207 años de la Batalla de Salta: las lecciones de un grande

Armando Mario Márquez

Por decreto 2 del año en curso el Poder Ejecutivo Nacional consagró 2020 a la memoria de uno nuestros mejores hombres: Manuel Belgrano. Inmejorable ocasión, pues, para recordar uno de los hechos que jalonaron su vida al servicio de nuestra Patria, me refiero a la Batalla de Salta, librada el 20 de febrero de 1813.


Dos ejércitos se enfrentarían nuevamente: nuestro Ejército del Norte y las tropas realistas, estas últimas más numerosas y mejores provistas.
Dos generales volverían a toparse: Manuel Belgrano y Pío Tristán, y, una vez más, aquél demostraría su habilidad militar.


Solo que ahora aquellos bravos soldados que nos habían dado la victoria en Tucumán el 24 de septiembre de 1812, habían crecido en su autoestima y, además Belgrano había ordenado una importante instrucción en armas y milicia; el refuerzo surgido de los pertrechos tomados del enemigo y la labor propia de logística aportaron también lo suyo, incrementándose, de ese modo, su poderío.


Dieron la batalla los hombres que habían salido de aquella ciudad del Norte a principios de febrero de 2013 y que en su cruce del Río Pasaje -hoy Juramento, en recuerdo de eso- habían afirmado en tierra salteña su lealtad a la Asamblea reunida en Buenos Aires y a la bandera que portaban.


No voy a soslayar la actuación de uno de nuestros hombres: un moreno criollo salteño, Apolinario “El Chocolate” Saravia, capitán de línea. Es quien advierte al comandante de un camino muy poco conocido, si bien más áspero y sinuoso, por el que nuestros hombres podrían llegar a las inmediaciones de Salta, sin advertencia previa del enemigo, por lo que la tropa se dirige por él, no sin penurias, especialmente Belgrano, cuyo estado de salud era muy precario, y encima de todo con el mal clima –lluvioso- que reinaba.


Esa adversidad retempló y fortaleció, sin duda, el espíritu de nuestra gente, con el especial ejemplo del prócer, que sacó fuerzas de donde no había y se sobrepuso a su situación y estuvo en todo momento al frente de su tropa.
Una vez arribados al lugar previsto, coincidiendo ello con los campos propiedad de la familia Saravia, este valiente capitán desarrolló otra actividad de mucha utilidad, ya que aprovechando también el paso por los campos de su familia, se disimuló como arriero y llegó hasta la ciudad donde pudo interiorizarse de movimientos y características de las tropas enemigas, lo que, de regreso puso en conocimiento de sus jefes.
La llegada de las tropas propias y el lugar por el que lo hicieron sorprendió al mando realista.


Asentadas las tropas criollas en Campo Castañares, desde el día 19 de febrero de 1813, en las adyacencias de la ciudad de Salta, jornada previa a la de la batalla, habiendo previsto un obligado descanso, el jefe militar criollo aprovechó la noche y utilizando la continuación del sendero que le aconsejara Saravia se dirigió hacia el Norte y apareció entre el camino que une Salta y Jujuy, es decir en las espaldas de las tropas enemigas.


Iniciada la batalla y advertido de ello, Tristán dijo una frase que refleja su incredulidad y sorpresa y es recogida por Bartolomé Mitre en su obra alusiva: “¡Solo que fueran pájaros!”, decidiendo ahí el cambio de estrategia que había armado, lo que se amoldaba a los planes de Belgrano, que con su movimiento había inducido tal actitud, basada en el recuerdo de la batalla de Tucumán que los enfrentara.


“Me río de todo y que hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia, y no busco glorias, sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria”. (Belgrano)


Tras la aplastante victoria, Belgrano dejó en libertad a los apresados, recibiendo críticas a las que así respondió, en carta al triunviro Chiclana: “Siempre se divierten los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos, ni oyen los clamores de los infelices heridos, también son esos los más a propósito para criticar las determinaciones de los jefes: por fortuna dan conmigo que me río de todo y que hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia, y no busco glorias, sino la unión de los americanos y la prosperidad de la Patria”.


Otra lección de un grande. Que ello también conforme nuestra memoria en este año de recordación.

* Presidente de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén. Miembro del Instituto Nacional Belgraniano.


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