La fruticultura le dio revancha en el Alto Valle: «De grande, tuve la posibilidad de empezar de vuelta»

El primer contacto de Néstor “Tati” Vodanovich con la actividad fue durante su infancia, cuando recorría en tractor con su tío y su abuelo la chacra familiar en Río Negro, que fue vendida luego. Años después, la vida le dio la chance de retornar a un rubro tan desafiante como apasionante.

Las puertas de Casa Rosetani estaban abiertas para la segunda oportunidad de «Tati» Vodanovich, un rionegrino que disfrutó la chacra familiar cuando era un niño y que, por cosas de la vida, no pudo explotar. Hoy se ocupa del manejo de 28 hectáreas de los Rosetani en Villa Regina e Ingeniero Huergo (Río Negro), en las que producen principalmente peras (más de 40 toneladas por hectárea en promedio), pero también manzanas y, desde hace cinco años, ciruelas.

La revancha de la fruticultura: entrevista con «Tati» Vodanovich


PREGUNTA: ¿Cómo fueron tus comienzos en este proyecto?
RESPUESTA:
Y ya hace 20 años que estoy acá, tengo 47 años. Esta chacra es de mi mujer y mi suegro, Carina y Floriano Rosetani. Él hizo las chacras, y a sus 95 años las visita siempre. Yo empecé a trabajar con ellos y después seguimos por cuenta nuestra, hemos tenido la suerte de que a quienes les vendemos la fruta siempre nos han apoyado. Le vendemos el 70% de la producción a Frutas Vicente, y también a Battaglio y a Alvalle. Con ninguno de los tres hemos tenido problemas. Por supuesto, hubo años mejores, años peores, pero siempre vamos para adelante. El gran problema para ellos hoy es el costo de la energía: un kilo de fruta tiene 320 pesos de frío y nadie hace nada. Y los precios de las ventas de frutas están iguales que la temporada 2024. La fruticultura está complicada.

P: Sin embargo, la elegís.
R:
Pasa que mis abuelos por parte de mi mamá tenían chacra en Chichinales, y a mí siempre me gustó la chacra. Eran 18 hectáreas, de las cuales 13 estaban con peras y manzanas, pero mi abuelo hacía verduras también. La fruticultura era fuerte pero también eran importantes las salidas en un Rastrojero para vender tomates, morrones, berenjenas. Desde los seis años que conozco la chacra y que ando en tractores. No es que de grande se me ocurrió meterme en la fruticultura. Esas chacras de mis abuelos no estaban más cuando llegué acá, al morir mi mamá separaron todo y se vendió. De grande tuve la posibilidad de empezar de vuelta. Hoy tenemos tres chacras en Regina y Huergo con 28 hectáreas de frutales en total; dos son propias y una alquilada.

Las chacras de Casa Rosetani en Río Negro. Foto: Florencia Salto.
Las chacras de Casa Rosetani en Río Negro. Foto: Florencia Salto.

P: ¿Cómo hacen la defensa contra heladas?
R:
Todo por aspersión. Tenemos un sereno que vive en la chacra; nos avisa y venimos a hacer todo. Solo en los ciruelos usamos riego subarbóreo, es mejor para los carozos ese sistema, y nos viene dando buenos resultados. Nos va bien con las ciruelas porque tenemos dos variedades que se cosechan justo para las fiestas, así que se vende rápido. Tenemos poco más de dos hectáreas con frutas de carozo.

P: ¿Se puede decir que tuviste revancha con la fruticultura?
R:
Sí, es verdad, y me gusta, siempre me gustó. Pero reniego mucho con la situación de la fruticultura, porque no te alcanza, al empleado no le alcanza, los precios son malos. Pero hay que agachar la cabeza y darle para adelante. Es complicado, tenemos el 931, los aumentos del combustible y los remedios…

Antolín es un ícono de la chacra. Se encarga de las labores desde hace más de tres décadas. A sus 80 años sigue siendo el primero en llegar todos los días. Foto: Florencia Salto.
Antolín es un ícono de la chacra. Se encarga de las labores desde hace más de tres décadas. A sus 80 años sigue siendo el primero en llegar todos los días. Foto: Florencia Salto.

P: ¿Cómo creés que se puede revertir esta situación?
R:
Si al menos tuviéramos un tipo de cambio que nos favorezca. Tienen que bajar los costos. Yo no guardo fruta, pero las boletas de luz son infernales. Es mucho lo que les viene de energía a los frigoríficos, se les complica vender la fruta y, si ellos no venden bien, ¿qué te van a pagar vos? Es una cadena. No es como la soja o el maíz, que tiene un precio de pizarra y es lo que vale. Acá, lo que queda es para el productor. Primero pagan la luz, la caja, la mano de obra… Después vienen los productores. A nosotros, particularmente nos pesa el costo del combustible y la mano de obra. Tenemos cinco empleados permanentes, y en temporada alta empleamos a 19 cosechadores cada año.

P: ¿Me podés contar del manejo que hacen en las chacras?
R:
Cada uno tiene su librito. Nosotros, por ejemplo, tratamos siempre de fertilizar siempre después del cuaje con Hydrocomplex o sulfonitrato. Aprovechamos cuando cuaja la pera y ya fertilizamos todo. Y en el manejo sanitario, evitamos curar muy seguido e ir viendo con las caídas de trampa. Pasa que, al haber más chacras abandonadas, ponen menos dispensers, así que cada 21 estamos curando para carpocapsa. Para el carozo se hacen curas preventivas de hongos y para la grafolita. En cambio, para la pera y la manzana tenemos la arañuela, la cochinilla, etc. Las frutas de pepita tienen más costo sanitario que las de carozo, pero menos para ralear. En la primera semana de septiembre prendimos casi todos los días la defensa contra heladas para los ciruelos. Y es combustible, un costo importante, más una persona que tiene que estar toda la noche dando vueltas.

P: ¿Se diversificaron?
R:
Sí. Además de las chacras, tenemos una empresa de transporte. Tenemos dos camiones trabajando, en los que transportamos cereales en La Pampa y frutas acá. Empezamos comprando un camión para la chacra, después un acoplado y, bueno, todo se fue dando. Ese rubro también está complicado, no es solo la fruticultura, hoy todo está difícil. Pero a mí gustan el campo y los fierros. Todos los trabajos con tractor los aprendí a hacer de chico con mi abuelo, porque me gustaba. Acá tenemos cuatro tractores, los suelo manejar. Me encantaba ir sentado al lado de mi tío y de mi abuelo mientras ellos trabajaban. Esperemos que algún día se acomode esto.


Las puertas de Casa Rosetani estaban abiertas para la segunda oportunidad de "Tati" Vodanovich, un rionegrino que disfrutó la chacra familiar cuando era un niño y que, por cosas de la vida, no pudo explotar. Hoy se ocupa del manejo de 28 hectáreas de los Rosetani en Villa Regina e Ingeniero Huergo (Río Negro), en las que producen principalmente peras (más de 40 toneladas por hectárea en promedio), pero también manzanas y, desde hace cinco años, ciruelas.

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