Magalí, de El Bolsón: del coma a la pista de esquí en un año de lucha y coraje

Magalí Hall estudia la carrera de Educación Física en la Universidad Nacional del Comahue y sufrió gravísimas quemaduras tras una explosión en la residencia estudiantil en la que vivía. Vivió 105 días de internación y un tratamiento que continúa.

«Cuánta suerte tenemos de estar acá«, concluyeron las tres jóvenes que intentaban subir el cerro Huinca, al suroeste de Bariloche. Restaban 300 metros para llegar a la cumbre, el tramo más empinado, pero el viento empezó a soplar con una fuerza inesperada y la nieve congelada dificultaba la marcha. No importó no concretar la travesía porque las muchachas celebraron la posibilidad de intentarlo. Y la vida.

Un año atrás, Magalí Hall sufría gravísimas quemaduras tras una explosión en la residencia estudiantil donde vivía en Bariloche. Estuvo en coma durante 50 días en el hospital Ramón Carrillo, donde permaneció internada 105 días.

La muchacha de El Bolsón tuvo que volver a aprender a caminar y pensó que no volvería a retomar su vida deportiva ni su carrera -Profesorado de Educación Física-. Pero un año después, lo consiguió.

Magalí permaneció internada 105 días. Foto: gentileza

«Me volví a El Bolsón donde hago la recuperación de kinesiología. Sigo el tratamiento a base de cremas hidratación. Es un día a día, pero acá estoy. Y muy acompañada«, valoró Magalí que sufrió una amputación parcial en uno de los pies y una retracción parcial en el brazo izquierdo y pierna derecha. «Esto significa que se esta ablandando el tejido para que vuelva a haber flexión y extensión normal. En unos días me estarían llegando unas plantillas especiales para seguir mi día a día e incluso empezar la temporada de esquí», detalló.

Al consultarle sobre las causas de la explosión que le generó las quemaduras, manifestó que, de alguna manera, «bloqueó esa información». Se refirió a un accidente doméstico y mencionó que había una botella de alcohol en la vivienda aunque no recuerda si esto ocasionó la explosión del calefactor. «No se supo muy bien qué pasó. Por suerte, en ese momento estaban mis compañeras que me re ayudaron«, dijo.

Con los kinesiólogos supo que, poco a poco, recuperaría el movimiento. Foto: gentileza

Magalí destacó el acompañamiento del personal de salud y la comunidad que ayudó a recaudar dinero para el tratamiento que requeriría. «Mientras estaba dormida, tenía sueños relacionados a que no me podía mover y que me miraban. Estando en coma, vino mucha familia que yo no llegué a saludar, pero cuando desperté, sabía que habían venido. Se acercaban a mi cama y yo los escuchaba. Al despertarme, pregunté si fulano había venido y me decían: ‘Sí, pero vos estabas dormida’. Ahí confirmé la teoría de que mucha gente escucha cuando está en coma», recalcó.

Despertarse fue extremadamente duro. No podía mover su cuerpo. Respirar le resultaba complicado. «Los músculos que se encargan de mover la caja toráxica estaban super duros. Tenía toneladas de heridas y requerí millones de curaciones. Los kinesiólogos decidieron quitarme la traqueotomía porque veían que me deprimía no poder hablar».

Magalí permaneció internada 105 días. Foto: gentileza

Sus días en el hospital fueron difíciles aunque trataba de no pensar mucho. «Vivía el día a día. Con los ejercicios de kinesiología supe que podría recuperar el movimiento. Al principio, no podía mover un dedo. No tanto por las quemaduras sino por haber estado inmovilizada en coma casi 50 días. El cuerpo se autoconsumió. Hoy haber vuelto a mi rutina es algo increíble», se sorprendió.

Cuatro meses después del accidente, le dieron el alta y regresó a su casa en El Bolsón, con su familia. Le faltaba tiempo de recuperación pero la joven estaba agobiada, con un alto nivel de estrés. «Era duro incluso escuchar el respirador de otro cuarto. No ayudaba anímicamente», contó y destacó: «Al volver, pude reencontrarme con mis mascotas. Saludar y agradecer a tanta gente que ayudó, como un mecánico. En el momento del accidente, el auto de mi papá estaba roto. Le pidió a un mecánico que lo reparara lo antes posible y le contó qué me había pasado. El arreglo era carísimo y no le cobró nada. O bien una farmacéutica que consiguió nitrato de plata que sirve para esparcir sobre las heridas e ir formando costras y a la vez, va limpiando. Era importado, pero a los 4 días, ella lo tenía«, recalcó.

Magalí rumbo al cerro Huinca en Bariloche. Foto: gentileza

Magalí tenía muchas dudas acerca de si podría retomar su rutina. Hoy volvió a correr, hace gimnasia y pretender cerrar su carrera. Le quedan tres finales de las materias cursadas en el momento en que tuvo el accidente y otras tres materias más para poder recibirse. «Era una gran duda qué iba a pasar. Me falta el dedo gordo que cumple una función en el apoyo del pie para esparcir la carga y la dirección. Pero la memoria muscular está presente y es cuestión de mantener la práctica del esquí, por ejemplo», especificó.

La muchacha es consciente de que la espera un tratamiento a largo plazo. Pero se planteó como objetivo superar cualquier limitación que se presente. «No podría hacerlo sin la red de apoyo que tengo atrás. Se trata de tener paciencia, de entender que es un proceso», concluyó.

Volvió a caminar, a correr, a hacer gimnasia y también sube montañas. Foto: gentileza