracol, que meta la mano en la arena de gato, cualquier asquerosidad pero no va a comer una planta, un niño no va a comer un helecho, lo que normalmente habría en la naturaleza son plantas. No las piedras del gato, no la correa del perro. Mi hija un día estaba chupando la correa del perro y a mi casi me da un síncope y dije ok, está chupando la correa del perro y tranquilamente podía estar chupando una zanahoria y no pasa nada total no se la va a comer porque es dura y no tiene dientes y tiene 4 meses entonces ahí empecé a usar de mordillos hinojos, zanahorias, apios, capaz que era un rato así y después caliente y baboseado te lo revolea. Entonces ese mundo a través de lo pediátrico lo escarbamos bastante.”

Fibras

“Después está lo que normalmente mucha gente hace, darle pan a los niños para que chupen todo el tiempo y dicen -pero no es pan común es salvado, como si fuese mejor darles pan de salvado. Tiene fibra, entonces no le des pan de salvado, le va a doler la panza no lo digiere todavía y eso el pediatra no te lo dice”.

No todas las fibras son iguales pero hay que saber, hay que ir tranqui, no creer que uno entiende por arriba las cosas. Durante mucho tiempo en la nutrición no se habló de química, son años de no comer bien, aunque las cosas tengas agregados de omega, zaraza, o lo que sea. Tiene que ser algo que rote sobre producto natural y fresco. Lo que comés todos los días no importa. El niño conoce lo que vos le mostrás. En mi familia puse reglas muy simples, hay lugares a los que no va, acá no va, y si va, la vas a ver menos. Es simple como eso. Si se va con vos y le querés dar una galletita inmunda que yo no le daría, dásela, sos el abuelo, la abuela. Mi papá le da huevos de chocolate y es un tratado que tienen ellos, el abuelo tiene todo el derecho del mundo, lo van a hacer, lo van a hacer por atrás. Si vos no querés que consuma algo no se lo presentás. Mi hija pregunta todo, yo le digo ¿te comiste un caramelo? ¿te querés comer otro?, comételo, toma llévalo. Comételo y después vamos a volver a hablar. A los 25 minutos vuelve llorando porque se golpeó o se angustió o tiene un pico de energía que hace que se golpeé o llore, entonces cuando viene llorando le digo, eso es el caramelo. Te lo comés, tenés un subidón de energía luego caes, te golpeás, le explico, charlamos. Ya lo sabe, genial, así aprende a regular dentro de lo que puede. A veces los niños te preguntan algo y le explicamos hasta donde preguntaron, el error más común”.

De las situaciones cotidianas una que Narda recalca son las inseguridades del otro muchas veces proyectadas en los niños “por ahí hay un niño tranquilo jugando y va uno y le dice, -no querés algo, no querés un juguito, un alfajor- si quiere te va a pedir, ofrécele otra cosa. Lo mismo se suben a un avión y le ofrecen un caramelo. Sos una turra. El azúcar lo sobreexcita el niño sobreexcitado, en un avión molesta y el niño la pasa mal, y todos la pasan mal. El otro día en un aeropuerto había una señora con un nene y le decía, quedate quieto, quedate quieto, quedate quieto y le da al nene un chupetín. ¿De verdad, ahora cuando querés que se quede quieto?”.

El viernes se cierra, nos despedimos con un abrazo sin saber cuándo nos volveremos a ver. En otras notas publicaremos cosas conversadas con Narda. Televisión, nuevo restaurante, productos, mercado, soberanía alimentaria. Pero en otro momento. El libro merece una nota aparte y es esta.


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