Historia de un hit: «The Unforgettable Fire», o cómo U2 se construyó un futuro

El 1 de octubre de 1984, la banda irlandesa edita su cuarto disco de estudio, en el cual reinventan su sonido y alcanzan el éxito global de la mano de “Pride (In The Name of Love).

Tres nombres y una actitud fueron los elementos indispensables para hacer uno de los mejores discos de U2 y de toda una década, la de los 80. “The Unforgettable Fire”, el extraordinario cuarto disco de estudio de la banda irlandesa editado el 1 de octubre de 1984 sucedió porque, como ya dijimos otras veces aquí, detrás de un gran disco siempre hay un gran productor. Aunque en este caso se traten de dos: Brian Eno y Daniel Lanois.


Con “Boy” (1980), “October” (1981), “War” (1983) y el directo “Under a Blood Red Sky” (1983), U2 ya tenía una identidad sonora y narrativa bien reconocible, un corpus musical respetable, una buena dosis de hits y una reputación de poca como para sostener extensas y multitudinarias giras. Pero era justamente todo esto lo que comenzó a hacer ruido puertas adentro de la banda: ¿y ahora qué?


Y ahora, lo que U2 iba a hacer es su primer gran volantazo estético, creativo y musical (el otro sería en 1991 con “Achtung Baby”). Dieron por cerrada la etapa junto al productor Steve Lillywhite y salieron en búsqueda de algo verdaderamente nuevo. Tras entrevistarse con diversos productores, desde Conny Plank (Kraftwerk y Ultravox y Rhett Davies (Roxy Music) a Jimmy Iovine, con quien la banda ya había trabajado el año anterior en el disco en vivo.


Todos ellos estaban entusiasmados con ser parte de la nueva etapa de U2, sin embargo, la banda puso su atención en uno que justamente no lo estaba, al contrario, aceptó reunirse solo para darles a entender que no le interesaba trabajar con una banda de rock fantástica, pero demasiado rockera. Era Brian Eno.

Encuentro en el estudio… del castillo: Bono, The Edge y Brian Eno.


Pero todo cambió cuando Bono y The Edge le demostraron que era exactamente lo que ellos no querían para su próximo disco y que estaban abiertos a todos su experimentos sonoros y ambientales. Brian Eno dio el ok y sumó al equipo a Daniel Lanois.


El tercer nombre en cuestión es Slane, un castillo irlandés construido a fines del siglo XVIII. Allí se instalaron U2, Eno y Lanois el 7 de mayo de 1984 para comenzar a trabajar en el nuevo trabajo de la banda. El lugar le dio no solo un sonido muy particular muy acorde a la experimentación buscada, sino que generó una convivencia y una rutina de trabajo tan sólida y armónica que Lanois, quien en principio era visto como un intruso rápidamente fue incorporado como un compañero más por la banda.


“Estábamos ansiosos por aprender y no teníamos ningún valor sobre nuestro sonido o la forma en que trabajamos. Nos lanzamos de todo corazón a este enfoque diferente”, reconoció The Edge tiempo después. Por su parte, Eno alentó a U2 a trabajar en su material más poco convencional, “defendiendo las canciones que no parecían muy U2”. En este sentido, casi no se interesó en canciones como “Pride (In the Name of Love)” o “The Unforgettable Fire”. Para esas composiciones estaba Lanois, quien lo cubriría de tal manera que ambos productores se equilibraran entre sí.
Equilibrado el trabajo de los productores, abiertos los músicos a todo tipo de experimentación, todos en sintonía con todos el resultado no podía ser otro del que fue: un discazo.


U2, decidido a dejar atrás aquella impronta post punk que lo caracterizó en sus comienzos, Para “The Unfogettable Fire” enriqueció su sonoridad con orquestaciones y arreglos que le dieron una ambientación menos cruda con arreglos que ampliaron las atmósferas de las canciones.
El disco contiene hits como “Bad”, “A sort of homecoming” y el propio “The Unforgettable Fire” y buenas composiciones como “Wire”. Pero el gran tema del disco y, acaso el más grande hit de toda su discografía, es “Pride (In the name of love)”, un verdadero himno de estadio inspirado para atacar la política belicista de Reagan, pero resignificado homenajear a Martin Luther King.


“The Unforgettable Fire” no sólo ubicó a U2 en la cima, sino que también le dio material para una gira que la convertiría en una banda global. Su empatía con las masas quedó resuelta el 13 de julio en Wembley y le bastaron menos de 15 minutos para conseguirlo. Fue durante su presentación en el marco del Live Aid, el célebre evento organizado por Bob Geldof a beneficio de Etiopía y Somalia. Ese día, U2 tenía programado su set con “Sunday Bloody Sunday”, “Bad” y “Pride”. Pero “Bad” se llevó los once minutos que le quedaban en escena porque Bono se dedicó a lanzarse al público, corear con ellos y bailar con fans.

Entre incrédulos e indignados, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen creyendo que lo había arruinado todo, estuvieron a punto de plantearle el asunto a Bono. Cambiaron de opinión cuando se enteraron de que aquella presentación era todo lo que el público quería de aquel día y las ventas de sus discos se habían disparado. U2 se había construido un futuro.


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